Manifiesto Madridista-Trotskista: Democracia y burocracia

Una reflexión sobre las causas que llevan a algunos a pensar que la mecanización del fútbol es el camino a seguir. Segunda parte.

Por Clarissa Barcala (@clarissabarcala)

Traducción de Emiliano Rossenblum (@emirossen)

“La burocracia logró algo más que la Oposición de Izquierda. Conquistó el partido bolchevique. Derrotó el programa de Lenin, que había visto el principal peligro en la conversión de los órganos estatales «de servidores de la sociedad a amos de la sociedad»».

León Trotsky

A principios de la década de 1920, Liev Davidovich Bronstein, más conocido como León Trotsky, señaló que la URSS atravesaba un proceso de degeneración burocrática, proceso que comenzó a empeorar exponencialmente a medida que Josef Stalin acumulaba más poderes.

El Ejército Rojo se desmovilizó y los comandantes victoriosos asumieron posiciones de liderazgo en los consejos obreros locales, en la economía y en la educación, e introdujeron persistentemente el régimen que había garantizado el éxito en la guerra civil; de ahí el surgimiento de la burocracia. 

A partir de esto, un proletariado desilusionado vio esperanza en la nueva burocracia soviética, al reconocer en la NEP (Nueva Política Económica) una nueva dirección para la clase trabajadora. Así, la burocracia pasó de ser simplemente un agente del proletariado a ser un “tribunal de arbitraje entre clases” y explotó hacia la independencia. 

De esa manera fue distanciando gradualmente a las masas de la participación política efectiva al personificar (superficialmente) en los líderes burocráticos los intereses de la clase trabajadora.

Al alienar a las masas y expropiarlas políticamente, la burocracia acumuló poder político y se transformó en una nueva élite política. Así comenzó la degeneración burocrática del Estado soviético. 

Sí, los medios de producción todavía estaban nacionalizados y, en teoría, pertenecían a la sociedad. Sin embargo, si todo el poder político pertenecía a la burocracia, el Estado en la práctica también pertenecía a la burocracia.

El poder de los entrenadores 

“Toco y me voy, toco y me voy. Hoy en día, el fútbol moderno y los entrenadores modernos ya no te dejan hacer eso”

Cesc Fàbregas

Aquel proceso político que transformó el primer país socialista de la historia en una aberración burocrática es muy similar al proceso ideológico que sedimenta el fútbol actual donde los nuevos entrenadores niegan la importancia del talento y la singularidad individual de los jugadores.

Buscan controlarlos para que acepten las órdenes sin cuestionamientos, en posición pasiva y alienada. Expropian el protagonismo de los jugadores en el juego de fútbol para doblegarlos, moldearlos a sus necesidades, ideales y deseos, transformándolos en piezas de ajedrez sin alma y sin esencia. 

Con el objetivo de reunir el poder necesario y justificar todo ello, estos entrenadores se aprovechan de una posición de liderazgo y de una supuesta vanguardia intelectual para sacar a los jugadores del debate táctico, aislarlos de las decisiones sobre el colectivo y repartir todo el poder de formulación y decisión de los sistemas tácticos entre el comité técnico.

De esa manera eliminan el poder de los jugadores no sólo sobre el colectivo, sino sobre ellos mismos; así se produce la degeneración burocrática del fútbol. El juego todavía tiene 11 jugadores de cada lado compitiendo por una pelota y siguiendo las mismas reglas, pero está completamente degenerado, distorsionado, lejos de sus principios originales. El juego ya no es de los jugadores, es de los entrenadores.

Democracia obrera

La alternativa (o la respuesta) a la degeneración burocrática es la democracia obrera: construir instituciones políticas que incluyan al proletariado en la política, fomentando su desarrollo político y cultural, quitando el poder a los burócratas y devolviéndolo al pueblo.

La idea es que el Estado sea de hecho gestionado por el proletariado, distribuyendo y fraccionando su poder para garantizar una participación popular equitativa y activa y, así, reduciendo el tamaño del Estado, lo que crea un camino mucho más sólido y claro hacia el comunismo.

La misma respuesta se puede aplicar al fútbol. Los entrenadores que ven a sus jugadores como piezas de su tablero, como mecanismos cuya única función es contribuir al sistema, reproducen métodos e ideas que restan poder a quienes dan forma al juego: los jugadores.

La iniciativa de reclamar el protagonismo que les fue arrebatado debe provenir de los propios jugadores. Así como el proletariado tiene verdadero poder sobre el funcionamiento de la sociedad, los jugadores tienen verdadero poder sobre el funcionamiento del juego. Por mucho que los entrenadores utilicen y abusen de una supuesta vanguardia intelectual, el juego siempre pertenecerá a los jugadores.


Este artículo es la segunda parte del «Manifiesto Madridista-Trotskista». Podés consultar las otras dos en los links de abajo.

  1. Instituciones y relaciones
  2. Democracia y burocracia
  3. Un club como símbolo

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