Volver al futuro

El fútbol de «antes», ¿era mejor o peor? ¿Los jugadores de hoy podrían destacar en otras épocas? Intentamos reflexionar sobre el tema.

Por Guido Ramos (@julioarguelles_)

La guerra entre épocas hoy está más viva que nunca. Las redes sociales funcionan como instrumentos que radicalizan la opinión de las masas y hasta el más nimio de los temas se vuelve una razón para dividir dos bandos y entrar en la batalla.

El futbol de antes siempre se midió con el actual (cualquiera sea esa actualidad). Que el futbol ha perdido técnica y que ahora se centra más en la preparación física y en la táctica, es algo que se viene repitiendo incesantemente desde hace más de 100 años.

Hoy existen dos corrientes extremistas, está el grupo “Olviden el futbol prehistórico” (entendiendo como “futbol prehistórico” todo el desarrollado antes de 1990) y, en la otra vereda, los muchachos “maten al futbol moderno”. Ambas parcialidades tienen su propia forma de ver esta dicotomía, pero comparten una gran similitud: la saña y el rencor hacia el otro grupo.

En medio de esta gresca surge la pregunta ¿podrían los futbolistas de ayer jugar en este futbol? ¿Y los de hoy en aquel?

Estos

Para “los de antes” el futbol ha perdido su calidad de espectáculo. Ya no salen esas grandes figuras que la descosían en el pasado. Se las han tragado esos hornos industriales que son las divisiones inferiores de la actualidad. Los futbolistas, cuando no están en el gimnasio, están tratando de lanzar su figura en los medios a través de las redes sociales. Se ha perdido el color, la capacidad de salirse de la norma, la creatividad.

¿Cómo podrían estos atletas destacarse en ese futbol de genios, de técnica depurada y jugadas esculpidas con la paciencia del artista? ¿Podrían afrontar una marcación sin restricciones y hacer pie en esas canchas con más barro que pasto?

Aquellos

Para “los de ahora” lo de antes ya fue. Se dan media vuelta y ven para adelante, si total están amparados por el tiempo que corre siempre en esa dirección. Yo no he visto nunca el tiempo retroceder o pararse, por más de que se lo hayan pedido con tanta insistencia. Con el futbol pasa lo mismo, la evolución se come al jugador en blanco y negro.

A los futbolistas del pasado no les daría para jugar de la misma forma en el presente, con la exigencia que hay dentro de la cancha (falta de los espacios que antes gozaban, permanente elevación del ritmo de juego, etc.) ni fuera (régimen físico, compromiso, etc.). Es como si los de antes fueran tontos, lentos de cabeza, inocentes.

Un intento de opinión

Está claro que no es posible hacer un juicio incontestable. Pero según entiendo, todo esto le hace cierto mal al futbol. No le encuentro sentido al mostrarse tan escéptico frente a otras épocas o frente a esta que está sucediendo.

Porque también hay que aclarar eso, no creo que lo que se esté discutiendo es si el futbol de antes o el de ahora son “esto” o “aquello”, siento que la discusión pasa por otro lado y termina atravesando al deporte, dividiéndolo injustificadamente. El futbol es uno, y si uno empieza a ver ambas caras de la moneda se va a encontrar con más similitudes que diferencias y que muchas de las características que se le atribuyen a un futbol o al otro son sobreestimaciones que rozan lo ridículo.

Por supuesto que ha cambiado el futbol. Ha cambiado tecnológicamente, tácticamente, etc. pero si fuese verdaderamente algo distinto, “otra cosa”, se le hubiera cambiado el nombre. Creo que veintidós cabezas, una número 5 y 7700 m² funcionan igual hoy, en 1980, en 1960 y en 1940.

No me gusta ese tono beligerante que está tan de moda porque, además, si uno no busca esa confrontación permanente entre el pasado y el presente, tiene la posibilidad de disfrutar ambas realidades. Si diéramos a elegir entre Maradona, Messi o los dos, ¿quién los elegiría por separado? Es así de sencillo.

Así fue mutando el número cinco de la selección entre 1930, 1986 y 2022.

El cambiazo

Ahora hagamos nosotros el ejercicio de comparar épocas y traernos un jugador de “aquella época” y, del mismo modo, llevemos jugadores actuales al pasado. ¿Qué va a pasar? No lo sabemos, es un caso hipotético en el que no tenemos nada concreto que nos avale. Lo más prudente sería decir que algunos encajarían, otros necesitarían más adaptación y otros no podrían.

