Por Gabriel Guimaraes (@Conceptosdejue1)
Les invito a imaginar que se encuentran en una situación compleja. En un limbo que oscila entre el poder y el querer accionar. Aunque estoy seguro que para algunos, tal vez, no exista la necesidad de imaginar y lo que puedan llegar a sentir puede asemejarse a lo que sentí (o siento).
Todo empezó leyendo un artículo publicado en esta misma web sumado a unas palabras de Kvaradona (Khvicha Kvaratskhelia, extremo del Napoli y jugador del momento) que me parecieron muy interesantes: “La libertad es mi firma. Me siento libre porque amo lo que hago. Cuando juego, esa sensación de libertad me lleva. Juego con el corazón, pero también con la cabeza”.
“La creación de algo nuevo no es un logro del intelecto sino el instinto de juego que actúa a partir de una necesidad interior. La mente creativa juega con los objetos que ama”
Carl Gustav Jung
Poder actuar es una cuestión. Querer y no poder o no saber cómo actuar, es otra. El contexto condiciona la acción: ¿qué quiero hacer?, ¿qué puedo hacer?
El proceso entre ambas concluye la acción. Elegimos lo que hacemos, pero el cómo es otra cosa. Es el lío de llevar a cabo ideas, poder concretarlas, debido a que estas dependen de múltiples variables.
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” Tener libertad es un gran poder. ¿Qué hacemos con esa libertad? El resultado final surge del cómo y en dónde actúo con ella. Por eso me interesa compartir esta anécdota.
Corría el 2020, plena pandemia. En un entrenamiento de un equipo amateur propuse un partido reducido. Uno de los “conceptos” a desarrollar era “hay que ser anchos para ser profundos”.
Vi que los jugadores por primera vez seguían una parte importante de la consigna, el jugador del lado opuesto se quedaba abierto. Todos menos el “extremo” por izquierda, que cada vez que la pelota estaba en la banda contraria se cerraba en busca de la pelota todavía sin comprender la utilidad de la amplitud y de la fijación para generar espacios por dentro. La práctica concluyó, durante el tiempo de la misma fui reiterativo con la indicación a los “extremos”: ¡quédense abiertos!.
Vuelta a la calma. Charla sobre lo entrenado con algunos de los muchachos, hasta acercarme al “extremo izquierdo”. El diálogo se resolvió más o menos así:
Yo: ¿Qué tal la práctica? ¿Cómo te sentiste?
Él: (Concentrado mientras desataba los cordones del botín) Más o menos. Pasa que no estoy acostumbrado a jugar así.
Yo: ¿Cómo?
Él: Esperando la pelota. Desde chico me enseñaron que tengo que buscar la pelota, y ahora vos me decís que tengo que esperarla.
Le di mis razones. Él asintió con la cabeza y dijo que lo entendía, solo tenía que acostumbrarse. Fin.
Cuando regresé a casa reflexioné sobre lo ocurrido. Dudé de la idea, o más bien, de “mi idea” y de la importancia del entrenador. Me di cuenta de que podía estar coartando libertades.
Evidentemente, el árbol estaba tapando el bosque. ¿Qué le estaba aportando al jugador? ¿Qué le aportaba él al juego y al equipo? ¿Todos necesitan o merecen la misma libertad? Todas preguntas que vinieron a mí en ese momento, y agradezco que así fuera.
Mi perspectiva tal vez estaba esquivando el contexto. El concepto me ayudaba a entender, ahora bien, el concepto no juega. ¿Cómo logramos la profundidad? Hay varias maneras, o quizá no necesitamos de ella. ¿Cómo logramos amplitud? Hay varias maneras, o quizá no necesitamos de ella.
Concepto≠Juego.
Tenía (o tengo) demasiadas dudas. Y como sabemos, en el fútbol, la duda mata. El primer convencido de lo que hace un entrenador debe ser el mismo entrenador.
Aunque mejor dejémoslo ahí. Todos necesitan ser libres. A lo mejor, no todos merecen o necesitan la misma libertad. Me sentí entre el Chapo Guzmán y las palomas, entre la restricción y el espacio para el libre albedrío -futbolístico-.
Si el jugador «debe aprender un modo de jugar, no un discurso sobre el juego», habrá que jugar más al juego que al concepto y estimular más las decisiones.
Todo esto está ligado a las condiciones, por lo cual la mayoría de los aspectos me parecen subjetivos. Entonces: ¿Voy o me quedo? ¿Conceptos o juego? La respuesta o acción dependerá del ser, su sensibilidad, su percepción y la situación en la que se encuentre. O no. Por las dudas, mejor dudar.
