Del espacio-tiempo a las ideas: Homogeneidad y fordismo

El orden de las cosas cambia cuando se cruza el río Danubio: el objetivo es el mismo, pero dependiendo del lado del río el camino puede ser diferente. Última parte de esta serie de notas.

Por Clarissa Barcala (@clarissabarcala)

Traducción de Emiliano Rossenblum (@emirossen)

“Todo son dos toques. Todos entrenan con dos toques, por lo que todos juegan con dos toques. Creamos el ‘dostoquismo’. […] soy como un padre arrepentido”

Juanma Lillo

El impacto que tuvo el Barcelona de Guardiola fue de proporciones raramente vistas en la historia de este deporte. El juego de posición renovado fue tan dominante como hermoso, pero más importante que eso, era un juego moderno y científico, que creaba mecanismos claros capaces de ser replicados si se practicaban exhaustiva y obsesivamente en el entrenamiento. El Barcelona era bonito, sí, pero eficiente como una máquina bien engrasada. 

El entrenador tenía el control de todo y podía cambiar las posiciones y las interacciones de los jugadores a su gusto. La palabra clave es esta: control. Control sobre los espacios, sí, pero sobre las situaciones de juego, sobre los propios jugadores. El fútbol entendido casi como un juego de ajedrez.

Una “nueva” tendencia

Esa parecía la cara del fútbol moderno, una era de números, métodos y control. No más caos ni imprevisibilidad rudimentaria. De la misma manera que sociólogos como Karl Marx creían en una teoría evolutiva de la historia humana, donde la sociedad tendría un punto de partida y evolucionaría hasta un punto final, muchos teóricos del fútbol también tenían un punto de vista evolutivo.

Según ellos el juego evolucionó linealmente. Comenzó con el 2-3-5, pasando por el 3-2-5, 4-2-4, Catenaccio, Fútbol Total, 4-4-2 y 3-5-2 hasta llegar al 5-4-1. Dentro de esta visión, se popularizó la idea de que el Juego de Posición era la evolución final del fútbol, la cúspide de la táctica, el modo de juego perfecto, la culminación de décadas de evolución táctica en el deporte. La eficacia, la belleza y el dominio del Barcelona de Guardiola hacían que este discurso pareciera muy factible. 

El Juego de Posición comenzó a replicarse de manera casi fordista. Su método fue trasplantado a varias otras culturas sin que nadie se preocupara por la adaptación; después de todo, ese era el estilo de juego más moderno, no necesitaría ningún cambio. 

12 años después de que el Barcelona ganara su segunda (y última) Liga de Campeones con Pep Guardiola al mando, es difícil encontrar equipos que no practiquen variaciones incompletas del Juego de Posición.

La Brasil de Tite en 2022 jugó el Mundial 2022 con un ataque posicional tradicional. Este 3-2-5 no representaba la cultura del país, y por extensión, de sus jugadores.

Fútbol es cultura

El juego posicional inglés sólo logró arraigarse en tierras holandesas porque el país estaba desarrollando simultáneamente una cultura artístico-arquitectónica basada en la manipulación de los espacios para componer el conjunto. Aún así, mientras formulaba el Fútbol Total Rinus Michels asimiló y adaptó conceptos de la escuela danubiana para manipular los espacios del campo a partir de toques cortos. 

El fútbol húngaro sólo pudo influir en el brasileño porque la filosofía de romper posiciones para extraer el máximo de la técnica de cada uno estaba perfectamente en consonancia con el fútbol rebelde y disruptivo que se desarrolló en Brasil. 

Ni siquiera con todo eso el fútbol brasileño terminó de ser idéntico al húngaro, sólo adaptó los conceptos que mejor le servían para su propio escenario. Antropofagia, no homogeneización. 

Cuando llegó el momento de llevar el Juego de Posición a otros países, se olvidaron del aspecto cultural del fútbol. Imponer el Juego de Posición en Brasil sería tan dañino como imponer el ataque funcional en Holanda: son pueblos diferentes, con culturas diferentes que dieron origen a estilos diferentes. “Guardiola le hizo mucho daño al fútbol. Parecía tan fácil que todos querían copiarlo”, dijo Messi en una entrevista con el canal español Movistar.

Dentro de este nuevo escenario donde importa más el método que la cultura algunos tipos específicos de jugadores están muriendo. No hablo de los 10 clásicos, los laterales ni nada por el estilo: estoy hablando de estilos de juego. Si todos los equipos juegan según los principios del Juego Posicional, significa que todos los jugadores deben saber moverse como el Juego Posicional lo requiere.

Choques de estilo

“Tenemos esa costumbre de que en cuanto llega la pelota empezamos a correr con ella. Él (Guardiola) llega y dice: primero domina, luego te vas. […] El único roce que tuve con Guardiola fue ese de esperar, de quedarme más tiempo, de no importarme no tocar la pelota, jugar, participar en el partido. Él siempre pedía esto y me molestaba. […] me volvía loco, quiero disfrutarlo, quiero jugar, quiero participar. Solía volverme loco con él”

Gabriel Jesús

El problema no es el Juego de Posición o el ataque posicional, sino la imposición de estos conceptos y métodos de una manera universal, globalizada y sistematizada que tiene poca o ninguna consideración por las diferencias culturales de cada país. 

No importa cómo jueguen los jugadores de Flamengo, Brasil o Real Madrid; de hecho, no importa que estos equipos hayan construido sus respectivos pasados gloriosos exclusivamente en equipos funcionales. Tienen que adaptarse al juego de posición o al ataque posicional porque las prioridades del fútbol moderno son otras.

También puede ocurrir lo contrario. Los jugadores acostumbrados a los sistemas posicionales, a realizar movimientos más cortos pueden tener dificultades para adaptarse a los sistemas funcionales. 

Xavi describe que cuando jugaba con Aragonés en la selección española (un entrenador que prefería trabajar desde roles y no posiciones), hubo un choque inicial entre ambos: “Me decía, ‘ve donde va el balón y serás el dueño del juego’”. Xavi, que estaba acostumbrado al juego de posición del Barcelona, donde esperaba que la pelota llegase, tuvo dificultades para asimilar lo que Aragonés le pedía.

Alguien debe ceder

Algunos entrenadores, sin embargo, buscan abandonar algunos conceptos previos para adaptar a diferentes jugadores a sus sistemas. El propio Xavi dice sobre Frenkie De Jong: “En el Ajax solía ir donde estaba la pelota; un poco como Aragonés conmigo, así que he estado tratando de entender a Frenkie. […] Encontramos un sistema donde el mediocampista puede bajar a la base, el extremo se interioriza y el lateral es quien abre el campo. Entonces Frenkie está en su lugar natural”.

El mejor ejemplo es lo ocurrido entre Messi y Guardiola. Al estar mucho tiempo sin tocar la pelota el argentino se desconecta del partido. “Cuando llegué a Barcelona, un entrenador me dijo: ‘Aquí hay que soltarla, juguemos a dos toques. No regatees tanto.’ En los primeros años nunca jugué”. 

Guardiola explicó así su forma de adaptarlo: “Los entrenadores mayores siempre decían: ‘Pon a los buenos. Ellos siempre deben coger la pelota’. […] Queríamos que Messi la tocara lo máximo posible, y si tuviéramos otro jugador como él siempre nos preocuparíamos de que participara lo máximo posible. Esa era la idea principal: meterlo en el medio para que pudiera participar más, que no fuera algo esporádico como en la banda”.

El contexto juega

No existe un estilo universal. Cada escuela de fútbol nació en un contexto diferente, formada a partir de una cultura diferente. Algunos pueden incluso tener algunas afinidades, como el Danubio y el Sudamericano, pero sólo deben ser vistos como similares, compartiendo principios, no como iguales. 

El fútbol es ciencia, sin duda, pero también es cultura, identidad, personalidad. España e Italia, países tan cercanos, pueden tener estilos de juego radicalmente diferentes, tanto con balón como sin balón. 

Los clubes de un mismo país, como el Real Madrid y el Barcelona, tienen culturas antagónicas, y culturas que perduran desde hace varias décadas. Los diferentes estilos no sólo pueden, sino que deben, dialogar entre sí. Pero dialogar. Asimilar. No imponer, homogeneizar, borrar. Lo más bonito del fútbol, como diría Diego Simeone, es que cada uno tiene una respuesta y ninguna se equivoca.


Este artículo es la octava y última parte de la serie titulada «Del espacio-tiempo a las ideas». Podés consultar el resto de ella en los links de abajo.

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