El Juego de Aproximación: Las raíces del fútbol brasilero

Los sistemas defensivos se adaptaron al juego de posición y esta dinámica trae nuevos paradigmas para la organización ofensiva. Primera parte de esta serie de notas.

Por József Bozsik (@Jozsef_Bozsik)

Traducido y editado por Emiliano Rossenblum (@EmiRossen)

Escuché varias veces que al fútbol brasileño no le preocupaba la organización ofensiva ya que dependía de la inspiración y la libertad. Una especie de “hacé lo que quieras”. A veces, los jóvenes quieren respuestas preparadas y caminos ya trazados que se puedan reproducir tal cual son.

Incorporan verdades y métodos hegemónicos y cierran su sensibilidad a lo diferente respecto del paradigma que aceptaron. Para comprender el espíritu de la organización ofensiva que fue hegemónica durante décadas en el fútbol brasileño, es necesario estar dispuesto a reflexionar y dudar. 

La organización ofensiva del juego que llegó a ser reconocido como “brasileño” no estuvo dada por una rígida predeterminación de espacios, estirando a los jugadores en las zonas ofensivas. Era más bien una organización del movimiento de jugadores.

“Na Bôca do Túnel” es un libro clásico sobre táctica en el fútbol brasileño de los años 1960. João Saldanha escribió en la introducción una frase muy representativa: “Antes, cuando un jugador invadía la posición de otro compañero, inmediatamente lo regañaban: “Fuera, acá entorpecés el juego. Andá a tu posición”. Y el entrenador apoyaba esta respuesta. Un jugador que hoy dice esto no merece entrar al campo”.

Sostengo que el estilo del fútbol brasileño que encantó al mundo (“O Jogo Bonito”) se formó en los años 1960, ganó identidad en los años 70 y 80, y experimentó su madurez en los años 90. Saldanha hablaba de uno de los aspectos más importantes del estilo brasileño: invadir la posición de tu compañero significa acercarse.

Es obvio que todas las propuestas de juego siempre han existido en Brasil, pero lo que se conoció como “fútbol brasileño” por ser tan admirado en el extranjero fue un juego de aproximación, con gran deleite en la habilidad, la creatividad, la técnica y la autenticidad.

Decir que el fútbol brasileño atacaba buscando acercarse para hacer paredes y progresar en el campo no quiere decir que todos iban hacia la pelota y eso resumía todo. No es verdad. El movimiento se consideraba lo más importante del juego, entonces era necesario organizarlos, sincronizarlos y brindar un parámetro para que los jugadores interpretaran y crearan sus acciones. Para organizar el movimiento surgió la idea de función. 

Brasil no fue pionero en este fútbol móvil y de aproximación. El judío húngaro Dori Kürschner fue entrenado en el MTK de Budapest por Jimmy Hogan, una figura mítica que habría difundido el juego móvil por todo el Danubio. 

Huyendo del creciente antisemitismo en Europa (Hungría sería un aliado del Eje desde 1941), Dori llegó a Río de Janeiro y entrenó a Flamengo y Botafogo. En Flamengo, Flávio Costa fue su asistente. Ya se ha escrito mucho sobre las contribuciones de Flávio Costa, seleccionador de Brasil en el Mundial de 1950, a la hora de configurar el juego brasileño con diagonales defensivas y ofensivas. 

Otro húngaro que entrenó en nuestro fútbol fue Béla Guttmann en el São Paulo. Su asistente era Vicente Feola, seleccionador de Brasil en el Mundial de 1958, quien adoptó un 4-2-4 dinámico y flexible con funciones específicas para cada jugador.

El fútbol brasileño incorporó la sabiduría de Europa del Este y construyó su propia identidad. Por tanto, para organizar el movimiento ofensivo de los jugadores se adoptó la idea de función (de ahí que llamo a este tipo de organización “ataque funcional”). 

Sin embargo, la organización del movimiento no se limitó únicamente a su función, también fue necesario establecer una serie de interpretaciones para que el equipo progresara en el campo. Acercarse era el primer paso. El segundo fue la comprensión del espacio vacío: moverse por el campo para acercarse a su compañero y apoyar al hombre con la pelota creó una asimetría táctica en el equipo y, al mismo tiempo, creó un espacio vacío. Un compañero debe entender dónde está ese espacio vacío, infiltrarse y recibir la pelota en el “punto futuro”. La aproximación necesita movilidad para funcionar.

En la tradición oral encontramos varias explicaciones de Zagallo, Carpegiani, Coutinho, Gerson, Zico o Rivelino sobre la importancia de la pared dentro de esta forma de jugar:

a) tengo la pelota

b) el compañero se acerca a mí y se desmarca para recibir 

c) Paso la pelota y avanzo buscando el espacio vacío para recibirla de vuelta.

d) Cuando la recibo un tercer jugador también se está desmarcando, buscando el espacio vacío para darme una opción de pase corto.

e) un cuarto jugador se desmarca buscando un pase más largo por detrás de la defensa. 

Un fútbol basado en llegar y no estar; en la organización de los movimientos y no en la ubicación en una zona concreta. Este juego lo heredamos –por afinidades culturales– de Europa del Este, Baviera y el Sur de Europa, y lo compartimos con el cono sur de América. Cada uno manteniendo sus particularidades. En Argentina es la famosa fórmula “toco y me voy”.

En este sentido, el gran desafío para los entrenadores más cercanos a esta tradición hegemónica en Brasil fue encontrar formas y métodos para organizar estos movimientos. En la concepción no había tantos secretos: un atacante retiene la pelota, el otro tiene que buscar el contraataque; un centrocampista hace un apoyo corto, el otro tiene que proyectarse para recibirlo en una diagonal ofensiva larga. 

De esa forma el equipo variaría los espacios libres en altura y dirección. El jugador de la diagonal ofensiva larga también garantizaba la posibilidad de cambiar de frente con un compañero entrando por sorpresa por el lado contrario. 

Ejecutar bien, encontrar la sincronicidad de los movimientos, la compenetración entre los jugadores, comprender los movimientos, siempre ha sido el mayor desafío metodológico. Este fútbol brasileño siempre ha sido mi gran pasión, ya que redimió el juego de Danubio y lo convirtió en el arte más grande jamás producido a través del fútbol. 


Este artículo es la primera parte de la serie titulada «El Juego de Aproximación». Podés consultar el resto de ella en los links de abajo.

  1. Las raíces del fútbol brasilero
  2. Cuando João Saldanha y Adrián Cervera se encuentran
  3. La concepción de los espacios

La versión extendida de este artículo fue publicada originalmente el 16 de febrero de 2021 en https://medium.com/@Jozsef_Bozsik/sobre-o-jogo-de-aproxima%C3%A7%C3%A3o-quando-jo%C3%A3o-saldanha-e-adri%C3%A1n-cervera-se-encontram-eabe6854f1d2

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