Por József Bozsik (@Jozsef_Bozsik)
Traducido y editado por Emiliano Rossenblum (@EmiRossen)
De forma más estructurada y como hijo del rugby, el fútbol –tal como lo entendemos hoy– comenzó en Inglaterra, aunque los “juegos de pelota” y los juegos con los pies siempre han existido y en diferentes culturas.
Hay una palabra para entender su contexto: exterioridad. En la “Era Victoriana”, la moral de cada sujeto ya no era sólo una relación entre cada individuo y su conciencia (ante Dios o no), sino una relación externa con su entorno social. Esto significa que era necesario demostrar sus virtudes morales a toda la sociedad.
Era una época de “exterioridad de la moral”. Y el deporte, como secularización de la guerra, era uno de los lugares donde los sujetos debían demostrar virtudes como el coraje, la disciplina y la autoconciencia.
El fútbol nació en Inglaterra muy ligado al control de los espacios y a esas virtudes específicas que hay que demostrar. Cuando llegó al Chelsea en 2009, Carlo Ancelotti dijo que, a diferencia de Italia, en la tradición inglesa se considera menos la idea de asimetrías, coberturas, compensaciones, etc. Para él, esto le dificultaba la presión, hacía los juegos más verticales, buscaba la última línea defensiva y se ponía a prueba el físico en todo momento.
La idea de dominar el espacio siempre ha sido bien valorada en el fútbol inglés, que se caracterizó en el origen del juego por los pases largos, la competencia por los rebotes, las victorias físicas, etc.
Según el libro “La pirámide invertida” de Jonathan Wilson, las nuevas reglas del fuera de juego en los años ‘20 (la cantidad de oponentes entre el receptor de la pelota y el arco se redujo de tres a dos) hicieron que los primeros esquemas cambiasen del 1-2-7, 2-2-6 o 2-3-5 hacia el 3–2–5 (WM), debido a la necesidad de tener más jugadores para retroceder en las transiciones defensivas. El cambio de ley facilitó el juego por abajo y aumentó el número de goles.
Un nombre clave es el del técnico inglés Herbert Chapman. Antes del cambio de ley, según Wilson, ya había construido el equipo de Northampton Town para atacar no sólo buscando dominar los pases largos, sino también contraatacar con velocidad.
A partir de 1925, y tras el cambio de la ley del fuera de juego, dirigió con gran éxito al Arsenal. Sus equipos destacaron por sus transiciones y rápido desarrollo ofensivo. Y los roles de los jugadores estaban vinculados al espacio.
Usando la WM cada jugador ocupaba una posición para luego interactuar socialmente y controlar el tiempo, acelerándolo siempre que fuera posible. Por ejemplo, un right winger siempre estaba abierto por la derecha y debía lanzarse rápidamente al ataque. Era diferente a la concepción italiana, brasilera o argentina donde, como veremos más adelante, las posiciones no necesariamente correspondían al espacio.
Así se crea la percepción de que el juego se divide en cuatro partes: defensa posicional, transición de defensa a ataque, ataque posicional y transición de ataque a defensa. El ataque posicional se convierte en una de las fases del juego, en especial para realizar ataques verticales dominando primero el espacio para hacer todo en el momento adecuado.
El ataque posicional es, de hecho, una forma de atacar controlando espacios, muy apreciada por el mundo anglosajón y sus raíces culturales, y no una fase propiamente dicha del juego. Asimismo, la defensa posicional puede ser reemplazada por otras formas de organización, como demostró más tarde Italia.
A finales del siglo XIX nació en Escocia la idea del fútbol de posesión, que temporizaba las acciones de los jugadores en lugar de buscar pases largos y luchar por ellos. Wilson afirma que este estilo se hizo famoso en el Queens Park de Escocia y fue exportado a otras partes de Europa por varios entrenadores.
La figura principal dentro de ese proceso fue Jimmy Hogan, un ex delantero del Bolton que entrenó con éxito en Hungría, Austria y Suiza. Exportó el juego escocés de toques cortos, posesión, movilidad entre posiciones y dominio del tiempo para conseguir llegar a las posiciones, construyendo lo que se llamó la “Escuela Danubiana”.
Las influencias variaron según cada país. En Austria, el “Wunderteam”, liderado por el legendario delantero Sindelar (quizás el primer “falso 9”), intercambiaba pases con gran movilidad entre los jugadores; mientras tanto, el estilo alemán era más rápido, y la Hungría de Sebes buscaba generar contextos con más transiciones.
Así, en el fútbol europeo nacieron tanto el estilo más posicional, que marcó una época entre los ingleses, como el “fútbol funcional”, que requería más movilidad, creación, asimetrías, funciones que describían movimientos (como el falso 9) en lugar de espacios a ocupar, y la fuerza individual en el control de los tiempos de juego para dominar los espacios. Del espacio al tiempo o del tiempo al espacio.
Si se observan las posiciones de fútbol en inglés, siempre están vinculadas al espacio (left back, right back, centre-forward, etc.). Nunca encontraron una manera de nombrar la idea del “falso 9”, una descripción de movimientos, compensaciones, una función descrita por el control del tiempo.
La influencia austro-alemana fue muy fuerte en el fútbol italiano, y la influencia húngara marcó el fútbol sudamericano, especialmente el brasileño. En el fútbol holandés es notable la influencia del fútbol clásico inglés. Y ahí nace una nueva forma de ver el dominio de los espacios, que luego desembocará en el “juego de posición”.
Este artículo es la segunda parte de la serie titulada «Entre la pelota y el hombre está el espacio y el tiempo». Podés consultar el resto de ella en los links de abajo.
- Introducción
- La tradición inglesa
- Holanda y su cultura
- Esperar en las posiciones
- El juego de posición cruyffista
- Encontrar el hombre libre
- Interactuar para dominar
- Jogo Bonito y La Nuestra
Este artículo fue publicado originalmente en portugués el 27 de abril de 2018: https://medium.com/@Jozsef_Bozsik/entre-a-bola-e-o-homem-h%C3%A1-o-espa%C3%A7o-e-o-tempo-ataque-posicional-jogo-de-posi%C3%A7%C3%A3o-e-ataque-89fd98088355