Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
En la noche del miércoles Boca Juniors pasó a semifinales de la Copa Argentina, luego de vencer por penales a Gimnasia y Esgrima de La Plata. Más allá de lo que significa para un año bostero poco alegre, que se juega nada más y nada menos que la clasificación a la próxima Libertadores (luego de no participar en la edición actual, de quedar eliminada en la Copa Sudamericana y de perder de local contra su clásico rival), la victoria estuvo marcada por tres personajes puntuales.
Uno de ellos, que viene siendo determinante en el avance del torneo, es Leandro Brey. El arquero, de tan sólo 22 años, demostró seguridad en sus intervenciones, no se dejó desanimar tras el error que decantó en el empate del Lobo y ofreció un sensacional espectáculo.
Entre los cuatro penales consecutivos atajados, su picardía y su arenga, se ganó el abrazo de sus compañeros a pesar de la dedicación de la prensa en enfocar las reacciones de su compañero Sergio «Chiquito» Romero. La intención era generar una especie de «rivalidad» o «polémica» entre colegas que no fue.
Rompiendo récords y sin creérsela, el «Patito» (apodo cariñoso que va mechando en redes sociales asemejando sus habilidades a las del histórico Roberto «Pato» Abbondanzieri, quien en alguna ocasión lo ha halagado) pisa fuerte no sólo para imponerse y ser merecedor del puesto de titular indiscutido, sino también como una de las caras del futuro de la Selección más temprano que tarde. Recordemos que ya tiene experiencia con la camiseta argentina en las juveniles.
Detrás del logro del joven hubo además un hacedor silencioso: Fernando Gayoso, el ex entrenador de arqueros, quien hace unos meses dejó su cargo tras ser diagnosticado con ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Lejos de alejarse por completo del club, actualmente se desempeña como coordinador de entrenadores de arqueros de las inferiores.
En un posteo de Instagram, su esposa contó que mientras lucha contra la enfermedad no solo se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana para ir al predio xeneize, sino que en su casa analizó los posibles remates desde los 12 pasos de cada jugador de Gimnasia, elaborando el machete que Brey estudió y puso en práctica con éxito en Rosario.
El otro gran protagonista de la jornada fue Juan Román Riquelme. La tensión entre hinchadas ya impregnaba el aire del Coloso Marcelo Bielsa durante el primer tiempo, pero fue en vísperas del inicio del segundo cuando una pelea entre los “triperos” y plateístas de Boca derivó en una escalada de violencia en las tribunas y la intervención de la Policía que, lejos de apaciguar la situación, desplegó (como de costumbre) sus métodos represivos.
Insólitamente, quien evitó la suspensión del partido así como una posible tragedia fue el presidente xeneize. Él mismo bajó del palco junto a los integrantes del Consejo de Fútbol y calmó tanto a La 12 como a los uniformados, sin importarle la cercanía del roce de una bala de goma y bancándose el gas pimienta. Una vez que lo logró, se retiró cual delfín de Santa Teresita, recibiendo muestras de cariño y agradecimiento.
Las imágenes recorren el país y el mundo, dejando en evidencia que, hayan aciertos, errores y críticas respecto a su gestión, su grandeza y su figura de líder popular es indiscutida. ¿Acaso alguien imagina a Brito, Grindetti, Fassi o al mismísimo Mauricio Macri poniendo el cuerpo de manera semejante?
El fútbol argentino es pasión, es legado y es centro de atención. En la actualidad, más que nunca, está en el ojo de la tormenta. Pero quedó demostrado que no es ni será propiedad de hombres de traje ni de empresarios, en la medida en que «los héroes de la historia sean los héroes cotidianos».
