Por Julián Maciel (@JuliGranatee)
El Torneo Federal A es una cantera inagotable de historias desde aquellas apariciones novedosas hasta el aterrizaje de pesos pesados, alejados de su rica trayectoria, pasando por logros impensados, o bien la confirmación de responsabilidades futbolísticas.
Este viernes, el horizonte reflejó el comienzo de una de las competencias más intensas que existen en nuestro territorio. Cambió de formatos, cambió de clubes, pero si hay algo que no puede cambiar –parafraseando a la icónica frase de Guillermo Francella- es la pasión.
El puntapié inicial de esta serie la encabeza Olimpo, uno de los máximos favoritos a quedarse con el ascenso. El elenco de Bahía Blanca no logra salir del pozo en el que está sumergido desde hace cinco temporadas. Acostumbrado a ser un habitué de la Primera División en estas últimas dos décadas, su presente no coincide con lo que fue su pasado.
Esta institución nació el 15 de Octubre de 1910, en plena ebullición de diferentes clubes que fueron asentándose en diferentes sectores, a lo largo y ancho, de nuestro territorio. Es uno de los más antiguos de su ciudad, detrás del legendario Pacífico Club, el primero en nacer en dicha localidad además de ser un pionero en la novata Liga Nacional de Básquet de fines de los 80´.
En tanto si el foco se pone en aquellos que participan dentro de la estructura organizativa de nuestro fútbol ocupa la segunda colocación. Uno de sus eternos rivales, Liniers, vio la luz en 1908. Esto referencia solamente desde el Torneo Regional Amateur (T.R.A) hasta la actual Liga Profesional de Fútbol (L.P.F).
Su surgimiento se debió al empuje colectivo de once jóvenes. Los colores serían el amarillo y el negro a razón del pedido de quien fuera su primer presidente, Jorge Avellanal (oriundo de Montevideo y fanático de Peñarol). El apodo “Carbonero” también se debe a esa afinidad de Avellanal.
La falta de socios en plena década del 20´ llevó a que su desaparición sea una posibilidad latente, aunque logró sobrevivir. La osadía de una de sus insignias, como fue Roberto Carminatti, además de otras célebres personalidades como Genaro Mucci y Roberto Salvarezza torcieron un destino atroz.
Luego de varias mudanzas, “El Aurinegro” se mudó hasta Ángel Brunel y Av. Colón, dónde edificó su coqueto recinto, sumado a su estadio de baloncesto conocido como “Norberto Tomás”. Allí en 1971 uno de los tres mejores ajedrecistas del mundo se apareció para brindar una clínica de estrategia y pensamiento. No es otro más que Bobby Fischer.
Como se mencionó previamente, Roberto Carminatti es leyenda. Su impronta generó que el estadio, que se inauguró un 22 de enero de 1942, lleve su nombre recién oficializado para 1975.
En él Olimpo se cansó de romper récords, incluso los propios: desde el 49 al 55 deliró con siete campeonatos ligueros al hilo. Concedió algunas licencias hasta que en 1976, en una época peculiar, se encargó de desatar su algarabía con la frívola conquista de 13 temporadas al hilo. Hoy es el equipo más laureado de la historia de la Liga del Sur (la más antigua que se disputa en el país) con 28 títulos.
En 1951, Valentín Suárez, por aquel entonces mandatario de la Asociación del Fútbol Argentino (A.F.A), se encargó de invitar a distintos equipos de las provincias para jerarquizar la estructura.
Pensó en agregar integrantes con dos particularidades: que no se sitúen a más de 800 km, y como valor extra, que tengan una conexión de trenes directos a Buenos Aires. La primera citación se dirigió para Olimpo, que aún así declinó esa propuesta. Finalmente, Sarmiento de Junín la aceptó para arrancar en la extinta “Primera B”.
Para 1966, en medio de un Golpe de Estado, Suárez vuelve al sillón de la calle Viamonte. Allí retoma la idea de ampliar el cupo a elencos del –mal denominado- Interior.
De esta manera se crea el Torneo Nacional. Acá surge la controversia de cuál fue el debut: si una breve participación en el Promocional de 1967 o la que tuvo en el Nacional de 1984. Desde estas líneas, la más acertada nos parece que es la del ’84. Su incursión merece ser contada.
Se clasificó tras un aplastante 7-1 a Belgrano de Zárate y el sorteo lo emparejó con Estudiantes de La Plata, Atlanta y Unión San Vicente (Córdoba). El inicio se dio en el Carminatti ante el elenco platense. Allí su contrincante impuso jerarquía para darle una cálida bienvenida: goleada por 4-0. Las crónicas hablan de Alejandro Sabella como la figura descollante de aquella tarde. En la fecha siguiente, en Córdoba, marcó otro hito: su primera victoria en la élite (3-2).
Terminó asegurándose la segunda plaza con 7 unidades y en Octavos de Final exigió más de la cuenta a Newell´s, que lo borró mediante penales (7-6) tras un 1-1 en Rosario.
Al año siguiente de esa excursión se llevó a cabo el último Torneo Regional. Sin el ticket para Primera División, la excusa de participar en la Liguilla Pre-Libertadores surgió como una oferta suculenta. Los dos finalistas irían a esa fase previa.
Ahí apareció su Oveja Negra: Belgrano de Córdoba. En la ida fue 3-1 para liquidar la serie en Alberdi por 3-2. Tampoco tuvo suerte en la Liguilla donde se midió con Boca, que con toda lógica lo eliminó. ¿Pero quién le quita lo bailado?
La frustración por no llegar a la Primera B Nacional se cerró en 1988 con un mano a mano contra Alianza de San Juan (3-1 y 1-2). Su trayecto duró poco y en dos campañas retrocedió nuevamente, pero lo que se asomaba en el espejo no lo esperaba.
En 1996 la A.F.A propuso una reforma en la B Nacional. Abrió tres cupos y la idea fue enfrentar a los clásicos. Al choque entre Aldosivi-Alvarado y Patronato-Gimnasia de Concepción del Uruguay, se le sumó la paralización de la ciudad sureña: Olimpo-Villa Mitre, Villa Mitre-Olimpo. El primer round fue por 1-0. En “El Fortín” de Maipú y Necochea, el traspié marcó un 2-1 y otra revancha. El desquite fue doblemente festejado: 2-0 a su eterno enemigo y promoción decretada.
Sin embargo, el 2001 fue el toque máximo. El 27 de diciembre, con un joven Gustavo Alfaro como entrenador, apabulló a Instituto de Córdoba por 4-0 en la última jornada del Torneo Clausura 2001. Como consecuencia de ello regresó a la máxima división después de 17 años. Un cimbronazo fuerte para una época donde “El Interior” apenas era identificado por las escuadras rosarinas y cordobesas.
Se sostuvo hasta el 2006, en el que su pesadilla pasó a saludar. Belgrano, “El Pirata Cordobés”, le proporcionó otra piña: 2-1 en La Docta y en el sur bonaerense para sufrir su primer descenso. Sin decaerse anímicamente, se convirtió en un auténtico subi-baja. A cada pérdida de categoría la respondía con volver a Primera A una o dos temporadas, pero la movilidad interdivisional era frecuente por esos pagos.
El 2013 fue especial para muchos. Bajo el mando de Walter Perazzo se agasajó su último pase a la máxima categoría, en lo que marca un acontecimiento especial para la Segunda División debido a los demorados regresos de dos pesos pesados: Rosario Central y Gimnasia de La Plata, los otros ascendidos.
Así como hay fechas que quedan en las retinas (el 27 de Diciembre se celebra El Día del Hincha de Olimpo), hay otras que preferían ocultarse. El 14 de Abril de 2018 comenzó su debacle deportiva: caída 2-0 ante San Martín de San Juan. ¿La Primera B Nacional lo esperaba? No, porque, justamente, en esas ironías del destino, 365 días después se hundió en el Torneo Federal A tras más de 23 años de ausencia.
Los flashes aún lo distancian de esas etapas marcadas por nombres emblemáticos como Alejandro Delorte, Mauro Laspada, Ismael Blanco, Martin Rolle e incluso algunos añejos como Raúl Scmidt, Manuel Cheiles o José Palacio (padre de Rodrigo Palacio). Así y todo no se debe apagar el camino de uno de los grandes animadores que tendrá como creencia póstuma llegar a lo más alto de la cima. Su historia se lo demanda.
Este artículo pertenece a la serie de notas #HistoriasFederales, que se publicará durante los próximos meses en la web de La Pelota Siempre Al 10.
- Montes, religiones y bahías
- La religión como movimiento, parte 1
- La religión como movimiento, parte 2