Por Sebastián Tafuro (@tafurel)
Andrés Fassi salió con los tapones de punta. Las redes, ese terreno en el que esta gente parecería moverse mejor que en la vida real, estallaron mayoritariamente a su favor. Sus verdades encajan con percepciones reales con las que, en parte, nosotros también coincidimos. Pero no todo es lo que parece.
Podríamos decir que a Talleres lo perjudicaron el sábado en su partido de Copa Argentina contra Boca. Una verdad a medias. Merlos se equivocó fuerte en el gol de Aguirre ya que la pelota había salido en su totalidad y no debió convalidarse. Pero por qué no se dice lo mismo del penal que le cometieron a Medina o del insólito offside que el juez de línea cobró e impidió luego el gol que convertía Saralegui?
Fassi, el que se dice dueño de Talleres pese a que hubo elecciones y lo votaron para el cargo de presidente, se agarró de un error arbitral para despotricar contra Chiqui Tapia y el estado del fútbol argentino. En una conferencia que muchos llaman «histórica» – exageración de la época -, los arbitrajes y la organización de los torneos estuvieron a la cabeza de los reclamos de este señor.
Valoramos esa parte. Todos los fines de semana hay una controversia arbitral, el VAR se utiliza discrecionalmente, en la B Nacional es aún más oscuro todo. No puede ser lo de los 66 equipos entre las 2 principales categorías. Que los reglamentos se creen y se anulen permanentemente. AFA tiene que cambiar de forma urgente porque se pierde seriedad y prestigio por más Scaloneta que haya.
Pero Fassi no da puntada sin hilo. Los posteriores respaldos de Scioli y Macri (no tan distintos) dejan en claro un plan orquestado dentro del machaque constante a los que nos vienen acostumbrado: la necesidad para un grupo de dirigentes y empresarios de que las SAD desembarquen en nuestro fútbol.
La autoerosión de nuestro fútbol día a día va abriendo esas puertas. Pero hay que estar alertas. Los socios y socias necesitan resistir. El juguete se está rompiendo pero estos no lo quieren arreglar, sino más bien aniquilar. Que el árbol no tape el bosque.