Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
“Es el terror del barrio, tiene fama de desacatado. No es sólo un chico malo, acá lo llaman hijo del pecado. Todas en la ventana esperando para verlo pasar”. Así inicia “Lokura”, una de las canciones del nuevo álbum de Mariana “Lali” Espósito, en referencia a su amor platónico de la infancia: Pablo Villanueva.
El barrabrava de Huracán (rol que abrazó desde su adolescencia) se autodefinía como una “oveja negra” y “una falla del sistema”; era picante, de presencia imponente -a pesar de estar en silla de ruedas tras un enfrentamiento policial-, querido, temido y respetado, rubio, de ojos celestes y con tatuajes en su cara, cuello y brazos.
Despertó numerosos suspiros en Parque Patricios, algunos pertenecientes a esa chica que creció a cinco cuadras del Ducó, a la cual le vaticinó un futuro prometedor (y no se equivocó). Lamentablemente, falleció a fines del año pasado, quedándose sin la posibilidad de escuchar semejante dedicatoria ni vivenciar un deseo: el regreso de las hinchadas visitantes en los partidos de la Liga Profesional.
La niñez de Lali también transcurrió, por supuesto, en el Club Bristol, con un padre entrenador, un hermano jugador de futsal y una visita que goleaba en la liga de la Federación Amistad de Fútbol Infantil (FAFI): Sergio “Kun” Agüero.
Los prejuicios del momento y su posterior ingreso a la actuación le impidieron ser futbolista, aunque en algunas de las series que protagonizó, en un amistoso del equipo femenino de Uspallata FB -capitaneado por su hermana- y hasta en un encuentro mixto entre streamers y periodistas, tuvo la oportunidad de mostrar sus dotes y gambetas. Quizás, en otra línea temporal, estaría tirando paredes junto a figuras del calibre de Estefanía Banini, Aldana Cometti, Mariana Larroquette y Yamila Rodríguez.
Su fanatismo está reservado a River Plate, gracias a la influencia de Jorge, su abuelo materno. Ha asistido a la cancha para colaborar con campañas de donación de juguetes (como en 2017) y a alentar al plantel, recibiendo camisetas de regalo por parte de las autoridades de la institución.
Hoy es un ícono del pop y una referente en las luchas por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTIQ, pero nunca se vio triunfando en Miami. Ha expresado que no tiene el «sueño americano» sino el «sueño argentino». Abraza con orgullo la identidad nacional, marcada -en su historia personal- por el barrio y el fútbol. Por lo tanto, no es casual que el destino la quisiera partícipe del día más feliz de nuestras vidas al cantar el himno en la final del Mundial de Qatar, el 18 de diciembre de 2022.