Por Marcelo Lascala (@marcelo.lascala.9)
Me interpelan esos hinchas caracterizados, que entre tantas personas que concurren a un estadio, se destacan por su postura, su vestimenta, por la intensidad con la que viven el encuentro. Y cuando hablo de encuentro no hablo de un partido de fútbol, sino por la celebración que conlleva el encuentro en sí mismo…
Pero el hincha no solo está hecho de pasión y sentimiento. Las tribunas son también ecosistemas donde conviven el amor, el desamor, la música, el ingenio y lo insólito. Las reacciones, las demostraciones, las situaciones insólitas que se dan allí son condimentos necesarios para tratar de entender aquello que también le da vida a este deporte. Cuando se ingresa a un estadio, se atraviesa una sucesión de estados de ánimo difíciles de repetir en casi cualquier otro contexto.
¿Cómo se elige ser socio de un Club? ¿Se puede cambiar? Lo que seguro que cambian son las dinámicas que están directamente ligadas a cambios profundos en la sociedad: un gran ejemplo es el rompimiento hegemónico de lo masculino con la mayor participación en las tribunas de familias al completo, mujeres y niños. Cuando miramos hacia atrás, no hace tanto tiempo, el fútbol era cosa de «hombres».
¿Esos pocos hinchas debajo de una lluvia en la cancha de Sacachispas cantando por su equipo, sienten lo mismo que la multitud boquense convocada un domingo cualquiera? ¿Qué lleva a una población como la de Bangladesh a ser hincha del fútbol argentino?
Allí vemos como esa pasión la pueden despertar solo los tocados por la varita mágica, como Diego Armando Maradona o Lionel Messi. Solo estos fenómenos y habilidosos jugadores pueden lograr que una población tan distante pueda compartir el mismo sentimiento de los argentinos.
Es común que el sentimiento por el club del que se es hincha, sea consecuencia del pase de generación en generación, de padre o madre a hijo/a, pero también juega una cuestión de cercanía territorial. Siempre acompañan los recuerdos compartidos en una tribuna con los padres, con los hijos, con amistades hechas en las canchas, con quien te llevó por primera vez a un estadio. Personas que quizás ya no se encuentran físicamente, pero con quienes se reestablece en esos instantes de cancha un vínculo irrompible que perdura en lo eterno.
En el programa radial «De Una a Dos» entrevistamos a Macarena, hincha de Deportivo Morón, en la previa de un partido de la temporada 2023. Sus palabras fueron elocuentes en ese sentido: «Morón es todo, porque mi papá nos inculcó a nosotros de chiquitos que él ya venía con su padre. Hoy vine sola. Mi papá esta trabajando, pero yo siento su apoyo, siento que esta acá».
O este testimonio de un hincha de Rosario Central para TNT Sports en el que expresa con un nudo en la garganta todos los sentimientos que solo el fútbol y su entorno pueden movilizar: «Soy de Central, cómo no me voy emocionar […] Mi familia es Central». Tan simple y tan complejo.
Por supuesto que si hablamos de fútbol argentino siempre está presente el componente de lo insólito. Casarse vestido con los colores del club, promesas y alabanzas desmedidas, todo vale para asegurar el resultado esperado.
Sobran razones entonces para decir que el fútbol en la Argentina es un fenómeno cultural que imprime identidad. Los chicos dan sus primeros pasos en las calles, en humildes potreros, en clubes de barrio. El deporte, en algunos casos, se convierte en el vehículo de la movilidad social ascendente, pero siempre sus bases se afirman en la superación y en el puro juego. Comparto, en sintonía con el escritor mexicano Juan Villoro, que la pasión es el encuentro porque el fútbol es en realidad un pretexto para celebrarnos colectivamente.
Estos comportamientos, sentimientos, emociones, vivencias son una usina motivadora de una enorme pasión y amor que generan identidad, orgullo y un sentido de pertenencia difícil de igualar. Por eso y por muchas otras cosas más, en la pasión de los hinchas está la esencia del deporte que tenemos el privilegio de amar.