Manifiesto Madridista-Trotskista: Un club como símbolo

Una reflexión sobre las causas que llevan a algunos a pensar que la mecanización del fútbol es el camino a seguir. Tercera parte.

Por Clarissa Barcala (@clarissabarcala)

Traducción de Emiliano Rossenblum (@emirossen)

Si Trotsky es quien señala y lucha activamente contra la degeneración burocrática del estado obrero, sedimentando la línea ideológica del trotskismo, la lucha contra la burocratización y homogeneización del fútbol también tiene sus pilares. Podría enumerar muchísimos, pero influenciada por mi afición al club elijo el Real Madrid y la esencia de su cultura ganadora para ejemplificar.

Como expliqué en un texto anterior, eso va más allá de ganar a cualquier precio; todos los equipos ganadores y destacables que tuvo el Real Madrid (el equipo de Di Stéfano y Puskás, la Quinta del Buitre, los Galácticos, los tricampeones de la Champions) quedaron profundamente sedimentados en el encuentro de grandes jugadores.

La valoración y jerarquía del talento, la construcción de escuadras galácticas alineadas en fluidos esquemas tácticos imposibles de numerar, movimientos que rompen con la lógica del orden de los espacios, la libertad posicional y la resistencia al orden externo que busca suprimir las singularidades de los talentos de los jugadores. Todo eso forma parte de la identidad del club más allá del no darse nunca por vencido.

Saber interpretar

Su esencia no podría estar mejor representada que con Carlo Ancelotti. Él comprende el verdadero papel de un entrenador: no un dictador burocrático que quiere tomar la iniciativa en el juego, sino un líder tranquilo que utiliza su visión privilegiada y su profundo conocimiento táctico y teórico a lo largo de los años de estudio para construir diálogos más profundos con los jugadores, comprender la singularidad de cada uno, aprovechar los talentos del elenco y construir un equipo a partir de eso. 

Utiliza la táctica no como una forma de controlar y estandarizar a los jugadores, sino para mejorar la técnica individual de cada jugador, combinarlos en un colectivo y construir el equipo. “El entrenador ve el conjunto, combina las cualidades individuales y forma el equipo”, afirma Ancelotti.

El Real Madrid es un equipo profundamente relacional y funcional.

La luz que alumbra

“Tenemos que crear, como antes de manera empírica, ahora de manera más reflexiva, cómo vamos a aprovechar mejor las características de nuestros jugadores y, de manera más profunda, de nuestra gente”

Fernando Diniz

El máximo exponente de la línea ideológica relacionista dentro de la nueva generación de entrenadores es Diniz. El brasileño ha impresionado a los espectadores de fútbol en los últimos años aplicando a sus equipos un estilo de juego único, un fútbol funcional incluso más ortodoxo que el de Ancelotti, que recordaba mucho a los representantes más tradicionales de la escuela de fútbol sudamericana como Brasil en 1982. 

Diniz abraza el caos, rechaza la mecanización de los movimientos de los jugadores y, por eso, cada jugada que diseñan sus equipos tiene algo nuevo, inesperado, que nunca antes había sucedido y nunca volverá a suceder. Permite que sus jugadores cometan errores, siempre y cuando se expresen, siempre y cuando se den en el campo, siempre y cuando trasplanten su talento al juego. 

Equipo agrupado alrededor del balón en un sistema asimétrico, libertad posicional de los jugadores y movimientos largos siempre según las funciones de cada uno.

La persecución

En su libro “El profeta armado” el autor Isaac Deutscher señala que “Durante unos 30 años, las poderosas máquinas de propaganda del estalinismo trabajaron furiosamente con el objetivo de arrancar el nombre de Trotsky de los anales de la revolución, o dejarlo allí sólo como sinónimo de archi-traidor. Para la actual generación soviética, y no sólo para ella, la vida de Trotsky es casi como una antigua tumba egipcia, donde sabemos que estuvo el cuerpo de un gran hombre y la lista, grabada en oro, de sus hazañas”.

Deutscher afirma además que la autobiografía de Trotsky, «Mi vida», estuvo muy condicionada por su batalla ideológica contra Stalin y los burócratas soviéticos: «Trotsky luchó contra los violadores de tumbas en sus páginas». Quienes luchan contra la actual estructura de poder siempre encontrarán represalias de proporciones absurdas. 

