El camaleón rey mundial

Análisis táctico del recorrido mundialista que tuvo la Selección hasta llegar a lo más alto del fútbol en Qatar 2022.

Por Santiago Nosetto (@santi_nosetto)

Si bien ya lo demostró a lo largo del ciclo (sobre todo al comienzo y durante Copa América 2019-2021), en Qatar afloró el lado más pragmático de Lionel Scaloni en su totalidad. Reemplazó nombres, modificó el sistema y planificó cada partido en función del rival. Sin abandonar la esencia construida (ataque funcional, pases cortos para avanzar, juntarse alrededor de la pelota y generar espacios con movimientos), pero contemplando los ajustes necesarios en una Copa del Mundo, que exige adaptación a los distintos escenarios. Argentina recorrió el camino lógico de un aspirante al título mundial: el equipo base sufrió cambios y se terminó encontrando durante la competencia.

En un fútbol cada vez más parejo y táctico, los pequeños detalles suelen definir el resultado a favor o en contra. Scaloni le prestó mucha atención justamente a esos detalles y, tras un golpazo inesperado, superó con creces a cada seleccionado. “El Mundial lo ganan los equipos inteligentes, cautos, que saben cuándo atacar y cuándo defender. Raramente ganan los que avasallan y están continuamente en campo contrario. Nos tendremos que adaptar a eso. La inteligencia forma parte del fútbol”. Argentina irradió siempre, además del talento especial, el mensaje de su entrenador: personalidad para atravesar momentos e inteligencia camaleónica para transformarse según el escenario.

GRUPO C | FECHA 1

En el primer partido del grupo, Argentina jugó con un clarísimo 4-2-4 para aprovechar el adelantamiento de la línea defensiva de Arabia Saudita. Di María y Papu Gómez pegados a la raya, Lautaro y Messi fijando por dentro. De Paul y Paredes se ubicaron prácticamente a la misma altura, bajos en salida para actuar como lanzadores. Al comienzo, el equipo supo detectar los espacios vacíos y atacó bien la profundidad, pero entre falta de timing y mérito rival, cayó en offside diez veces y el VAR le anuló tres goles por centímetros.

Aunque la Selección consiguió ponerse en ventaja desde el punto penal,

pareció haber cambiado drásticamente, por primera y única vez, su estilo de juego. Se trastocó la esencia del equipo, porque alineó futbolistas que se sienten más cómodos recibiendo al pie que al espacio, y jugó a todo lo contrario. No descansó con la pelota cuando debía. La remontada saudí lo obligó a buscar el empate con un nivel de desesperación que no acostumbraba a manejar.

GRUPO C | FECHA 2

La cosa fue distinta ante México. El rival planteó otro desafío. Argentina se paró de entrada con su 4-3-1-2 (asimétrico) habitual pero, a los pocos minutos, Scaloni decidió espejar el 5-3-2 que propuso Martino sin pelota. Guido Rodríguez se incrustó entre los centrales para dar salida y ofrecer un hombre extra en la cobertura ante la posible amenaza de Lozano y Vega. El equipo lució algo rígido con De Paul teniendo que organizar en la base y Messi retrocediendo casi 50 metros en busca de la pelota, pero no renunció a juntar pases en un determinado sector para vaciar el otro.

Esto cambió radicalmente desde el ingreso de Enzo Fernández en el segundo tiempo. Argentina inclinó la cancha a su favor, ganó fluidez en su circulación y abrió el resultado. Una vez que Messi convirtió, Scaloni no dudó en reforzar la zaga con Cuti Romero y armar el 5-3-2 para soltar aún más al #24 entre líneas y adelantar el bloque con una postura más dominante. La Selección estiró su ventaja y terminó controlando el partido de gran manera.

GRUPO C | FECHA 3

Polonia fue un adversario que le cedió el dominio por completo. Argentina tuvo que ratificar sus buenas sensaciones para sellar el pase a octavos. El dibujo inicial fue 4–3–3 con Julián y Di María abiertos a pierna cambiada y Messi flotando en el centro. Sin pelota, los extremos estuvieron pendientes de las subidas de los laterales para quitarles impacto.

Argentina concentró mucho fútbol en el sector derecho para girar rápido la jugada y encontrar libre a Acuña, muy alto y profundo, en el lado débil y buscar remate de primera o centro atrás, sabiendo que Polonia desprotegía el punto penal por hundirse contra su arco. Molina actuó de lateral bajo en salida y desdoblaba cuando Di María encaraba hacia dentro o se integraba al circuito de pases. De Paul y Mac Allister llegaron desde segunda línea para finalizar y Julián fue el anzuelo para desordenar a la defensa.

Los buenos ataques no tuvieron premio hasta que, en el comienzo del segundo tiempo, Molina cambió su comportamiento yendo a recibir por dentro, fijando la marca y limpiando el pase a Di María en amplitud. Esto se repitió varias veces luego del gol y fue una llave para sacar buenos centros y tratar de lastimar nuevamente la debilidad polaca.

Pasados los 60 minutos, Scaloni reorganizó al equipo con cuatro volantes. Paredes se hizo eje y le permitió a Enzo Fernández jugar suelto cerca del área. El equipo ganó fluidez desde el pase corto de lado a lado y construyó una grandiosa jugada colectiva para sentenciar el partido.

Con el 2–0 en el marcador y el ingreso de Pezzella, Argentina terminó nuevamente armando una línea de cinco y se defendió con la pelota sin inconvenientes, ante el temor de Polonia por no querer arriesgar su clasificación.

