Moriyasu, el camaleón

La selección japonesa se quiere volver a afirmar como la más fuerte de Asia sin discusión. Para eso, la figura de su DT Hajime Moriyasu está siendo clave.

Por Marcos Cressi (@FutbolSamurais)

Desde la Revolución Meiji de 1868, cuando cayó el Shogunato de Tokugawa y se restauró el poder al emperador, Japón está viviendo un capitalismo manejado por la oligarquía. Esta situación se potenció aún más después de la Segunda Guerra Mundial cuando el gobierno financió a esas grandes familias para reconstruir la dañada economía.

Esta estrategia funcionó de maravilla durante las primeras décadas. Se pasó de ser un país destruido a uno industrializado y desarrollado en muy poco tiempo. Incluso se llegó a decir que el país del Sol Naciente iba a superar a los Estados Unidos, pero esa suposición nunca llegó a ser realidad. 

Tras los acuerdos del Hotel Plaza en 1985, donde se acordó que el yen se valorara frente al dólar, se entró en un estancamiento económico que ya lleva casi 40 años. Sin embargo, a pesar de las complicaciones, los gobernantes son siempre los mismos. 

Los últimos tres primeros ministros (PM) de Japón fueron el asesinado Shinzo Abe (nieto del criminal de guerra y ex PM Nobusuke Kishi), Yoshihide Suga (de más de 70 años y que proviene de una familia de élite en una de las regiones más pobres del país) y el actual Fumio Kishida, quién también proviene de una familia de políticos.

Con respecto al fútbol, Japón vive en una situación similar. Tanto la Asociación de Fútbol de Japón (JFA) como la J. League son dirigidas por veteranos y, al igual que pasó con la economía, hace varios años que se viene diciendo: “Cuidado con Japón que está creciendo a un ritmo rapidísimo”. 

Sin embargo, los resultados muestran que los Samurais Blues no ganan la Copa Asia desde 2011 y que nunca accedieron a los cuartos de final de un Mundial. Sin embargo, a diferencia de la sociedad local, que suele ser reacia a los cambios, el combinado nacional está siendo liderado por Hajime Moriyasu, un entrenador que desde el inicio mostró saber adaptarse ante la adversidad.

El inicio de su ciclo ilusionó a todos. Sus primeros partidos con el tridente Shoya Nakajima, Takumi Minamino y Ritsu Doan mostraron un buen fútbol que atrajo buenos resultados. Sin embargo, las lesiones de jugadores claves (Nakajima y Osako) lo obligaron a cambiar y, a pesar de unos rendimientos dudosos, alcanzó la final de la Copa Asia que terminaría perdiendo ante Qatar.

Cuando las derrotas vs Omán (!) y Arabia Saudita hicieron que la clasificación al Mundial 2022 peligrara, tuvo que volver a modificar el equipo. Quitó a unos de sus protegidos, como lo era Gaku Shibasaki, para formar un mediocampo con Endo, Morita y Tanaka. 

Ellos aportaron mucha intensidad y juego pero una noche nefasta en Osaka ante Túnez hizo que se altere todo otra vez. Los africanos mostraron lo débil que eran los nipones ante equipos que le jugaban al contraataque y de esa forma aprovecharon los espacios dejados por el único pivote Wataru Endo.

Aún así el entrenador se volvió a aclimatar. Regresó al 4–2–3–1 e incluso usó un 3–4–2–1 durante el Mundial. ¿Los resultados? Triunfos históricos ante Alemania y España y por primera vez en la historia se clasificaron a los octavos de final en dos ediciones seguidas del torneo de fútbol más importante.

Y esa es la gran virtud del nacido en Nagasaki. Adaptarse ante el peligro como si fuera un camaleón protegiéndose de un depredador en la jungla. Esa es la razón de por qué, a pesar de las críticas, los malos momentos y la presión, sigue estando al frente del seleccionado. Incluso en el último triunfo 4–1 vs Alemania, mostró una característica nunca antes vista: jugó dependiendo de lo que pedía el partido.

Una de las grandes críticas a la selección japonesa es que eran poco inteligentes ya que jugaban igual en cualquier contexto. Sin embargo ante los alemanes primero mostró una presión alta y mucha velocidad en sus ataques, luego por momentos controló la posesión y mantuvo la calma para cerrar el partido con una férrea y sólida defensa.

“El Mundial lo ganan los equipos cautos, que saben cuándo atacar y defender. No uno que avasalla y está continuamente en campo contrario. Nos tenemos que adaptar a eso. La inteligencia forma parte del fútbol. Si algo no nos conviene, tendremos que hacer otra cosa”, declaró el argentino Lionel Scaloni poco antes de su consagración mundial en Qatar.

Otra gran virtud en esta segunda etapa fue que luego de la derrota ante Colombia en marzo de este año se decidió no imponer un estilo de juego, sino comunicarse con los jugadores para armar un sistema donde ellos se sientan cómodos.

“El entrenador (Moriyasu) escucha las ideas de los jugadores y construye el equipo con nosotros, teniendo en cuenta nuestras opiniones a través de los debates. Todo esto ha ayudado al equipo a progresar”.

Ritsu Doan luego del triunfo 4–1 ante Perú

¿Alcanzará la adaptación de Moriyasu para que por fin Japón de el salto al siguiente nivel? Eso lo dirá el futuro, pero lo que está claro es que todavía hay que mejorar varios aspectos. ¿Cómo se jugará ante rivales que decidan defenderse en su área y salir al contraataque? ¿Cómo se hará para que se abandone la mentalidad mediocre y conformista? Todas estas son preguntas que se deberán responder si se quieren lograr los resultados deseados por la JFA.

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