Por Marcos Cressi (@FutbolSamurais)
En los años 80 Japón experimentó un renacimiento en múltiples ámbitos que redefinieron su identidad. Sus empresas eran cada vez más importantes en el escenario internacional y la economía crecía a pasos agigantados, lo que produjo que millones de personas ingresaran a un mercado cada vez más consumista. El país en ruinas y que debía construirse desde cero había quedado atrás. El sol había vuelto a nacer y brillar con fuerza en el archipiélago nipón. Y esto se vio con el auge cultural que atravesó durante aquella década..
Por aquellos años el anime y manga se asentaron como una industria de entretenimiento multimillonaria. Las grandes inversiones por parte de editoriales y productoras hicieron que se crearan históricas obras que marcaron las infancias y adolescencias de varias generaciones, como Dragon Ball, Akira, Saint Seiya, las películas de Studio Ghibli o Supercampeones, entre otros.
Además también fue la época de mayor de exposición para el City Pop, el popular subgénero músical japonés que nació gracias a las influencias de varios estilos occidentales, como el Jazz, el R&B, el funk o el disco. Estas melodías eran un símbolo de lo que estaba sucediendo en el país nipón: una nación cada vez más occidentalizada y en la que sus zonas rurales sufrían un éxodo hacia las metrópolis en busca de nuevas oportunidades. Artistas como Momoko Kikuchi, Mariya Takeuchi, Tatsuro Yamashita, Miki Matsubara o Yasuha sonaban permanentemente en las noches de Tokio.

Otro de los aspectos en los que se empezaba a crecer era el fútbol. El deporte rey llegó a finales del siglo XIX gracias a la armada británica, pero nunca había logrado convencer al pueblo japonés que prefería el béisbol, una disciplina más ordenada y que encajaba con su idiosincrasia. La Asociación de Fútbol de Japón ni siquiera pudo aprovechar el logro histórico de la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de México 1968.
Luego de esa hazaña, el seleccionado entró en una crisis gravísima conocida como «La Era Invernal del fútbol japonés», en el que durante varias décadas no podía clasificar a ninguna de las competiciones más importantes del continente.
¨A un japonés le encanta tener un papel asignado para cumplir con su labor. Por ejemplo, uno de los pocos deportes donde somos potencias mundiales: el béisbol. El sistema tiene distintos periodos de ataque y defensa y no hay contacto físico en el campo. Cada rol lo define su ubicación y eso encaja perfecto con la mentalidad japonesa. Pero en el fútbol no es así. Es un campo abierto donde el ataque y defensa van permutando. Y puede haber mucho contacto. Aquí no se puede ganar con la tarea que te dan. Por eso se necesitan habilidades individuales¨
Jinpaichi Ego, personaje del anime Blue Lock
Sin embargo, al mismo tiempo que el City Pop sonaba en las noches y traía esperanzas para un próspero futuro económico, una generación de jugadores que se criaron viendo a la Brasil del 1970 permitía soñar con salir de la debacle futbolística. El crack y el distinto de aquel momento era Kazushi Kimura, el 10 del Nissan Motors SC que tenía una exquisita pegada en los tiros libres, algo que nunca antes se había visto y que a partir de él se volvió habitual (Shunsuke Nakamura, Keisuke Honda, Yasuhito Endo, entre otros).
El balompié también se estaba volviendo popular entre el público por dos razones. Primero fue por el estreno de Captain Tsubasa, o más conocido por nuestros lados como Supercampeones. La historia de Ōzora Tsubasa (u Oliver Atom para los latinos) fascinó tanto a los niños que empezaron a ir en masa a anotarse en los equipos juveniles.
Por otro lado, durante esa década el ingreso de millones de personas a la clase media hizo que el primer mundial que vieran muchos fuera el de 1986, el año en el que Diego maravilló a todo el mundo. Y los nipones no fueron la excepción. Todos soñaban con ser como él. No es una locura decir que fue el primer gran ídolo. Su magia influenció a grandes jugadores que luego jugaron con la selección de Japón, como Shunsuke Nakamura o más recientemente Ritsu Doan, el autor de los goles vs España y Alemania en Qatar.
A pesar de que la luz empezaba a iluminarse en el horizonte, la selección nipona todavía no lograba clasificarse a ningún torneo importante. Estuvo cerca en 1986, cuando llegó al partido final, pero las dos derrotas ante su clásico rival, Corea del Sur, los dejó eliminados. Fue en ese entonces cuando finalmente la JFA comprendió que para aprovechar todos los avances había que dejar atrás el fútbol corporativo y dar el siguiente gran paso: profesionalizar la liga japonesa.

Al igual que con la música de la época de la burbuja, el fútbol también recibió una fuerte influencia de varios países de occidente; Alemania, Brasil y entre otros. Pero la idea no era solo copiar lo de afuera, sino ir un paso más adelante: Introducirlo en la cultura. Agregarle características niponas y que sea un producto moderno y consumido por y para el japonés.
¨Históricamente en Japón usamos la idea de copiar varias cosas y hacerlas aún mejor. También es así en el fútbol. Adonde vamos, absorbemos distintas ideas¨
Maya Yoshida, capitán de Japón en el Mundial 2022 para el documental ¨Capitanes del Mundo¨.
A medida que el país del sol naciente se adentraba en los vibrantes años 80, no fue casualidad que esta fuera la época en la que el fútbol comenzará a ser popular. Durante los 60’s se vivieron grandes momentos futbolísticos, como la victoria 3-2 vs Argentina o la medalla de bronce en los JJOO, pero por aquel entonces la sociedad japonesa no estaba tan abierta.
Esto recién comenzó a cambiar en los 70’s y se estableció en la década siguiente, cuando la sociedad japonesa empezó a mirar y a copiar a occidente. Hoy el «Sakka» («Fútbol» en japonés) es un fenómeno social y cultural.
En los inicios de la década de los 90 estalló una burbuja financiera tan grande que provocó un estancamiento económico que todavía en la actualidad afecta al país. Y ante la aparición de una nueva crisis, la alegría y el optimismo se esfumó para los nipones y se llevó consigo el auge del City Pop.
Sin embargo, a pesar de las dificultades que la hicieron tambalear, el fútbol sobrevivió; su popularidad fue en aumento, la liga se convirtió en la más fuerte de Asia, la Selección pasó de dar pena a clasificar mundiales consecutivamente y sus jugadores actualmente brillan en Europa.