Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
Ya hace casi un mes que a las afueras del Congreso de la Nación adultos mayores se reúnen a mitad de semana para denunciar sus indignas condiciones de vida, producto de las políticas aplicadas por el gobierno de Javier Milei en su hipotética “lucha contra la casta”: a las jubilaciones paupérrimas, bonos míseros y el recorte en la cobertura de medicamentos, se suma el fin de la moratoria previsional, que vencerá el 23 de marzo y no será prorrogada.
El último miércoles no fue la excepción, pero mientras la mayoría de los dirigentes políticos y sindicales siguen brillando por su ausencia, el fútbol apareció para reafirmar, tal como lo dijo Jorge Valdano, que puede ser “la cosa más importante entre las cosas menos importantes”.
La violencia ejercida hacia Carlos, un jubilado y reconocido socio vitalicio de Chacarita Juniors, terminó de despertar el hartazgo de varios “funebreros” que, cumpliendo con lo anticipado por redes sociales, fueron a poner el cuerpo a los 43° de sensación térmica y enfrentarse, junto con simpatizantes de Laferrere y uno de Vélez, a la Policía Federal.
Ésta, en lugar de atender el desmadre de la ciudad de Buenos Aires frente a un corte masivo de luz, priorizó reprimir salvajemente a los jubilados y jubiladas. “Bastones, que pegan sin razones” cantarían Los Piojos, una y otra vez.

Laburantes, llevando banderas, camisetas, pilusos y pancartas, cantando “si tocan a los viejos qué quilombo se va a armar”, no sólo les hicieron saber que no están solos en su lucha, sino que además apelaron a la solidaridad de los demás clubes, sin distinciones, expresando que “todos tienen abuelas y abuelos”, como así que “los habitantes del pueblo argentino que aportaron tienen derecho a una vejez digna”.
La repercusión de lo sucedido surtió efecto, pues las hinchadas de Independiente, Tigre, Temperley, Deportivo Merlo y Nueva Chicago ya se comprometieron y autoconvocaron a acompañar en la próxima oportunidad. Ojalá que se sumen más de ahora en adelante. Ojalá veamos casacas de todos los colores, como así señales de apoyo de dirigentes y, por qué no, jugadores argentinos, campeones, del ámbito nacional e internacional.
Un gran ejemplo fue Maradona, cuando en 1992 se sumó a una movilización y expresó ante la prensa: “Yo defiendo a los jubilados, cómo no los voy a defender. Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados (…) Lo que les hacen es una vergüenza”.
Paradójicamente (o no), fue en rechazo a una medida de la presidencia de Carlos Ménem, a quien apoyó públicamente, pero no deja de ser una perfecta demostración de que vivir en democracia va más allá de votar; también implica exigir, manifestarse y alzar la voz cuando nuestros representantes restringen derechos elementales.
Con alta repercusión en los medios de comunicación, una vez más, de la mano de su gente, a pesar de los intentos por lograrlo encorsetar, domesticar y privatizar, el deporte más popular del mundo demuestra su impacto positivo en la sociedad. Y lo que quiere esta vez, volviendo a parafrasear a Fito Páez, es “que los viejos sean felices por los años que vivieron”.
