Por Aira Bonfim (@airabonfim)
Traducido y adaptado por Emiliano Rossenblum (@EmiRossen)
Los registros más antiguos y documentados de partidos de fútbol femenino en Europa datan de finales del siglo XIX, aunque muchos de estos períodos hayan sido informales (no están registrados en la documentación formal de las ligas, entidades y clubes -masculinos- de la época).
Brasil también tiene una historia documental informal similar, hecho que nos dificulta determinar todos los acontecimientos futbolísticos de las primeras décadas del siglo XX. En el panorama internacional, por ejemplo, ya hay noticias de mujeres escocesas jugando al fútbol en las últimas décadas del siglo XIX, como en los acontecimientos festivos entre las pescadoras de Musselburgh e Inveresk, al este de Edimburgo1.
En el siglo XVIII existen registros de niñas escocesas jugando a la pelota en condiciones menos institucionalizadas y por tanto fuera del foco de las investigaciones enfocadas a categorizar el fútbol como deporte moderno (a partir del siglo XIX).
Existe consenso entre los investigadores del campo de que la década de 1890 fue crucial para el desarrollo organizado y público de los partidos de fútbol femenino en Europa. Uno de los hitos pioneros se remonta al 23 de marzo de 1895, cuando los equipos femeninos del Norte y del Sur se enfrentaron en el Crouch End Athletic Ground de Londres, ante un curioso público de más de 10.000 personas.
A pesar de la escasez de noticias y documentación de la época, el período se caracterizó por una mayor participación femenina en la escena deportiva internacional. En medio de los dilemas y temores masculinos habitualmente expresados en la prensa, algunas notas indican que, en el exterior, muchas mujeres desafiaron o cuestionaron los límites físicos establecidos en cada deporte practicado en la época.
El historiador Fausto Amaro2 ofrece información valiosa sobre estos grupos femeninos disidentes, revelando, por ejemplo, que el rechazo a la participación femenina en el atletismo en los Juegos Olímpicos llevó años después a la organización de eventos paralelos exclusivamente para mujeres en 1920 y 1921 en el barrio de Montecarlo.
Esta reparación dio lugar a la creación de la Federación Internacional de Deportes Femeninos en 1917, responsable de celebrar los primeros Juegos Mundiales Femeninos3 en París en 1922.
En el panorama deportivo europeo de principios del siglo XX destacaron las competiciones de fútbol entre equipos de países como Inglaterra y Francia, que atraían a un “numeroso y entusiasta público”, demostrando el gran interés de los aficionados por el nuevo deporte.
Sin embargo, junto con la difusión de esta noticia, surgieron preocupaciones en la prensa sobre la legitimidad del desarrollo del fútbol femenino en aquellos años. Pero más allá del desafío que supone la práctica, ¿hubo alguna futbolista que haya dejado registrado su discurso disidente en las fuentes de la época?
Un ejemplo de este raro tipo de expresión por parte de una jugadora ocurrió en la publicación española Heraldo Desportivo4 de 1920, cuyo corresponsal expresó su preocupación por la presencia de mujeres en un ambiente deportivo tradicionalmente masculino. Estas advertencias provocaron una respuesta de Jeanne Brule, atleta y futbolista francesa en ese momento, quien argumentó en defensa de las mujeres que practicaban este deporte.
Aquí cabe decir que es muy raro encontrar una fuente primaria que haya recogido las palabras de personajes femeninos en el deporte, y en consecuencia, otra forma de entender los contextos deportivos y de ocio. Dicho esto, veamos las palabras de Brule.
La entrevista/respuesta de Brule es relativamente extensa, sin cortes y llena de ironías. También hace consideraciones más allá del deporte al mencionar, por ejemplo, el escenario que vivieron los países europeos y el papel de la mujer durante la Primera Guerra Mundial, cuestionándose por qué recién ahora se puso en duda la capacidad de las mujeres para practicar el deporte.
Según Brule, durante la guerra nadie en Francia se preguntó si el cuerpo de las mujeres había cambiado al trabajar tanto como el de algunos hombres. Según ella, “hoy en día la gente se pregunta si la constitución de una mujer puede permitirle practicar deporte durante una hora a la semana”.