OCTAVOS DE FINAL

Papu Gómez arrancó por izquierda, sector que el equipo sobrecargó en los primeros minutos, pero no hubo profundidad ante un bloque australiano muy compacto que espesó las posesiones y llegó a cubrir bien el ancho cuando la jugada cambiaba de orientación. Scaloni no tardó mucho en pasar a formar 4–4–2 e invirtió de banda al #17 para liberar la proyección de Acuña y para ofrecerle a Messi otro socio cercano. Las sensaciones fueron distintas y, aunque la circulación no fluyó del todo, Argentina se aproximó más al área. Su capitán destrabó la paridad con una genialidad.

A los pocos minutos de haber iniciado el segundo tiempo, Lisandro Martínez ingresó por Papu Gómez para reodenar la estrucura. Esta modificación fue puramente ofensiva. Argentina generó superioridad en salida y ganó un perfil zurdo, rompiendo así cualquier salto de Australia para intentar robar la pelota. Molina y Acuña se soltaron para atacar la profundidad por fuera. Enzo Fernández paso a jugar en una altura superior. El equipo, incluso, mejoró considerablemente su presión alta: orientó hacia las bandas, obligó a reiniciar el juego y forzó un error (De Paul incansable) para ampliar su ventaja.

Los de Scaloni terminaron sufriendo inmerecidamente. Una carambola le sirvió al rival para descontar y crecer anímicamente, en un final donde el cansancio pasó factura.

CUARTOS DE FINAL

Argentina repitió el efecto espejo ante Países Bajos para darle a Van Gaal una cucharada de su propia medicina. Llevó el partido a un terreno de duelos individuales bien marcados y le dio mayor libertad a sus carrileros, quienes terminarían de influir directamente en el resultado.

La batalla táctica tuvo lugar en la zona central. De Paul y Mac Allister se encargaron de anular a De Jong y De Roon en cada salida, mientras Julián y Messi tomaron a los stoppers para forzar la conducción y el pase largo de Van Dijk. Por otro lado, Enzo Fernández estuvo en modo estampilla contra Gakpo y Romero-Lisandro persiguieron a los delanteros, siendo muy agresivos y tiempistas en los anticipos.

Argentina buscó atacar las espaldas de Blind y Aké. En salida, Romero partió como lateral derecho, por momentos, y hubo dos movimientos clave: el descenso de Molina para jugar al pie y el arrastre de De Paul llevándose al central. Esto liberó a Messi para recibir entre líneas, girar sin oposición y ver la cancha de frente. Países Bajos retrocedió varias veces desordenado y perdió los marcajes asignados. Scaloni tuvo la fórmula que abrió las puertas del gol.

Tras un empate agónico neerlandés que no estuvo en los planes de nadie, Argentina volvió al 4-3-1-2 asimétrico y jugó la segunda mitad de la prórroga a un nivel espectacular. Montiel, Enzo, Di María y Messi hicieron fuerte el lado derecho y generaron muchas situaciones: toque, movilidad y desparpajo. Los penales sellaron una merecida clasificación.

SEMIFINAL

Scaloni volvió a cambiar en función del rival. Argentina salió con cuatro volantes para imponerse en el medio con superioridad numérica con y sin pelota. El equipo presionó en bloque medio, cerró líneas de pase por dentro y orientó las salidas hacia fuera. Aunque Croacia manejo el ritmo con posesiones largas, careció de profundidad y nunca inquietó a Dibu Martínez. El plan surtió efecto. La contundencia propia hizo la diferencia.

Cuando el equipo de Dalić pasó a jugar con doble nueve, hubo un ajuste improvisado previo al 5–3–2 de siempre: Tagliafico cerró como central y Mac Allister persiguió a Juranović. Después, ingresó Lisandro para soltar definitivamente a los volantes. Argentina terminó dominando con pelota y ejecutando una gran presión tras pérdida.

FINAL

Teniendo en cuenta que la espalda de Theo Hernández era el punto débil de Francia por el nulo retroceso de Mbappé, casi todos imaginábamos a Di María por derecha. Scaloni terminó sorprendiendo al ubicarlo a pierna natural, y prácticamente descolgado. ¿El objetivo? Encarar a Koundé, lateral bajo en salida, una y otra vez. Lo más probable es que Deschamps no haya tenido en mente esta estrategia. El impacto fue brutal. Dembélé se vio obligado a ayudar en el retroceso y también fue bailado. Argentina le sacó jugo a la gambeta y los centros de Fideo para hacer suyo el primer tiempo. Siempre que la jugada se construyó en derecha, la ventaja siempre estuvo en el cambio de orientación para el mano a mano. Los movimientos de Mac Allister y Julián fueron claves para vaciar el carril izquierdo.

El final de película lo conocemos. Argentina mereció ganarlo en el tiempo reglamentario, pero los giros inesperados y la epicidad hasta los penales hicieron de esta consagración una maravilla hollywoodense que recordaremos por siempre.

Sin perder la esencia que caracterizó al ciclo, Argentina reflejó en la cancha el mensaje pragmático de Scaloni y desplegó un fútbol emocionante, con un estilo auténtico, cerrando definitivamente la grieta entre escuelas y bebiendo mucho de varias. También demostró tener una mentalidad de acero. El equipo que mejor gestionó sus emociones y mejor comprendió las fases del juego, tocó el cielo con las manos.

Este artículo fue originalmente publicado en https://medium.com/@snosetto/el-camale%C3%B3n-rey-mundial-3a72b90d1429

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