Pepe Sand y el paso del tiempo

Con 43 años recién cumplidos, el Pepe Sand nos sigue deslumbrando por su vigencia y longevidad. Esta es su historia.

Por Pedro Alonso (@_Pedrooalonso)

Hay novelas que no parecen tener final y aún así capítulo a capítulo no dejan de sorprender. Se presenta un gladiador que se somete a mil y una batallas, que combate día a día para sobreponerse a las adversidades y a sus limitaciones propias. Convierte su veteranía en liderazgo, experiencia y tranquilidad al servicio del resto.

Pepe Sand es un ejemplo de ese tipo de protagonistas y a sus 43 años sigue disfrutando en La Fortaleza como si fuera el patio de su casa. Pero claro, para eso antes tuvo que sobreponerse a varios guantazos que le propuso el destino.

De Corrientes a Nuñez

Su carrera futbolística inició en el club Barrio Norte de Bella Vista (provincia de Corrientes), su lugar natal. Hasta los 10 años fue arquero siguiendo los pasos de su padre Raúl, pero su madre Amancia del Carmen lo sacó de los 3 palos porque siempre volvía llorando y con dolor de cabeza. 

Tan bueno fue el consejo de su madre que José encontró su posición: delantero. A los 14 se probó y quedó en River gracias a contactos que hizo su papá en la etapa que tuvo como futbolista. Su estadía fue espectacular, convirtiéndose con los años en el máximo goleador de la historia de las inferiores en el club. 

Pero no todo fue un camino de rosas. Al año de su llegada Raúl falleció por un cáncer óseo. “A mi vie­jo lo ten­go muy pre­sen­te. To­do lo que soy se lo de­bo a él. Siem­pre fue un lu­cha­dor. Cuan­do no pu­do cum­plir su sue­ño de ju­gar en Pri­me­ra, vol­vió a Co­rrien­tes sin na­da, for­mó una fa­mi­lia y siem­pre nos tu­vo bien. Era ci­tri­cul­tor. Lo ex­tra­ño un mon­tón. Siem­pre me acom­pa­ñó. El hu­bie­ra dis­fru­ta­do mu­chí­si­mo mi pre­sen­te”, aseguró Pepe hace unos años.

En su pecho lleva una cadena con el nombre de su padre para tenerlo presente en cada instante de vida que le toque atravesar. El resto de su familia fue un sostén fundamental para atravesar eso y todo lo que estaba por venir.

Insistir y nunca desistir

Su paso a Primera División fue algo tedioso. Sin oportunidades en River decidió emigrar a Colón de Santa Fe, pero no tuvo un gran paso en el rojinegro. Regresó a River, solo pudo sumar minutos en reserva y se fue a préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza.

Allí le fue tan mal que amagó a dejar al fútbol. En ese punto el recuerdo de su padre y el apoyo de su madre fue vital para que se arme de paciencia y vuelva a Nuñez. Recién con otras dos cesiones empezó a encarrilar todo: la primera en el Vitoria de Brasil y la segunda en Defensores de Belgrano.

Por fin logró asentarse en River coronándose campeón en 2004, y un año después le sedujo la propuesta de Banfield. Siguió en gran nivel pero su carrera parecía condenada a la inestabilidad. Así fue que volvió a donde inició su camino en primera, Colón de Santa Fe.

Al poco tiempo Julio Falcioni le quitó toda la continuidad y confianza que había generado en estos últimos años. Para peor, Pepe y su pareja su­frieron la muer­te de Mi­la­gros, beba que falleció apenas nacida.

El corazón quedó en Zona Sur

Luego de aquel trágico hecho tuvo su primer paso por Lanús para luego partir hacia al extranjero (Emiratos Árabes, España y México). A su vuelta siguió con su ya clásica costumbre de cambiar de equipo constantemente: Racing, Tigre, Argentinos Juniors, Boca Unidos, Aldosivi, y allí sí recaló nuevamente en el Granate, al que le brinda hasta el día de hoy tantas alegrías.

Parecía una locura que estando años antes en la B nacional o en equipos que no daban la talla en primera se asentara en Lanús como figura, sacándolo campeón y casi consiguiendo una Libertadores.

Pero allí estaba el histórico delantero compitiendo a primer nivel y demostrando que es un luchador de talla top, esquivando golpes para revertir la adversidad con un derechazo letal de los suyos. En el medio hasta se dio el lujo de irse a seguir metiendo goles al Deportivo Cali, pero ya había quedado prendado: extrañaba la Zona Sur, extrañaba La Fortaleza. Volvió un año después.

Hoy con 43 años sigue rompiendo redes y récords en un Lanús competitivo, registrándose como el mayor goleador de su historia y formando parte de 4 de sus 6 títulos. Hoy con 3 hijos y 317 goles en la espalda, se mantiene en unas condiciones increíbles a pesar de su edad y es un referente dentro y fuera del terreno de juego.

Jose “Pepe” Sand: un ícono del fútbol argentino que sigue de pie, que aún camina, que deja su huella paso tras paso y sigue escribiendo su propia historia.

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