En el fútbol pasa lo mismo. Entrenadores singulares como Dorival Júnior, Ancelotti o Diniz son blancos constantes de ataques por parte de gran parte de la prensa y de la propia academia intelectual del fútbol, que actúan como estalinistas que rompen tumbas. 

Los equipos de estos entrenadores son etiquetados como simplistas, tácticamente superficiales, desorganizados, atrasados e insuficientes para las exigencias del fútbol moderno. 

El Flamengo de Dorival Júnior tenía los mismos principios que los equipos de Diniz y Ancelotti. En la foto, nadie abre el campo ni por la derecha ni por la izquierda.

Desconocer el contexto

Las acciones de los violadores de tumbas buscan erradicar cualquier rastro de cultura que no siga el idealizado fútbol moderno, basado en la intensidad que prima sobre el talento, la mecanización de los jugadores, la estandarización de los estilos de entrenamiento y juego y la profunda disciplina táctica. 

El ejemplo más claro de esto es, por supuesto, el Brasil de Tite: el equipo cinco veces campeón del mundo y fiel representante del fútbol funcional y relacional sudamericano se transformó en un equipo mecanizado, con los jugadores distantes y atados a sus posiciones, en un intento fallido de emular el estilo de Guardiola. 

Los saqueadores de tumbas convierten a todos los jugadores en engranajes de un engranaje. El genio inventivo, el as disruptivo prácticamente ya no existe; fue asesinado con el pretexto de no encajar en la intensidad moderna. Los jugadores sólo sirven si son útiles para el sistema.

La Brasil de Tite jugó en una rígida formación 3-2-5.

Un silencioso boicot

Los ecos de la tendencia llegaron incluso al Real Madrid, el mayor representante del relacionismo en toda la historia del fútbol. Representados en las figuras de Florentino Pérez, presidente del club, y José Ángel Sánchez, director deportivo, buscan sabotear la obra de Ancelotti siempre en favor de un perfil más moderno que reproduzca el fútbol intenso y vertical actual. 

Además, abandonaron la idea de fichajes galácticos, es decir, apostar por jugadores de gran talento, estrellas generacionales, que van más allá de lo común y trascienden en cada movimiento, para favorecer, una vez más, perfiles más modernos. 

Jugadores como Enzo Fernández, Khvicha Kvaratskhelia, Antoine Griezmann, Thiago Alcântara e incluso el joven Nico Paz, canterano del Real Madrid con un talento muy raro de encontrar en el fútbol, pasan desapercibidos para priorizar nombres como Bellingham. 

No todo cambio es evolución

Justamente el inglés es, sin duda, un excelente jugador, pero nada más que eso. No es una estrella generacional que trasciende en cada obra y tiene un talento único, imposible de reproducir; es intenso, omnipresente y vertical, perfecto para el fútbol moderno, pero no encaja en el estilo del club.

“Los equipos de LaLiga no podrán castigarles, pero la mejor versión de Enzo (Fernández) siempre catalizaría al Real Madrid hacia su mejor versión colectiva, el relacionismo extremo. Mientras eso no ocurra, las distancias entre jugadores aumentan, el número de centros al área aumenta, las prisas por llegar a la entrada al área rival invaden el cuerpo de cada jugador, etc. Bellingham es puro capitalismo aceleracionista en lo que era un tranquilo falansterio comunista” afirma Gorka Melchor

El estalinismo burocrático que invade el bastión trotskista ha ido socavando cada vez más la cultura del Real Madrid, y los profanadores de tumbas están royendo la última cuerda que ata al club merengue a sus raíces relacionistas, ya que parece poco probable que Carlo Ancelotti renueve más allá de 2024.

Lo que sí parece bastante posible es que sea reemplazado por el nombre moderno del momento. Sin embargo, así como el trotskismo resistió al genocidio ideológico promovido por los estalinistas, el madridismo, o mejor dicho, el madridismo-trotskismo, tiene la ardua tarea de combatir el fordismo y la homogeneización disfrazada de modernidad que dan forma al fútbol actual.


Este artículo es la tercera parte del «Manifiesto Madridista-Trotskista». Podés consultar las otras dos en los links de abajo.

  1. Instituciones y relaciones
  2. Democracia y burocracia
  3. Un club como símbolo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *