Por József Bozsik (@Jozsef_Bozsik)
Traducido y editado por Emiliano Rossenblum (@EmiRossen)
Cuando Cruyff asumió el cargo de entrenador del Ajax en la década de 1980, la mayoría de los equipos holandeses jugaban en 4-4-2 como en el fútbol inglés. Frente a dos atacantes, Cruyff pensó que solo necesitaría dos defensores y un líbero. Ante una línea defensiva de cuatro, dos extremos y un delantero. Y cuatro hombres en el centro de la cancha, en forma de diamante, que le daban superioridad en esa zona. Era 3–4–3, con los 4 del medio dispuestos en forma de rombo en lugar de en línea.
Sin embargo, fue en Barcelona donde Cruyff tuvo mayor éxito e influencia. El Barcelona ya había contado con entrenadores destacados en este tipo de juegos, como Laureano Ruiz, Buckingham y Michels. La idea de Johan era construir una forma sistematizada de jugar en busca del dominio del espacio y del tiempo en la cancha. Como en la escuela holandesa, empezó del espacio al tiempo. Dominar los espacios de forma ordenada para luego interactuar con ventajas.
Para ello, utilizó conceptos como: a) simetría del sistema (misma cantidad de jugadores de un lado que del otro), pero con asimetrías verticales y horizontales para crear líneas de pase; b) amplitud, ya que la cancha necesitaba ser abierta por los extremos para crear espacios y definir por dentro; c) profundidad para buscar la ruptura decisiva detrás de la última línea defensiva; d) desmarques de apoyo para garantizar que el equipo avance en la cancha con toques cortos y con jugadores recibiendo detrás de cada línea defensiva o del defensor que los marca; e) posesión de la pelota para desequilibrar al adversario; f) obsesión por las superioridades; g) presión tan pronto como se pierde la posesión.
Todas estas características se pueden encontrar en diversos sistemas y son fundamentales para Cruyff, pero no son las que marcan el juego posicional. El juego de posición es el uso de todo esto dentro de una forma específica de jugar al fútbol.
En todo caso el JdP se caracteriza por una manera de jugar que busca al tercer hombre en todas sus acciones de construcción de juego. Pero no es un tercer hombre cualquiera (presente en cualquier tipo de triangulación), sino siempre el tercer hombre que queda libre detrás de las líneas de presión del rival. Para entenderlo, es necesario comprender desde qué perspectiva entienden el fútbol quienes difunden este estilo.
Hombres alejados de la pelota y bien posicionados
En el juego de posición no se debe correr demasiado, sino estar bien posicionado dentro del espacio asignado. Los espacios deben ser ocupados por algún jugador en todo momento, aunque pueden intercambiar entre sí quiénes lo hacen en cada espacio.
Cruyff dijo: «Quiero jugadores que puedan hacer movimientos decisivos en espacios pequeños, quiero que trabajen lo menos posible para ahorrar energía para esa acción decisiva». El neerlandés también decía que sus atacantes sólo debían correr quince metros, a menos que fueran estúpidos o tuvieran sueño.
Jugando en 3-4-3, cada jugador tiene un rol vinculado al espacio que debe dominar. De esta forma, el equipo siempre estará agrupado a la hora de mover la pelota y presionar tras perderla.
Los jugadores se mueven poco y dentro de su esfera de influencia. Cruyff apuesta por la soltura y eficacia del jugador que menos corre. En el Bayern, Guardiola utilizó este campo de entrenamiento con posiciones todas delimitadas para ubicar correctamente a cada jugador en su espacio según la posición de la pelota.
Hay un dicho que se ha popularizado para explicar uno de los elementos del juego posicional: “La pelota va a las posiciones en lugar de que los jugadores vayan a buscar la pelota”. Cada jugador tiene su posición indicada para no correr demasiado, lo que requiere autoconocimiento y disciplina.
Al mismo tiempo, dentro de estas posiciones se deben ofrecer apoyos a diferentes alturas en la cancha para facilitar las líneas de pase. Estas alturas se entrenan y especifican según la posición de la pelota. Primero el espacio, luego la interacción. Dominado el espacio, hay que dominar posteriormente el tiempo para saber el momento adecuado para pasarla, recibirla, desmarcarse, etc. El orden alimenta la espontaneidad.
Por estas características queda claro cómo la figura del “atacante armador” (o falso extremo) no suele existir en el juego posicional (o incluso en ataques posicionales en los que no se practica juego posicional).
El armador necesita tener libertad para fluctuar con la pelota, un esquema de compensación para cuando se pierde la posesión, muchos jugadores en el sector donde esté para jugar en corto y crear superioridad numérica, mayores movimientos y una apuesta en su libertad creativa y su inteligencia intuitiva.
Jugar a partir de las posiciones para crear superioridades
Una vez establecidas las posiciones, es necesario saber cómo hacer que la pelota pase a través de ellas y crear superioridades para los siguientes jugadores que la tengan. Para ello es fundamental jugar en corto y desequilibrar al rival desde que se sale jugando.
Como lo define Lillo, es mover la pelota desde las posiciones para que cada jugador en su esfera de influencia pueda desequilibrar. El pase nunca debe realizarse al pie del compañero sino un metro por delante (Van Gaal dixit).
Salir jugando con menos gente cerca del área propia y más gente ofreciendo apoyos es importante para que en el juego posicional se expanda la cancha y se supere cada línea defensiva. La salida “lavolpiana” (en honor a Ricardo La Volpe), abre a los defensores y hace que el mediocampista central juegue entre ellos en la salida, facilitando el uso de laterales más avanzados y creando líneas de pase para llevar a cabo la idea del tercer hombre. Cruyff lo hacía de cierta manera con los dos defensas y el líbero.
El equipo siempre debe intentar mover la pelota para atraer al rival hacia un lado y finalizar la jugada por el otro. Se ve muy claro cuando al pasársela en espacios reducidos de un lado, pueden jugar hacia el otro para el extremo abierto, que debería tener superioridad cualitativa ante el defensor. Es importante no confundir esta idea con la de crear un “lado fuerte” y un “lado débil” en los ataques funcionales, que como veremos se rige por otros conceptos.
Es interesante notar que Arnold Muhren decía que el fútbol era como un juego de ajedrez para los holandeses. Debían controlar el juego con la pelota, limitando los espacios, jugando más con la cabeza que con los pies. La idea de tener superioridad es intentar encontrar siempre un hombre libre. Hemos llegado al punto más importante del juego de posición.
Este artículo es la quinta parte de la serie titulada «Entre la pelota y el hombre está el espacio y el tiempo». Podés consultar el resto de ella en los links de abajo.
- Introducción
- La tradición inglesa
- Holanda y su cultura
- Esperar en las posiciones
- El juego de posición cruyffista
- Encontrar el hombre libre
- Interactuar para dominar
- Jogo Bonito y La Nuestra
Este artículo fue publicado originalmente en portugués el 27 de abril de 2018: https://medium.com/@Jozsef_Bozsik/entre-a-bola-e-o-homem-h%C3%A1-o-espa%C3%A7o-e-o-tempo-ataque-posicional-jogo-de-posi%C3%A7%C3%A3o-e-ataque-89fd98088355