Por Sebastián Sesar (@sesar13)
El último 16 de Abril Julio César Lamas se retiró de su profesión, “entrenador de básquet”, la cual ejerció durante más de 30 años. Parte fundamental de la Generación Dorada, múltiple campeón de la Liga Nacional y un talento más de los surgidos de nuestros clubes de barrio y de la movilidad social ascendente.
La historia de Lamas empieza en los monoblocks del Liceo Militar, en el barrio de San Martín. Hijo de laburantes, el padre mozo (falleció cuando él tenía 8 años) y la madre, a priori enfermera, pero después cuando tenía que juntar el mango oficiaba de pedicura, ponía inyecciones, etc. En el verano del 72 empezó a ir al Club Deportivo San Andrés, a la colonia de vacaciones, y se enamoró del baloncesto y de los colores verde y blanco.
El Depor es un “club de básquet” de los tradicionales de la región metropolitana. Ubicado en Malaver, localidad de San Martín, tuvo su pico en la élite de la Liga Nacional en la década del 80 donde fue campeón del primer torneo de transición en 1984, subcampeón de Sudamérica y logro una victoria inolvidable a Barcelona FC en lo que era el torneo ¨Copa William Jones” 1985 que era lo que hoy conocemos como el mundial de clubes, pero de básquet. En esos tiempos, el joven Julio de 20 años ya había hecho todas las categorías como jugador, era parte del staff técnico del club y se daba cuenta que no estaba para la primera división. Para dar un ejemplo de la jerarquía que había en el equipo, el base titular era el histórico Eduardo «Tola» Cadillac. Es ahí donde el entrenador Heriberto Schownies le ofrece formar parte del cuerpo técnico de la primera.
Luego de varios años como ayudante técnico, reclutador, asistente, en San Andrés, Julio se topa con uno de sus ídolos, León Najnudel (el otro ídolo es Serrat). Tras varias casualidades y causalidades León lo invita a sumarse su staff técnico de Sport Club Cañadense y luego de 3 años como asistente pasó a ser entrenador principal, donde suma entre sus ayudantes a un tal Sergio Hernández. En su segundo año como DT alcanza el subcampeonato y es elegido como mejor entrenador de la Liga Nacional.
A partir de acá la historia es más conocida. Tuvo un paso por Olimpia de Venado Tuerto, ganó su primer campeonato con Boca Juniors y le ofrecen el cargo de entrenador principal de la Selección Argentina en 1997. Como asistente para su cuerpo técnico va a convocar a un tal Rubén Magnano.
La semilla inicial de la Generación Dorada
Como tenia a cargo todas las divisiones, en su primer año va dirigir el mundial U22 de Australia donde juegan 8 jugadores de la futura Generación Dorada: Pepe Sánchez, Gabriel Fernández, Fabricio Oberto, Lucas Victoriano, Emanuel Ginóbili, Leonardo Gutiérrez, Luis Scola (con solo 17 años) y Leandro Palladino. El equipo hace un gran torneo, pierde en semi contra el local 71-68 luego de ir ganando por 3 a falta de un minuto. Es ahí donde estos jóvenes se juran que volverían a pelear cosas grandes y que no se les iba a escapar. En 1998 se juega el Mundial mayor en Atenas, Julio toma la decisión fundamental de dar más lugar a la nueva camada que se venía que a la histórica. Entonces elige a un joven Emanuel Ginóbili por sobre Jorge Racca. Y le empieza a dar minutos a Pepe Sánchez, Oberto y Montecchia. Argentina terminó 8vo ese torneo pero el cambio ya empezaba. El último torneo que dirigió de esta etapa fue el preolímpico de Puerto Rico. Ahí sumó a Scola y Nocioni. Argentina fue bronce atrás de USA plagada de jugadores NBA y de Canadá. Eso no alcanzó para llegar a Sidney 2000 pero el germen ya estaba creciendo.
Luego los caminos de Lamas y la CABB se separaron por un tiempo. En ese ínterin ganó varios títulos Liga Nacional con Ber Hur y Libertad, Liga Sudamericana con Ben Hur y Obras Sanitarias, títulos en España con el Alicante, dirigió en Real Madrid.
Volvió a la Selección Argentina en 2008 para ser asistente de Sergio Hernández en los Juegos Olímpicos de Beijing. En el primer partido de la gira de preparación para el torneo, “Oveja” pide un minuto, y cuando llegan los jugadores, Julio no sabía donde pararse, en qué lugar físico ubicarse. Desde atrás del banco Manu, que no estaba para jugar ese partido le dice: «Cuesta, no?”. «¿Qué cosa?», pregunta Lamas, “Ceder el liderazgo”, responde el astro. Finalmente Lamas se adaptaría a ese rol y la selección alcanzaría la medalla de bronce. En Londres 2012 sucedió lo mismo pero al revés, ahí Julio fue como entrenador principal y Hernández asistente. El resultado, 4to puesto. En esos Juegos hizo su aparición olímpica un robusto Facundo Campazzo.
Luego de esa etapa, Lamas vuelve a la Liga, sale campeón con San Lorenzo y se va a dirigir la selección de Japón. Tuvo que aprender de aquella cultura, fue con la idea de adaptarse a Japón en lo cultural y de llevar sus ideas en lo basquetbolístico. Cuando llegó, Japón estaba 50 en el ranking. Hoy está 35. No obtuvo títulos pero Julio exige rendimiento, no sólo resultados. Dar el 100% de las posibilidades. Esa experiencia oriental fue la última como entrenador.
Poder decir adiós
Para finalizar, se estrenó hace unos días en el Bafici una película que se llama 3DT, que habla de los 3 entrenadores del proceso más importante de la historia de la Selección de básquet. Que comprende desde el año 1997 hasta el 2021: Rubén Magnano, Sergio Hernández y el propio Lamas. El documental fue dirigido por José Glusman, quien también dirigió el documental “León, Reflejos de una Pasión” que cuenta partes de la vida de León Najnudel.
Parece todo tener una coherencia en la vida profesional de Julio Lamas, Una coherencia que también se ve en todos y cada uno de los integrantes de la Generación Dorada. No se puede pensar en la mejor selección del deporte argentino sin pensar en la creación de la liga nacional y sin pensar en los clubes de bario. Tampoco, sin pensar en León y los 3DT. De todos fue asistente, por todos fue asistido. Siempre lo COLECTIVO estuvo por encima de lo individualidad.
Lamas fue la estrella que guió en sus inicios a una camada plagada, valga la redundancia, de estrellas. Hoy la ruta sigue más allá de las luces de la autopista, como diría La Renga. Éxitos en lo que viene, maestro.