Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
La noche del 29 de octubre, tras la derrota de River Plate ante Atlético Mineiro en la semifinal de la Copa Libertadores, la prensa y ciertos usuarios de las redes sociales instalaron un debate en torno a la escasa competitividad del fútbol argentino.
¿Con qué objetivos? Podemos mencionar dos muy claros: cuestionar la polémica anulación de los descensos en la Liga Profesional y, tomando como parámetro a los equipos brasileños, insistir con las “ventajas” de la instalación de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Pero se olvidaron de la Copa Sudamericana, constantemente infravalorada, y de otro miembro de “los cinco grandes”: Racing de Avellaneda. No contaban con Gustavo Costas, ex-mascota del equipo, jugador y capitán, ahora técnico del club de sus amores, ni con un plantel compuesto por jugadores del calibre de Quintero, Maravilla Martínez, Sosa, Martirena, Nardoni, Di Césare, Arias.
Haciendo frente a todo tipo de críticas y faltas de respeto, se destacaron por su autosuperación, su desempeño, su garra, pero también por su generosidad, pues sobraron las historias de quienes, gracias a sus gestiones, obtuvieron la chance de vivir la final dentro del estadio Nueva Olla. Entre ellos estaba Martín Santoro, un alcanzapelotas de tan sólo 15 años que fue clave en el 2-1 contra Corinthians.
No tuvieron en cuenta a la hinchada y su pasión, manifestada de múltiples maneras: trepándose al alambrado del Cilindro como Marianela Cagni, haciendo dedo en la ruta, suspendiendo cirugías programadas, obteniendo licencias por casamiento, regalando entradas a familiares, llegando de sorpresa desde algún otro punto del planeta para celebrar con amigos y arengando hasta en el medio de una despedida de soltera.
En Paraguay fueron recibidos con una calidez ejemplar (¡aprendé, Brasil!). Mientras tanto de esta lado de la frontera muchísima gente estuvo atenta a lo que pasaba, hasta emocionada y contenta por un triunfo ajeno, ya que el fútbol es un idioma y emblema compartido. Obvio que exceptuamos a todos o a la mayoría de los Diablos Rojos; es más, escribo esto con el riesgo de que mi padre me desherede y mi hermano menor me niegue ir a su recibida (ja).
Semillero de Campeones del Mundo como Rodrigo De Paul y Lautaro Martínez. Asociación civil sin fines de lucro. O, en palabras de uno de sus actuales referentes (Bruno Zuculini), “el utilero que esperaba a que me busque mi papá, la madre que me traía las facturas del día anterior, la gente de la pensión que me daba de comer, la camioneta que me llevaba al colegio, la gente que me educó y me enseñó muchísimas cosas”. Todo eso es Racing.
La Academia se consagró internacionalmente tras más de 3 décadas, alzándose como fiel reflejo del hambre y competencia que Argentina tiene para ofrecer; aunque a veces no parezca, nuestros clubes tienen con qué. Las imágenes de los festejos ya comienzan a circular en las redes y en la televisión. Entonces, parafraseando a Charly García, en estos instantes “yo quiero ver muchos más delirantes por ahí, bailando en una calle cualquiera”, porque “la alegría no es solo brasilera”.