El vestigio del futuro… del presente y del pasado

Reflexionamos sobre Messi y todo lo que transmite a través de su juego a los amantes del fútbol.

Por Daniel Adrián Lico (@DanielADlico)

El partido es chato. La gente está tranquila observando cómo la Selección Argentina disputa su último amistoso antes del mundial contra su par jamaiquino. El resultado es corto, 1 a 0 los albicelestes arriba en el marcador. Pero de repente, en esa calma, ese andar casi cansino que recorría el estadio desaparece. Lo que queda es un estallido. Lo que lo genera es algo que viene de fuera. Es anormal.

La mayoría de las veces, los gritos, las alegrías, se dan por situaciones que ocurren dentro del rectángulo verde de 100 metros de largo. Esta vez es diferente. Es que claro, habitualmente el responsable de estos gritos enloquecidos que se escuchan desaforados está dentro de la cancha, pero esta vez le tocó descansar.

Lionel Andrés Messi se paró a hacer los movimientos de calentamiento y la alegría no tiene fin. Los miles de fanáticos que asistieron a la cancha empiezan a sentir que quizás por primera y última vez podrán ver la huella que deja uno de los mejores futbolistas de la historia.

Lo que sigue después son dos goles, tres corridas de fans enloquecidos que ingresaron al verde césped para tener de cerca a su ídolo y la peregrinación de los rivales al final del partido para tener una foto o quedarse con el tesoro: la camiseta celeste y blanca con el número diez en el pecho y en la espalda. Como alguna vez se dijo de Michael Jordan, Messi parece que juega para esa persona que jamás lo volverá a ver. En este caso, vale agregar, también juega para esos rivales que, quizás, jamás lo volverán a enfrentar.

Es que Messi cumple con algo particular: es el vestigio de los tres tiempos en los que dividimos la historia. Es presente. Fue pasado. Y será futuro. ¿Cómo explicar que un tipo de 35 años, en el futbol moderno, en el deporte de alta competencia, sigue siendo el mejor de todos y que cada vez con la misma asiduidad de temporadas anteriores marca la diferencia cuando se lo dispone?

Parece que el tiempo no hubiera transcurrido. O puede haber sucedido algo mejor, que el tiempo sí haya pasado pero él lo entendió. No se enojó con ese devenir inevitable, lo tomó como una experiencia, como un aprendizaje para pulirse, para cambiar, para construirse nuevamente. Y ahí está. Físicamente impecable con un cerebro y con una sensibilidad absurda en sus pies, que lo siguen teniendo como un prodigio para el futbol.

Pero claro, hay algo del pasado en él. No solo de su propio pasado, sino también del pasado del futbol y de muchos de los aficionados que lo seguimos. Hay en Messi el recuerdo vivo de un tiempo que fue mejor: el de las tardes de los niños, de los adolescentes que mirábamos los partidos de Champions y de La Liga mientras el rosarino los encaraba a todos una y otra vez sin que le puedan sacar la pelota.

Hacía los goles que solo parecían posibles de hacerse en la PlayStation cada tres o cuatro días. La rutina de lo extraordinario diría con gran atino Juan Pablo Varsky. Messi, para nosotros, es el primer amor. Inolvidable, puro, real, fuerte, sin concesiones, leal. La nostalgia pura. Con un pequeño gran atenuante: sigue vigente y nos sigue enamorando.

Acá no existen los tiempos del enamoramiento que dice la psicología, no son meses, ni años; es para toda la vida. Su futbol nos envuelve, nos traslada a una época anterior donde fuimos felices, pero en una parábola, como se si tratara de una pelota impulsada por su zurda, nos devuelve a la realidad, al tiempo presente. Nos enseña que hay que caerse, levantarse y seguir luchando por los sueños, que al final siempre pueden cumplirse. Que hay que intentarlo por más que te digan que es imposible.

Con todo eso el tipo sin proponérselo también nos da la sensación de que es posible hacer aún más cosas. Que siempre verlo es tener la seguridad de que algo nuevo va a inventar para llenar nuestros ojos y corazones de alegrías. Quizás esto sea la definición de arte y Messi no solo sea jugador de futbol sino también artista, pero no tengamos la suficiente abstracción para entenderlo.

El pasado del futbol también descansa en su lomo. Aquello del deporte que se va perdiendo entre tanto profesionalismo sigue presente en su sonrisa, en sus amagues y en su juego que se alejan de las métricas actuales. No le importa hacer ese gol de más, esa asistencia de más que lo acerquen a uno o a otro récord. Leo es un altruista con todas las letras.

Lo que se tenga que hacer para el bien común del equipo se hará. Lo que se tenga que hacer para el bien del juego se hará. Ya sea clavarla en el ángulo del poste derecho, hacer un cambio de frente al sector izquierdo para el lateral, un pase de 2 metros para que la vuelva a tocar el volante o dejarle un penal a Suarez o a Neymar para que agarren confianza.

Leo hasta desafía las tácticas modernas de los marcajes zonales. En algunas ocasiones, nos trae al futbol de hoy en día imágenes del pasado para que las veamos en directo. Tenemos marcas personales siguiendo a un jugador por toda la cancha en lo que sería una remake de marcas a Maradona o a Riquelme.

Y está el futuro. Ese futuro que en parte existe porque hoy hay otra semifinal de Copa del Mundo esperando a la vuelta de la esquina. Porque hay una ilusión enorme para que el universo pueda devolverle, en forma de trofeo dorado, lo que él le ha dado a este deporte. Porque millones de argentinos soñamos con que el 18 de diciembre nos este representando como nos representó el 13 de julio de 2014 en el Maracaná.

Para que la historia, de una vez por todas, sea justa y cierre este pacto. Porque si él está siendo el encargado de ser el guardián del tiempo cubriendo el pasado, respetando el presente y ejerciendo de profeta para el futuro, no puede pagárselo de otra manera. Ya no solo el futbol está en deuda, la historia toda está en deuda con Lionel Andrés Messi. Pero aunque nada de todo eso pase nosotros seguiremos teniendo futuro, y uno muy bello, porque él existe. Porque la próxima jugada puede ser la más bella que nuestros ojos verán, porque con Messi siempre hay esperanza de que algo mejor esté por venir aunque sean solo recuerdos.

Foto: Twitter (@majogm)

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