Vecchio, el resiliente de la vida que nunca dejó de encontrar

Detrás del gran presente de Vecchio en Racing hay una historia de lucha, resiliencia y superación. Conocela en esta nota.

Por Julián Quintero (@soyjuliquintero)

Le va bien en Racing y claro, la mejor pantalla para un futbolista es destacarte en un club grande, pero Emiliano Vecchio viene gambeteando piernas en las canchas, patadas en los rings y piñas en la vida desde hace rato.

Tuvo una infancia complicada donde todo le costó el doble. Cuando era chico falleció su padre, el sostén económico de la familia y entonces su madre tuvo que hacer todo con muchísimo esfuerzo para sacarlos adelante. Eso implicó dormir durante tres años en una plaza y comer prácticamente de la basura, según él mismo relató.

“Estas cosas me hicieron más fuerte, me hicieron el hombre que soy hoy en día y me hicieron pelear por lo que realmente quería, jugar al fútbol. Para mí, jugar al fútbol es un sueño”, afirma el rosarino.

Su lugar en el mundo era el club, Rosario Central, y la actividad que lo devolvía a la vida, a su mejor vida, era el fútbol. Allí inició su carrera en las divisiones inferiores y debutó en primera en 2005, con 16 años y en un clásico: Ariel Cuffaro Russo lo hizo ingresar a los 32 minutos del segundo tiempo en el Parque de la Independencia a los 32 minutos del segundo tiempo.

Dos años después, en 2007, iba a firmar su primer contrato. Pero una persona que decía ser su representante pidió cerca de 500 mil dólares para que se quede, la dirigencia se negó y tuvo que abandonar el club que le dio de comer y lo sacó de la calle. El fútbol y el club del que es hincha le pegaban la primera piña en la cara.

No rendirse en la búsqueda

Lejos de caerse, buscó otros rumbos: viajó a España a probarse al Real Madrid, pero no quedó e intentó probar suerte en el CF Fuenlabrada y en el Rayo Majadahonda, aunque finalmente llegó al Corinthians de Brasil donde no jugó ni siquiera ni un minuto y fue cedido al Gremio Barueri, un equipo pequeño del ascenso de ese país.

En ese momento, él asegura que “no lo ponían ni en las prácticas”, por lo que con otro compañero decidieron empezar a practicar artes marciales, más precisamente jiu-jitsu. Y sí, llevó la vida al deporte, Vecchio tuvo 12 peleas y ganó 9. Un buscador nato que siempre encuentra algo del otro lado: el triunfo.

La fortuna no estaba de su lado o tal vez la vida de Emiliano parecía que tenía que ser así, un constante desafío tras otro y al que él tampoco le escapaba, al contrario, le daba más fuerza para seguir.

En 2010, a 5 años de su debut y con pocos partidos profesionales jugados, llega a Defensores de Belgrano de Villa Ramallo, donde la vida, después de tanto golpe, le dio la oportunidad futbolística de recuperarse. El mediocampista contó que iba a comprarse un remís para trabajar de eso y allí encontró su lugar en el mundo.

Está claro que empezaba una nueva etapa para él, lejos de las peleas con representantes o deportivas, lejos de los obstáculos que la vida le había puesto en el camino y que él afrontó como si hubiera vivido su vida 50 veces, como “Gladiador”, su película favorita que asegura haber visto “como 45 veces».

El equipo logró el ascenso al Federal A en junio de 2011, convierte un gol en la final contra Estudiantes de Río Cuarto y seis meses después viajó a Chile para sumarse a la Unión Española. En Chile tuvo una buena temporada y fue transferido al Colo-Colo. Desde allí empiezan los destinos exóticos.

Después del país trasandino, viaja a Qatar para sumarse al Qatar SC, que para él significó un impacto muy grande por la vida en el país, la cultura y también por la vida que llevaban sus compañeros: él mismo cuenta que un jugador del mismo plantel tenía para él solo 17 autos. Uno puede imaginar como impacta eso en la cabeza de una persona que vivió tres años en la calle y tuvo que hacer jiu-jitsu para mantenerse en forma.

Un nuevo comienzo

Vecchio intentó reencontrarse siempre con lo que más ama, jugar al fútbol. Pasó por Santos de Brasil, viajó a Emiratos Árabes, tuvo su paso por Arabia Saudita y llegó a Bolivia. Hasta que un día de 2020 llegó el llamado de lo que siempre quiso encontrar, otra chance para ser jugador de Rosario Central.

Allí lo recibió el Kily González, compartió plantel con Marco Ruben y fue líder de un vestuario lleno de pibes que tenían que representar al Canalla hasta en un torneo internacional. Pero claro, la fiesta no fue completa, porque después de varios conflictos con la dirigencia, tomó la decisión de rescindir su contrato.

Como siempre en la vida de Emiliano Vecchio, después de un golpe vino un salvavida. Lo fue a buscar Racing, sí, un grande del fútbol argentino. “Vine a Racing por una cuestión de orgullo, porque confiaba en mí”, manifestó hace algunos días y sabemos, conociendo su historia, que siempre confió en él.

Vecchio es el resiliente de la vida que nunca dejó de encontrar. Buscar, en gran parte buscamos todos, pero a él detrás de cada golpe que le pegaban en una cancha, en un ring o en la vida misma, resistió, entendió que es parte del proceso y cuando tuvo que hacer un gol o meter un pase entre líneas lo hizo con una calidad que nos gusta a todos los futboleros. Después de todo, el tiempista que es en la vida también lo es dentro de la cancha.

Detrás de su calidad se esconde una vida dura y sufrida. Foto: Twitter (@PochoRaposo)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *