El Fútbol y Byung-Chul Han: el “Panóptico Digital” va de titular

El fútbol, el deporte más consumido y popular del planeta, se transformó de manera fugaz en una industria en constante movimiento la cual se adaptó a los tiempos posmodernos marcados por el avance de los recursos tecnológicos.

Por Juan Manuel Armesto

Si nos situáramos en el día 22 de junio de 1986, a las 14:00 hs en México D.F, luego de observar la primera obra de arte de Diego Armando Maradona frente a Inglaterra y alguien nos dijese que, después de tantas lágrimas y tanto éxtasis, ese gol no podría ser convalidado debido a un seguimiento minucioso de la jugada y la trayectoria de la pelota por medio de un mecanismo llamado VAR o Video Assistant Referee, lo trataríamos de insano.

O por qué no imaginarnos nuestras reacciones en aquel polémico enfrentamiento entre Corea del Sur e Italia, por los cuartos de final de la Copa del Mundo del 2002 en tierras surcoreanas y japonesas, si viene algún ser extraño o viajero en el tiempo a comunicarnos que se puede validar el gol a Tomassi porque no había posición adelantada, gracias a que un software de un chip implantado en la cámara de la Adidas Fevernova delimite que no hubo offside.

Los tiempos han cambiado en todo el mundo, puede que sea a un ritmo acelerado o puede que no, pero hay que admitir que la tecnología evoluciona cada vez más. Además, a partir del auge de un modelo de sociedad globalizada, nadie se puede quedar afuera y privarse de adentrarse en el mundo de la informática y posteriormente, una revolución digital.  De manera obvia, el fútbol no es la excepción.

Durante la última década, esta hermosa disciplina deportiva, la más observada por las audiencias no sólo en la televisión y radio analógica, sino por las diversas plataformas emergentes en Internet, como el streaming, se tuvo que aggiornar cuasi a los ponchazos con el objetivo de clarificar las irregularidades expuestas por el error en la mano de obra humana. ¿Cómo lo hizo? Recurrió a la implementación de la tecnología o, mejor dicho, transformó su estado natural y artístico para convertirse en una función marcada por la información codificada en Bits.

Este aspecto cuasi revolucionario del balompié se agudizó con el correr de los últimos años, hasta el punto en que los apasionados y aficionados comenzaron a naturalizarlo, sea con rechazo o con aceptación. Para describir este fenómeno, resulta útil recurrir al filósofo contemporáneo más leído por excelencia, el surcoreano Byung-Chul Han.

Este autor, quien se ha transformado en material obligatorio de lectura en las universidades y en los trabajos académicos a fines de la década del 2010 y principios de esta actual, hace un pantallazo del proceso de digitalización en la cotidianeidad social, el cual lo conceptualiza como “Feudalismo Digital”. ¿Acaso también no estamos en presencia de la subordinación ante la informática en el fútbol? El arte en este bello deporte se esfuma cada vez más, los gritos de gol en las gargantas de los hinchas se ven postergados hasta que llegue la confirmación oficial por parte de un grupo de señores o señoras que controlan el juego desde una pantalla y aquí hay otra relación con Han.

El filósofo recaptura la idea Foucaulteana de “Vigilar y Castigar” y la trama de la novela Orwelliana “1984”, la cual trata acerca del Gran Hermano, aquel ojo que observa y controla todo lo que los individuos dicen y hacen. Él la profundiza, la lleva hacia el contexto actual y postula que existe un “Panóptico Digital”, el cual es amo y señor del mundo que dejó de ser analógico para sumirse en una combinación de caracteres para crearse usuarios, contraseñas y dar todo tipo de consentimiento para retener su información.

Por ese motivo, se puede interpretar a la invención del videoarbitraje como la manifestación de ese Big Brother virtual, de ese panóptico digital en el ámbito futbolístico, ya que consiste en un conjunto de cámaras, las cuales observan cada movimiento que hacen los jugadores, desde un saque de meta hasta la ejecución de un lateral y las decisiones son tomadas por un grupo de colegiados que se encuentran a una distancia generosa, más que prudencial y  dictaminan el reglamento en base a lo que les muestre una pantalla, es decir, un partido de fútbol es controlado no sólo por una terna o cuaterna arbitral, sino que es constantemente vigilado por cámaras cual Gran Hermano.

Otro de los casos donde se enlaza al pensador con la pasión de multitudes, es con la reciente implementación de un chip dentro de la cámara del modelo Al Rihla, el balón oficial de la Copa del Mundo de Qatar que se realizará a fin de año. Byung-Chul Han afirma que el ser humano se va transformando de una manera leve en un ser “idiota”, incapaz de razonar y accionar por sí mismo. ¿Qué sucederá con el estreno de esta nueva esférica inteligente? Se pondrá la dependencia en la reacción que hará al marcar un offside debido a una determinada cantidad de información programada para detectar cuando una pierna se adelante a la línea de juego legal. Por lo tanto, los jueces y las juezas de línea pasarán a un segundo plano y su juicio quedará marcado por la subjetividad, a tal punto de relacionarlo con la inoperancia.

No todo termina aquí, ya que el fenómeno de la digitalización en el fútbol o el “Feudalismo Digital”, el cual tendrá a árbitros, jugadores, entrenadores y aficionados a merced de lo que pueda establecer una máquina, tiene otra arista para analizar a través del ojo rasgado de este pensador. En su artículo del 2013, titulado “La Sociedad de la Transparencia”, Byung describe a las redes sociales como un instrumento de control que se disfraza de un mecanismo para clarificar la información de cada individuo, así como también se muestra un panorama donde un usuario entrega hasta lo más recóndito de su intimidad, en términos de datos, a un sistema de programación que los retiene y puede hacer que goce de una seguridad férrea o hacer pasar un mal trago con el riesgo de que dicho sistema falle.

Los datos biométricos en el fútbol se han implementado para agilizar el tráfico de aficionados, tanto en el pago de una cuota social, como es el caso de los famosos Fan Tokens, los cuales simbolizan el dinero electrónico para efectivizar la membresía en un club o bien para ingresar a un estadio, como el polémico sistema AFA PLUS, que consistía en el registro de una huella dactilar y del rostro de un individuo que generaba un reconocimiento  para determinar si el acceso a la cancha es aceptado o denegado con el fin de erradicar la presencia de barrabravas en las tribunas y eliminar la violencia de una vez por todas.

Si bien la tecnología en el deporte, específicamente en este juego donde 22 jugadores o jugadoras corren detrás de una pelota, hace sus primeros pasos, aún no se ha evidenciado empíricamente que su efectividad sea plena para un mejor desarrollo del juego. Un GPS en el corset del torso de un jugador podrá determinar y controlar cuántos kilómetros recorrió y cuántos toques brindó, pero está lejos aún de saber si ese mismo player aportó al equipo, si impuso una actitud satisfactoria y si le sacó más de una sonrisa a la hinchada.

El VAR continúa con su polémica al exagerar con su punitivismo deportivo, como en el caso del controversial encuentro entre River y Vélez por la vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores, cuando Matías Suárez metió un gol y Roberto Tobar, el árbitro de ese encuentro, lo cobró de manera convencida. Pero enseguida el equipo de videoarbitraje de Conmebol lo persuadió para anularlo. ¿Acaso la mano de obra está mal? ¿El reglamento es el problema? ¿Este mecanismo se ejecutaría de manera correcta si fuera de manera automática? Todavía es un enigma cuya resolución está cerca, mientras tanto, hay que disfrutar las dos versiones del fútbol: la artesanal y rústica que alcanza a apreciarse en el ascenso y la 2.0 que engalana las noches de copas.

Esto es el fútbol posmoderno, redimido a un señor feudal de artificio, controlado por datos biométricos…No trates de entenderlo.

El Fútbol y Byung-Chul Han: el “Panóptico Digital” va de titular comentarios en «2»

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