Los grandes genios, por más vueltas que se le dé al asunto, son “de todos los tiempos”. Después, del resto, podemos discutir un poco más. Y para eso hay algunas cuestiones específicas a tener en cuenta.

Diferencias tecnológicas

Las diferencias tecnológicas son enormes. No pueden ser pasadas por alto. El peso de la pelota es distinto en una época que en la otra, antes era más pesada y al estar hecha de cuero era susceptible al agua, llegando a triplicar su peso. Esta diferencia en el material también hacía distinto el tacto con el balón y su vuelo, hoy la aerodinámica de la pelota es mucho mayor.

La ropa también ha cambiado, hoy las camisetas resisten el sudor y el agua eficientemente. Los botines están diseñados para favorecer el arranque y la comodidad del jugador. José Santamaría, histórico defensor del Madrid, habló recientemente de estos cambios y cuando se refirió a los botines de su época describió una peligrosa situación que vivían los futbolistas ya que al desgastarse la suela los remaches podían llegar a cortar e infectar el pie del jugador.

El mayor avance, sin embargo, se produjo en la calidad del campo de juego. Hoy en los grandes estadios hay tapices en vez de pasto y el juego que permite desarrollar esto no tiene nada que ver al que permitían las canchas de los 80’s llenas de desniveles y pozos, o las de los 40’s que ni siquiera tenían pasto algunas.

Reglamento

La ley del offside ha ido mutando con el paso de los años. En 1925 se bajó la cantidad de jugadores necesarios para estar habilitado de tres a dos, y a partir de ese entonces se fueron cambiando cuestiones como si estar en la misma línea es o no offside, o qué partes del cuerpo cuentan.

Otra regla muy importante fue instaurada en 1992 y prohíbe que al pasarle la pelota al arquero éste la agarre con la mano. Puede parecer una regla con poca incidencia en el juego pero lo cierto es que lo cambió todo, era la manera más usada para hacer tiempo además de ser un instrumento de gran eficiencia para truncar la presión a la defensa.

También los árbitros y sus herramientas han cambiado. No solo decir que la severidad que tienen ahora no la tenían antes, ni mucho menos, sino que antes de 1970 no existían las tarjetas rojas y amarillas -ni hablar de VAR o intercomunicadores-.

Lo extrafutbolístico

Aquí son varias las aristas que pueden tocarse. El público de hoy no tiene nada que ver con el de hace 30 o 60 años. En cuanto a lo futbolístico, hoy existe una mirada mucho más crítica. Cuando le meten un gol a nuestro equipo lo primero que se piensa es “¿Por qué no cerró el 2? ¿Dónde estaba el 4? ¿Qué quiso hacer el wing?”. Antes se pensaba menos en esas cuestiones.

Han cambiado los paradigmas en las tribunas. Recuerdo leer una entrevista de Di Stéfano en la que decía que antes, en el ’40, el que era rápido era el tronco, hoy es completamente al revés… Habría que ver también el tema de las redes sociales, otro gran cambio, porque si bien siempre se miró de reojo la vida privada de los futbolistas, antes no había un medio tan masivo que ventilase tanta información.

¿Cómo reaccionaría la hinchada de River si, por ejemplo, todas las semanas saliesen videos de Moreno o Pedernera en los boliches de actualidad? El entrenamiento y la exigencia como profesionales es otro tema. Me gustaría citar a Antonio Sastre, un extraordinario jugador de Independiente al que le hacía muy mal el entrenamiento: “Sáquenme del equipo si juego mal pero primero déjenme jugar con mi poco entrenamiento, A mí la gimnasia me mata” dijo cuando llegó al fútbol brasilero.

Táctica

Tácticamente también ha cambiado el fútbol, muchos de estas diferencias provienen de los cambios en el reglamento. El cambio más visible tiene que ver con la disposición de los jugadores, su movimiento, los espacios que se crean y se ocupan y los tiempos que se manejan en consecuencia.

No se marca más, necesariamente, pero sí se amontona gente estratégicamente. Creo sin embargo que la capacidad de adaptación de los jugadores prevalecería ante cualquiera de estas diferencias en la medida que ellos mismos se lo propongan. Al fin y al cabo, como dijo Carlos Peucelle, el fútbol “es uno solo y todotiempo”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *