Reseña sobre «Fue la mano de Dios», una película de Paolo Sorrentino

Por Martín Guzmán (@MartinGuzmanTF) Maradona y el fútbol como entorno napolitano. Desde su llegada a Italia en 1984 o, mejor dicho, desde que ya se rumoreaba un posible arribo para integrarse al Napoli, algo que muchos lo veían como exagerado o ilusorio, Diego pasó a ser parte de la ciudad y convertirse en ícono de la sociedad y cotidianidad de Nápoles. A partir de ahí, ‘El 10’ es inevitable al contexto.

Por Martín Guzmán (@MartinGuzmanTF) *
 
Maradona y el fútbol como entorno napolitano. Desde su llegada a Italia en 1984 o, mejor dicho, desde que ya se rumoreaba un posible arribo para integrarse al Napoli, algo que muchos lo veían como exagerado o ilusorio, Diego pasó a ser parte de la ciudad y convertirse en ícono de la sociedad y cotidianidad de Nápoles. A partir de ahí, ‘El 10’ es inevitable al contexto.

De esta manera, seguramente no habrá napolitano que no tenga algo que contar respecto a Maradona, a muchos les habrá salvado la vida en distintas formas sin saberlo, entre ellos, Sorrentino, quien en noviembre de 2021 estrenó un filme muy personal e íntimo, titulado «Fue la mano de Dios», el cual lo protagoniza Filippo Scotti, representando a Fabietto Schisa, es decir, un joven Paolo con intenciones de convertirse en cineasta.

Maradona como un espectro que en mayor o menor medida rodea su obra, al menos en La Juventud y, obviamente, en Fue la mano de Dios, en donde desde el propio título está claro el simbolismo que abarca para el autor, la obra en concreto y el fútbol.

Película compuesta por la familia y un zigzag de emociones, sentimientos e incertidumbre, que va de forma inesperada desde lo fantástico, ilógico, excitante, gracioso, ilusionante y cómico, hasta lo fatal, explosivo, triste, tormentoso y perplejo. Lo difícil e imprevisto de la realidad y lo planificado y bello que puede resultar la imaginación.

Un muchacho flaco y siempre con su walkman cargado interrumpe su adolescencia y recibe una precipitada orfandad, a quien le cuesta llorar y que en lo conmovedor del asunto considera que “la realidad es horrible”, pero aun así no puede eludir que debe mirar al futuro.

“El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”, dijo Jorge Valdano, pero Fue la mano de Dios nos deja en claro que en Nápoles no es así, al menos cuando de Maradona se trata, tan así que cualquier discusión familiar o de pareja pasa a segundo plano si se confirma que finalmente lo del ‘Pelusa’ al Napoli es un hecho.

Obra estética y sublime, de alta carga artística e imágenes trabajadas a detalle, en donde no podía faltar la actuación de Toni Servillo en calidad de padre. Pulcritud en una escenografía y contenido mundano, pero sencillo a la vez, en donde existe sensualidad y exuberancia, sin caer en lo vulgar y más bien en lo emblemático y referencial, proyectando ciertos rasgos fellinescos, incluyendo al propio Fellini como personaje, sumado a Nápoles y la tía Patrizia como elementos de inspiración, así como los goles a los ingleses y su sentido político y reivindicativo.

Es evidente que en la vida de Paolo Sorrentino, Maradona, por ende el Napoli y el balompié, ocupan un lugar y eso lo podemos ver en su filmografía. Por ejemplo, en La Gran Belleza, en medio de un relato sobre un personaje egocéntrico, donde la religión es visible, prácticamente inevitable en un contexto romano, así sea unos pocos segundos, en una escena de poca importancia, aparece el fútbol, a través de un balón de pentágonos negros, posiblemente como algo que no se puede dejar de lado más allá de lo central de la narración.

También, La Juventud y un sobreentendido Maradona, quien aparece en más de una ocasión, ya sea en piscinas o haciendo jueguito con una pelota de tenis, en una época de obesidad, fatiga, recuerdos, tratamientos, oxígeno e interpretado por Roly Serrano, siempre popular, aclamado y siendo centro de atención, a modo de sombra imponente que, por más que trabajes para la Reina Isabel o seas un compositor reconocido, no te dejas de sorprender y hasta intimidar al verlo cerca e interactuando contigo.
 
Es así que bajo la dirección de Sorrentino observamos filmes que representan y están rodeados de personajes grandiosos, llenos de notoriedad y hasta cierto culto, pero que muestran vulnerabilidades, puntos débiles, frustraciones, dudas ante el futuro y ahí está Maradona rodeándolo todo.
A su vez, nos muestra que, al igual que la tristeza, la felicidad no es constante y no necesariamente está en la belleza y es ahí donde aparece la nostalgia y la frustración de momentos pasados o que estamos a la expectativa de verlos llegar o recuperar, pero sabemos que quizás jamás llegarán.
* Este artículo fue originalmente publicado en el excelente sitio Tercer Fútbol.

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