Por Gabriel Fortuce (@EntrelinhasDJ)
«Creo que hay una decadencia cultural, están en otro mundo, y no entiendo cómo se puede jugar tan mal y sin ideas y sin sostener toda su historia brillante. Bienvenido sea que contra nosotros no anden bien”.
César Luis Menotti
Pocas veces la frase de un argentino tuvo tanto valor histórico al referirse al fútbol brasileño. Yo como brasileño crecí creyendo con argumentos que La Canarinha siempre fue la selección número uno, la que más ganaba y la que siempre se burlaba de los argentinos. Incluso cuando un campeón mundial argentino decía algo sobre Brasil, no lo tomaban en serio.
Sin embargo, hoy las cosas han cambiado, las palabras de este famoso entrenador que ganó el Mundial ‘78 nunca representaron tan bien el momento que atraviesa el fútbol brasileño.
Un equipo dos veces campeón del torneo olímpico acaba de quedar fuera de los próximos Juegos Olímpicos. Brasil perdió partidos considerados fáciles en otros tiempos. ¿Cómo es posible que una selección brasileña no convenza a nadie en ningún partido de un torneo preolímpico?
En primer lugar, es necesario comprender el contexto de formación de los actuales entrenadores en suelo brasileño. Exjugadores, como Ramón Menezes, hoy tienen acceso a un curso impartido por la CBF, que les hace olvidar todo lo que aprendieron desde que empezaron en sus clubes a mediados de los 80 y 90.
Lo que se les enseña es a copiar la moda, el Barcelona y La Masía, Guardiola, Manchester City… Todo ello es una referencia y el entrenador necesita reproducir esas estructuras de juego y entrenamiento allá donde vaya. Esto se fomenta desde el análisis en Internet, el periodismo e incluso los cursos de coaching de la Federación Brasilera.
¿Qué pasó con la selección de los años ‘70, el fútbol callejero, los equipos históricos de Luxemburgo y Telê Santana de los años ‘90? Expresaban nuestra cultura general y nuestra sociedad, provocaban envidia incluso a los argentinos. ¿Se debe tirar todo a la basura y quedarse ahí? Esta mentalidad llegó tras el 7 a 1 en el Mundial 2014 y fue llevada al pie de la letra desde las categorías inferiores.
Al técnico le preocupa figurar y ascender de categoría, aunque eso cueste la formación de los chicos, y eso tiene un costo altísimo. Además, a veces hay presiones por parte de empresarios y directivos para que el entrenador fuerce estos métodos, aunque no crea en ellos.
¿Cuántos jugadores que resuelven partidos con su habilidad natural (pasar, regatear, tirar tiros libres, rematar…), podemos encontrar hoy al más alto nivel? Ahora, jugadores polifuncionales, que cumplen a rajatabla funciones tácticas, genéricos y sin nada especial… de esos tenemos muchos. Los pocos talentosos, como Endrick, están sujetos a una estructura rígida que no mejora en lo más mínimo su juego.
De vez en cuando aparece un Vini Júnior, mucho más por las matemáticas que por cualquier otra razón: Brasil es un país de dimensiones continentales, el fútbol es el deporte primario sin competencia alguna. Evidentemente, aquí hay muchas más posibilidades de que aparezca un talento que en un país con 2 millones de habitantes.
Esto no tiene nada que ver con la calidad del entrenamiento, Vini Júnior incluso salió de Brasil sin saber utilizar su pierna izquierda y todavía lleno de deficiencias que debían corregirse en el Real Madrid B antes de brillar con los profesionales merengues. Brasil tiene mucho talento porque tiene mucha gente y el fútbol está en la sangre de la población, no porque tenga los mejores métodos de entrenamiento.
Dedicar la mayor parte del tiempo a un plan táctico desde los 6 a los 15 años con una metodología exclusivamente sistémica es un suicidio en la formación del talento. Posiblemente el único que se beneficiará es el entrenador por poder parecer más “moderno”, por presentar un juego similar de un equipo profesional importante de Europa en su equipo juvenil, etc.
Todo esto fue implementado por la CBF porque es la visión del juego que genera más ganancias, es la “científicamente probada” y es la forma encontrada para ser mejor vista por el resto del mundo, pero resultados vergonzosos como estos expresan esta paradoja. Las faltas de respeto van desde la falta de comprensión de la sociedad brasileña, como la cultura y su representación en el fútbol, hasta no entender los procesos de formación y tratar el fútbol con una política absurda.
A Brasil no le importa mirarse a sí mismo y eso empieza por el fútbol. Es una entidad que destaca sobre todo por sus polémicas fuera del campo: la vergüenza que está pasando el fútbol brasileño en el mundo tiene mucho que ver con la CBF antes que con cualquier otra cosa.
Lo que más admiro de los argentinos es su pasión por su cultura de juego, el orgullo de promover un fútbol formativo basado en las raíces locales. Desafortunadamente, Brasil perdió eso y los argentinos nunca estuvieron tan por delante como lo están hoy.
