The Best Speaker Ever

Una mirada sobre Román y su relación con los micrófonos a lo largo de su carrera. Un texto incluido en nuestra revista dedicada al 10.

Por Emiliano Rossenblum (@emirossen)

La relación entre Riquelme y los micrófonos ha sido un aspecto más que interesante para seguir desde que El Último Diez comenzó su carrera. Aún hoy, cada vez que tiene uno delante, amor y odio, idolatría ciega y desprecio se vuelven a poner en juego, reviviendo las divisiones que su figura genera entre los amantes del fútbol. No por nada el periodista Juan Pablo Varsky lo ha apodado “The Best Speaker Ever” (cuya traducción literal es “El Mejor Orador de Todos los Tiempos”, aunque en su caso aplique más que nada para sus declaraciones ante el periodismo); sus frases son latigazos cortos, simples y lapidarios, que no dejan lugar a respuesta. Muy parecidos a ciertos pases suyos…

“Jugar en La Bombonera es como jugar en el patio de mi casa”

Solo una oración le fue necesaria para describir todo un sentimiento vivido a lo largo de 13 años vistiendo la camiseta azul y oro en el estadio que lo cautivó para siempre. Si dentro de la cancha comprendió mejor que cualquier arquitecto el qué, el cuándo y el cómo debía hacer para que miles de personas con su misma camiseta hicieran cobrar vida a esa mole de cemento, afuera siempre intentó con éxito que esas mismas personas vieran en él a un tipo tan confiable como frontal. Los niveles de identificación de una gran parte de los hinchas subieron aún más y el sentido de pertenencia hacia Boca, aún sin haber nacido futbolísticamente en el club, está fuera de discusión en parte gracias a ello.

«Cuando las cosas van mal, nos critican. Cuando las cosas salen muy bien, también”

Nadie como él para describir -con un poco de ironía en este caso- al llamado “Mundo Boca”. Siempre despreció las exigencias a veces exageradas del ambiente y el periodismo fue uno de sus principales chivos expiatorios, muchas veces de forma justificada y otras simplemente para desviar la atención. Se encontró y se encuentra cómodo en la confrontación con ellos y rara vez se le escapó una declaración que no quisiera hacer; o lleva la pregunta al terreno donde puede permitirse lanzar estos dardos… o directamente responde otra cosa que no le preguntaron. Es la picardía propia del habilidoso, entrenada en dejar mal parados a los rivales y puesta a disposición de sus intereses. 

“Estamos a mano”

La frase que más resonó de su breve pero intensa etapa en Argentinos lleva escondida toda una forma de entender la vida. De defender los tan citados valores, de pertenencia, de un toque Románticista en la Era del Fútbol-Negocio. Autenticidad y humildad antes que cualquier otra cosa. No fue solo volver para “cerrar el círculo” de su carrera. El día del ascenso, que como no podía ser de otra manera terminaría siendo el último de su trayectoria profesional, Román saldó su última deuda: un intento de devolverle al fútbol (y no únicamente al club de La Paternal) todo lo que le dio a lo largo de su vida. Para disfrute de todos, lo hizo con creces.

“Yo si paraba mal la pelota, me iba enojado a mi casa”

El juego, cómo no. Y no cualquier juego, “su” juego. Desde siempre se encargó de dejar en claro que para él todo es blanco o negro sin lugar a grises, esto no podía ser la excepción. Cada vez que tuvo oportunidad le bajó el precio a la dificultad de jugar y si exaltó algo fue lo que pasaba de la línea de cal hacia afuera. Discípulo más o menos consciente del inigualable Johan Cruyff, al control de la pelota lo convirtió en arte e hizo de la simpleza su bandera, ignorando la imposibilidad de los demás mortales para imitar su repertorio dentro de la cancha.

“Mi padre desde chico me enseñó a jugar para divertirme”

Cuando habla de fútbol aflora una y otra vez esa visión casi infantil del juego, de hacer divertir a los demás pero principalmente de disfrutarlo él mismo. Ese elemento, inherente al juego entendido como tal antes que como deporte de alta exigencia, no es casual en absoluto; es parte de un discurso que reivindica la desdramatización del fútbol. Como ya dijo otro gran pensador de este deporte: “El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”.

“Ahora se comen cereales, te ponen un GPS, ¡Hay que darle la pelota a un compañero!”

El desprecio a la complejización del fútbol en todos los aspectos (que en el fondo apunta a que justamente esos aspectos ganen seriedad y por tanto vayan en contra de su ideal de desdramatización) fue y sigue siendo una característica palpable dentro de su ideal futbolístico. Sin necesidad de repetirlo todo el tiempo es partidario de que en el fútbol está todo inventado y en eso se escuda para hablar desde la posición de supuesta sabiduría que le confiere el haber jugado al más altísimo nivel. Sobre hasta dónde es verdadera esa sabiduría puede teorizarse mucho dependiendo de la valoración que se haga de su figura; lo que es innegable es su talento para tener todos los factores en la cabeza a la hora de declarar y hacerlo de una manera que le llegue a la gente.

“Seremos menos malos que los demás”. 

Comprensivo cuando está dentro del club (antes como jugador, ahora como dirigente) y crítico más o menos sutil cuando no lo estuvo, sabe el valor de su palabra para gran parte de los hinchas y conoce cuánto valen los resultados positivos y negativos. Su condición de líder no indiscutido pero sí con un pequeño margen para equivocarse en un ambiente que no perdona se ha beneficiado desde siempre de su ingenio enfrente de las cámaras y cuando los resultados están de su lado siempre se encarga de dejar en claro quién es quién en la historia.

«No conozco a ningún club que se llame Club Atlético Oficialista o Club Atlético Oposición. Yo soy de Boca.»

Ya en su faceta más política, poco antes de presentarse en las elecciones de 2019 cuando la unidad todavía parecía una idea viable, supo incomodar a quienes creía que lo necesitaban para que su propuesta fuera considerada. Una vez rechazada su iniciativa, aprovechó desde su triunfo en las urnas para apuntar una y otra vez a sus predecesores en el poder (como suele ser costumbre por otra parte). A veces equivocado, otras con más razón de la que muchos quieren admitir, mantiene la coherencia y no se calla nada. Y por si alguien lo duda, aclara:

“La pelota me lo ha dado todo”

Él también le dio todo a ella.

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