El texto de la publicación abordó los debates en torno al supuesto desajuste biológico entre las mujeres y los deportes de equipo y de impacto, una idea sugerida por médicos y educadores físicos eugenistas. Los argumentos de Brule también resaltan el compromiso de las mujeres francesas con la agenda feminista de la época.
La referencia a la Primera Guerra Mundial suena casi a burla en medio de las críticas del autor sobre las preocupaciones infundadas y los intentos de controlar y restringir los cuerpos a través de la interrupción del fútbol y otros deportes de contacto físico practicados por las mujeres en esos años.
Valores como la libertad, la autonomía y la emancipación están presentes en la respuesta publicada, que refleja una visión asertiva:
Vos ves que la autoridad no es de ninguna manera afirmada desde el punto de vista femenino, porque ustedes son hombres. Nosotras [las mujeres] todavía nos consideramos las únicas juezas y responsables de nuestros errores después de experimentar [con el fútbol]. Y por ahora no tenemos tiempo para ensayar más. Cuando las médicas adquieran la autoridad necesaria sobre la práctica del deporte, les daremos el derecho de aconsejarnos”
El texto también nos presenta un toque de ironía feminista al descalificar los argumentos que ridiculizan el fútbol jugado por mujeres. Estos argumentos iban desde las preocupaciones de los hombres sobre la aparición de arrugas hasta el aumento del tamaño de los tobillos. La francesa responde sin rodeos:
“Se habla del esfuerzo tenaz, de las contracciones del rostro que provocan inevitablemente las arrugas, del desarrollo anormal de los tobillos… Todas estas observaciones, señores, ¿sobre qué tema las estudiaron? En su imaginación sin duda, y esta convicción tomó forma en su mente hasta el punto de arrastrarlo a las más falsas afirmaciones. Soy futbolista y deportista desde la primera hora y les puedo asegurar que mis tobillos nunca han aumentado de circunferencia. Yo era una gran aficionada al baile y no he vuelto a poner un pie en ningún [salón] desde que empecé a practicar deporte. Todas esas críticas que se le hacen al fútbol se pueden aplicar al baile. Y les aseguro que entre una noche de contracciones en el baile, rodeada de microbios, y una hora y cuarto de contracciones y esfuerzos en el fútbol, al aire libre, mi preferencia es por esta última distracción que considero mucho más saludable»
Brule aborda irónicamente la necesidad de una evaluación médica antes de realizar actividades físicas, expresando su preferencia por jugar a la pelota al aire libre en lugar de asistir a salones de baile llenos de gente, considerando que la primera actividad es más higiénica. Termina su respuesta de manera provocativa, invitando a todas las jóvenes a unirse a los equipos femeninos franceses en los campos deportivos:
“Para terminar, hago, por el contrario, un atrevido llamamiento a todas las jóvenes para que vengan a ocupar nuestros campos deportivos”
Este tipo de historia proporciona una perspectiva única sobre el pasado y ayuda a dar voz a mujeres cuyas historias han sido descuidadas e incluso olvidadas durante mucho tiempo. De esta manera, permiten una comprensión más completa, inclusiva e incluso divertida del pasado. Al reconocer la importancia de narrativas como la de Brule, podemos ampliar nuestra visión de la historia y promover una narrativa histórica más completa y diversa.

Referencias
1 BONFIM, A. F. Futebol Feminino no Brasil: entre festas, circos e subúrbios, uma história social (1915-1941). São Paulo: Edición de la autora, 2023.
2 AMARO, Fausto. O “bom feminismo”: a mulher e os Jogos Olímpicos sob os olhares da imprensa carioca (1920-1935). In. 41. Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação (Intercom), Joinville – SC, 2018.
3 El Comité Olímpico Internacional (COI) impidió que los Juegos Mundiales Femeninos, un evento organizado principalmente por atletas femeninas de Europa y Estados Unidos, mencionaran la palabra “olímpico” en su nombre. Además de la primera edición en 1922, se celebraron otras en Gotemburgo, Suecia (1926), Praga, República Checa (1930) y Londres, Inglaterra (1934).
4 Los Deportes y La Mujer. Heraldo Desportivo, Madrid, p. 59-60, 05 feb. 1920.
Este artículo fue originalmente publicado en https://historiadoesporte.wordpress.com/2024/03/19/1920-e-o-raro-depoimento-da-jogadora-francesa-de-futebol-jeanne-brule/ el 19 de marzo de 2024.