El Juego de Aproximación: La concepción de los espacios

Los sistemas defensivos se adaptaron al juego de posición y esta dinámica trae nuevos paradigmas para la organización ofensiva. Tercera parte de esta serie de notas.

Por József Bozsik (@Jozsef_Bozsik)

Traducido y editado por Emiliano Rossenblum (@EmiRossen)

Cervera propone leer la organización ofensiva desde tres espacios: el espacio de intervención, el de ayuda mutua y el de cooperación. El espacio de intervención es el más pequeño, el más específico. Está entre la pelota y el jugador que interviene directamente, en una circunferencia de 1-2 metros. Es en esta zona donde los sistemas presionan al portador de la pelota y limitan sus opciones de pase. 

En la zona de ayuda mutua tenemos el espacio entre el jugador que tiene la pelota y los que lo rodean, es decir, es el espacio donde se ubican los jugadores que tienen la posibilidad de ayudar a quien tiene la pelota y está siendo presionado. 

Por último, el espacio de cooperación es el más amplio, ya que involucra a los jugadores más cercanos al portador de la pelota (zona de ayuda mutua) con los jugadores más alejados de la pelota y que también pueden ser una opción de pase. El jugador que posee la pelota puede verse en relación con su equipo desde estos tres espacios de cooperación. 

Respecto a la zona de intervención en el juego de posición, Cervera afirma: “El juego de posición busca como elemento primigenio superioridad numérica sobre primera línea de acoso para encontrar el ‘hombre libre’ a través de estirar las distancias de relación entre compañeros y hallar liberados en intervalos en líneas posteriores.”

Eso se traduce en que “Ante equipos que realizan presión alta a intermedias, esa supuesta superioridad genera un estrés a esos primeros participantes, ya que están inmiscuidos en circulaciones ante acosos a alta intensidad muy cerca de la propia portería y es muy complejo encontrar liberados a espalda de segunda línea de acoso que están siendo controlados en proximidad.”

Como respuesta a superar esta presión, propone el juego de aproximación: “No busca como leit motiv una superioridad en primera línea, de hecho puede que no sea recomendable, el objetivo es que el jugador en zona de intervención pueda reducir el estrés que provoca el acoso a alta intensidad de su oponente directo y aprovechar los espacios que éstos dejan durante su carrera de aproximación y superar su intervención, ya sea a través de una relación simple o de una pared”.

Para ello, el compañero que se encuentra en la zona de intervención dispuesto a crear la primera pared en progresión debe aprender a interpretar el mejor movimiento. Según él, hay tres pasos necesarios para conseguirlo: 

a) reconocerme dentro del juego para discernir cuál es mi papel en la interacción momentánea que tendré con mi compañero, con el objetivo de reconocer las posibilidades; 

b) controlar el espacio horizontal antes de recibir la pelota, lo que implica interpretar qué espacios están vacíos y pueden ser explorados para que desde allí el equipo avance; 

c) ofrecer continuidad después de dar el pase. En el libro, Cervera ofrece una ilustración de estos tres momentos utilizando al Borussia Mönchengladbach como ejemplo. Con fines ilustrativos reproduzco el tercero (p. 49).

Acercar a los jugadores en el “espacio de intervención” vacía espacios que pueden ser explorados cuando se supera la presión, ya que el “juego de aproximación” genera opciones para pasar y despejar al hombre con pelota y también áreas vacías para explorar teniendo en cuenta que uno de los objetivos del planteamiento es aprovechar el espacio detrás de los jugadores que presionan.

En la zona de ayuda mutua es fundamental contar con varias opciones de pase que puedan dar movilidad al equipo a través de paredes. “Si echamos la vista al pasado, en los años 80, en campo propio muchos equipos utilizaban referencias nominales para tener siempre presencia sobre el poseedor de balón y restar espacio en zonas de ayuda mutua a potenciales receptores”.

Para sobreponerse a ese tipo de marcajes la respuesta estaba en conseguir mayor fluidez. “Además de los recursos individuales de los jugadores más desequilibrantes, los grandes equipos eran muy líquidos, dinámicos con mucha movilidad e intercambio posicional, buscaban constantes superioridades cerca del poseedor para buscar paredes y eliminar a dos defensores a la vez, atraían unidades de defensores rivales para buscar el cambio de orientación a zonas menos densas”.

En el espacio de la cooperación, la estrategia es más global. Al reunir a los jugadores para que se apoyen mutuamente en la zona de ayuda mutua, hay muchos espacios vacíos (que Cervera llama “espacios descubiertos”) por explorar. La interpretación de los jugadores es fundamental para infiltrarse en estos espacios. 

El equipo puede hacer esto agregando rivales adentro y usando el espacio afuera; atraer jugadores a un lado del campo y atacar el espacio vacío del lado opuesto; etc. La clave es conseguir tiempo y espacio después de superar la presión del oponente sobre el hombre de la pelota. Atacar el espacio vacío (espacio descubierto) se convierte en la consecuencia del juego de aproximación y para ello es importante saber cambiar los pasillos y la dirección del ataque. Se utiliza una captura del Bayern para ilustrarlo (p.57).

No sorprende que la mayoría de los ejemplos dados por el escritor procedan de equipos alemanes o de equipos dirigidos por alemanes. El estilo bávaro siempre ha sido el más vertical dentro del juego móvil. 

En una entrevista con El País le preguntaron a Dani Olmo (que jugó en las inferiores del Barcelona) ​​si el Leipzig jugaba en posicional. Su respuesta fue: “Aquí jugamos más juntos, intentando apoyar a otros jugadores para darle más velocidad al juego. Si nos abrimos, no podremos jugar tan rápido como lo hace el entrenador. Por eso intentamos reunirnos lo más posible, como en el futsal”.

Dani Olmo resumió en su respuesta la diferencia de esencia entre lo que Cervera llama “juego de aproximación” y el juego de posición. Lo que llamé un ataque funcional para organizar el movimiento por funciones y ganar orden a través de acercamientos al hombre con la pelota.

El fútbol brasileño no necesita imitar el fútbol alemán ni las nuevas tendencias, pero entender lo que pasa en el mundo puede revalorizar sus raíces y darle un nuevo significado a su camino. Necesitas inspirarte en el exterior para construir tu propio camino con autenticidad. Eso es lo que hicimos en Brasil empezando por Dori y Béla. No simple imitación, sino antropofagia.

Por suerte, tenemos a Zico, cuyo fútbol destila el don de gracia que posee como ser humano, y a muchos otros que comunican a través de la tradición oral (fuente legítima de historiografía y conocimiento) el pasado táctico del fútbol brasileño, lo que nos ayuda a reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro futuro.


Este artículo es la tercera y última parte de la serie titulada «El Juego de Aproximación». Podés consultar el resto de ella en los links de abajo.

  1. Las raíces del fútbol brasilero
  2. Cuando João Saldanha y Adrián Cervera se encuentran
  3. La concepción de los espacios

La versión extendida de este artículo fue publicada originalmente el 16 de febrero de 2021 en https://medium.com/@Jozsef_Bozsik/sobre-o-jogo-de-aproxima%C3%A7%C3%A3o-quando-jo%C3%A3o-saldanha-e-adri%C3%A1n-cervera-se-encontram-eabe6854f1d2

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