Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
Alrededor de las 6 de la tarde del lunes, las primeras diez tendencias de Twitter Argentina ubicaban la palabra «Dibu» en el primer puesto, como así la frase «el mejor arquero del mundo». Sin embargo, ya no alcanzan las palabras para describir a Emiliano Martínez, que rompió un nuevo récord tras ser el primero de la historia del fútbol en ganar, por segunda vez consecutiva, el Trofeo Lev Yashin.
En una premiación marcada por las polémicas ausencias de Vinicius y de la delegación del Real Madrid, frente al rumor certero de que el brasilero no sería galardonado, los argentinos no quedaron en las sombras.
Lionel Scaloni fue uno de los nominados a mejor entrenador del año (perdió contra Carlo Ancelotti), Alejandro Garnacho quedó sexto en el ranking de mejor jugador sub-21 y Lautaro Martínez se posicionó entre los siete mejores futbolistas propuestos para el máximo premio, superando nada más ni nada menos que a Lamine Yamal, Toni Kroos y Harry Kane.
No cabe duda que la principal de nuestras figuras fue Emiliano, quien llegó junto a su esposa Mandinha haciendo caso omiso a los abucheos y silbidos franceses, a los que ya se ha acostumbrado hace tiempo, más precisamente desde el 18 de diciembre de 2022.
Fue el único arquero nominado en el listado general (quedó en el puesto n°18) y volvió a ser coronado como el mejor en su rol. Algo lógico, luego de ser pieza fundamental para que el Aston Villa juegue la Champions League (tras 41 años sin hacerlo) y sea puntero de la primera fase en estos momentos, además de llevar a la selección campeona del mundo al bicampeonato de América.
Más allá del reconocimiento individual, sus palabras y acciones son demostración de cuestiones mucho más valiosas que un trofeo. Tal como reconoció el cariño de los hinchas, en sus declaraciones expresó su felicidad ante el hecho de que fuera el «Toro» quien estuviera a su lado en el escenario, la importancia de aquellos valores inculcados por sus padres, el deseo de que sus hijos se sientan orgullosos de él y el agradecimiento a sus compañeros de la Scaloneta.
Inclusive, la comitiva que llevó consigo a Francia incluyó a sus entrenadores de arqueros, Martín Tocalli (de la Albiceleste) y Javier García (de los Villanos), para que lo acompañaran en la ceremonia. Una muestra más de que aún en los premios individuales, los triunfos son colectivos.
Según la mitología griega, el «arco de Artemisa» (diosa de la caza y la naturaleza) era un símbolo que se asociaba a la fuerza y la protección frente a las malas energías y otros peligros. Pero si hablamos de cultura futbolera, estamos en condiciones de afirmar que hoy es difícil imaginar nuestro arco, el «arco de Argentina», sin ese muchacho marplatense.
Alto, loco, pícaro y atrevido, lleno de confianza, autoexigente, perseverante, capaz de darlo todo por su equipo y por sus coterráneos, tanto dentro como fuera de la cancha (como quedó demostrado en noviembre de 2023, en el Maracaná), que se ganó el corazón y la idolatría de los grandes y, en especial, de los niños. Que critiquen los que quieran criticar, que abucheen los que quieran abuchear, que pateen los que quieran patear. El «Dibu» Martínez nos protegerá.
