Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
“Hemos tomado una decisión: Hasta acá ha llegado Fernando Gago con Boca”, declaró Mauricio “Chicho” Serna en la mañana del martes, en diálogo con la prensa. Crónica de un despido anunciado. Si bien su arribo había generado expectativas, por su pasado en el club y un desempeño decente en Racing, las mismas se derrumbaron con la derrota frente a Alianza Lima, cuando Boca se quedó sin la posibilidad de competir en una copa continental por el resto de 2025.
Tal herida no sanaría con una mayoría de partidos ganados, el invicto local, el primer puesto en la tabla anual ni en la zona A del Apertura. Sobre todo al considerar la caída versus la Academia, Newell’s y recientemente un River con falencias, encuentro para el cual diagramó un planteo ultradefensivo.
Sin embargo, ello representa sólo una parte de un problema, con múltiples aristas. Otra refiere a un plantel que cobra millones y en el cual unos cuantos “no sienten la camiseta”; si vamos al Superclásico, todos estamos de acuerdo en que el único que estuvo a la altura de las circunstancias fue Miguel Merentiel, figura que generalmente ingresa desde el banco y que nunca decepciona, sea por sus jugadas, sus goles o por su mera entrega.
Hay referentes de agresividad por demás, rendimientos irregulares y nula “mea culpa” (Marcos Rojo, Luis Advíncula, Chiquito Romero), lesionados casi crónicos (Cavani, Ander Herrera y el propio Rojo), jugadores ilógicamente sostenidos (Frank Fabra, Lucas Janson) y promesas que no terminan de explotar (Zenón, Zeballos).
Así, los más jóvenes se vuelven sostenes del equipo; fueron los casos de Alan Varela, Valentín Barco, Equi Fernández y Leandro Brey. Ahora lo es Milton Delgado de tan sólo 19 años, que más allá de su innegable calidad y futuro de Selección, se volvió el “5” titular debido a la lesión de Rey Domenech (de su misma edad) y las negociaciones frustradas con Leandro Paredes.
Gago, luego de seis meses, se suma a una lista compuesta por Russo -el único que duró más de un año-, Battaglia, Ibarra, Almirón y Martínez. Todos se fueron antes de tiempo, la mitad sin conquistar un campeonato. La elección y erosión de entrenadores, la falta de un proyecto deportivo y la gestión de los mercados de pases han sido producto de la desprolijidad e improvisación de los integrantes del Consejo de Fútbol (Serna, Cascini y Marcelo Delgado). ¿Tiene sentido su funcionamiento, luego de tantos traspiés?
Juan Román Riquelme no está exento de responsabilidades. No se puede dudar de una buena gestión a nivel institucional; junto a un balance superavitario, son evidentes las mejoras del predio, como así el gran desempeño del futsal, vóley, básquet y de Las Gladiadoras en el fútbol femenino.
Aún adeuda la ampliación de la Bombonera. Pero en lo que refiere al fútbol masculino, el más conocido, seguido y legendario, su presidencia no condice con sus logros como jugador ni con sus declaraciones antes de asumir la conducción.
Ya no puede solucionar con la pelota como cuando lo hacía dentro de la cancha. Debe someterse a una profunda autocrítica, pensar e implementar cambios sustanciales, no subestimar los fracasos y dimensionar que, le guste o no, es un símbolo de liderazgo y resistencia frente a los poderes hegemónicos, que aprovechan cada derrota de Boca para usarlo como puchimbol.
Mauricio Macri lo desprecia profundamente y tiene a su servicio a los medios de comunicación y la justicia (no nos olvidemos que intentó, sin éxito, intervenir el club antes de las elecciones de 2023). Lo mismo Javier Milei y los twitteros macristas/libertarios, que lo llaman -despectivamente- “Kukelme” o “Polentelme”. Algo insólito, considerando que Román jamás se definió o expresó sus simpatías con el peronismo o el kirchnerismo.
Lamentablemente, acá encontramos otra falencia: no existe una oposición seria ni comprometida con el bienestar del Xeneize, sino que responde a sus propios intereses partidarios y económicos. Ligados, por supuesto, a negociados y a la instalación de las Sociedades Anónimas Deportivas.
Circula una danza de nombres de posibles candidatos a la dirección técnica: Gabriel Milito, Gustavo Quinteros, Tata Martino, Kily González, hasta Carlos Bianchi. No se descarta cierta continuidad del interino Mariano Herrón. Quien sea, tiene en el corto plazo un panorama complicado: los mata-mata del Apertura y el Mundial de Clubes con rivales de la talla del Bayern Munich, Benfica y Auckland City. También clasificar a la Libertadores 2026. Y sobre todo, salir campeón.
Quedan pocas balas; la paciencia de los hinchas y de los socios se agota. Están en juego el futuro, el prestigio y la exigencia que demanda la historia del club. La salida a esta encrucijada depende de muchos factores y actores, claro está. No alcanza con contratar a un DT y echarlo si las cosas no resultan bien.
