Por Hernán Aisenberg (@cherno07)
Con la pandemia mundial y el confinamiento, aislamiento y las nuevas normas excepcionales de cuidado y sanidad se postergaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ratificando que cada 40 años el mundo nos da una sacudida y pone en jaque la cita deportiva más importante del globo.
En 1940 ya estaba en curso la Segunda Guerra Mundial y en 1980 Moscú recibía los Juegos sin la presencia de su archirrival que boicoteaba los Juegos por no querer asistir a la URSS en plena Guerra Fría.
Pero la maldición de los cuarenta años no puede ser legitimada si no encontramos excepciones, y quien mejor que Luis Scola que no se cansa de romper todos los récords y hasta las brujerías más ridículas. El capitán argentino del seleccionado de básquet se preparaba para su última presentación con la celeste y blanca aunque ya nadie pueda creer que exista la palabra “última” en el diccionario de Luis. La carrera de Luis fue excepcional, diría que una película, pero se parece más bien a una zaga. Por eso el cierre no podía ser de otra forma y el coronavirus parece haber agregado el condimento que faltaba.
Desde que nació, su vida giró dando vueltas por el parquet. Primero siguiendo a su papá Mario, luego en el Club Ciudad, en AFALP, y finalmente iniciando su carrera profesional a los 15 años en Ferro Carril Oeste. Con el creador de la Liga Nacional de entrenador, el Luifa dio sus primeros pasos como profesional cumpliendo su propio sueño pero también el de su papá Mario y el del propio León Najnudel que había creado la Liga asegurando que iba a potenciar los talentos naturales de estas tierras para poder ir a competir con los mejores del mundo y hasta ganarles alguna vez. Scola fue sin dudas el hijo pródigo de esa generación que ya no estaba preparada para ir a los torneos mundiales a sacarse fotos. Scola creció y se formó pensando en ganar todo y lo logró.
Emigró a España con menos de 18 años y después de un paso fugaz por la segunda división (donde el ascenso con Gijón le dio su primer pequeño logro internacional) ya estaba listo para los grandes roces. En el 2000 llegó al Baskonia de Vitoria (por aquellos años Tau Cerámica) donde se quedó 7 años y terminó convirtiéndose en uno de los máximos ídolos de la historia club consiguiendo en su primer año una final de Euroliga.
A fines de ese 2001 lideró al seleccionado sub 21 que se metió entre los 4 mejores del mundo. Lo insólito es que tuvo que abandonar el Mundial previo al partido de semifinales para sumarse a la gira que Magnano estaba armando de preparación para Indianápolis 2002. Es contrafáctico pero nunca sabremos si ese equipo podría haber salido campeón en Saitama ya que Argentina cayó con EEUU en semifinales. No tuvo tiempo para lamentarse por ese torneo juvenil. Ya era hora de ponerse la celeste y blanca de la Mayor y dejarla estampada en su pecho para siempre.
Lo que vino después ya es mucho más conocido, pero no por eso menos brillante. Ganarle al Dream Team por primera vez en la historia en su casa y llevarse de EEUU un segundo puesto que siempre dejarán en el tapete los fallos arbitrales. Tampoco hubo tiempo para lamentarse por aquella pérdida de balón a 8 segundos del final con Yugoslavia. Rápidamente la revancha en Atenas y otra victoria con el Dream Team siendo el único equipo en ganarles dos veces. Un oro olímpico en Atenas, un bronce en Pekín donde ya era capitán del equipo, un cuarto puesto en Londres y el logro de llevar la bandera en la ceremonia inaugural de su cuarto Juego Olímpico en Río 2016, después de haberle otorgado ese honor a Crismanich en la ceremonia de cierre de Londres 2012 (Scola era el designado por el COA pero por el oro conseguido por el taekwondista Luis le cedió el lugar).
Mientras pasaba todo esto con la mejor Selección argentina de todos los tiempos de todos los deportes, Luis seguía agigantando su carrera personal. Ídolo eterno en Baskonia haciendo dupla con Prigioni y poniendo al club vasco entre las potencias europeas para siempre, llega a la NBA jugando 11 años de corrido en Rockets, Suns, Pacers, Raptors y Nets, alcanzando dos finales de conferencia y un prestigio enorme para el básquet argentino.
Pero esto también es más conocido. Lo que quizá se sabe menos es que con 37 años y todavía en un primerísimo nivel mundial, el capitán de la Selección decidió irse a jugar un par de años al básquet japonés. Algunos lo retiraron antes de tiempo y otros lo criticaron por ir a cerrar su carrera a China en lugar de volver a la Argentina (tuvo ofertas concretas de Ferro y Boca). Sin embargo el jugador argumentaba que no estaba pensando en el retiro, que fue a China a potenciar una liga que, sin ser muy reconocida, tiene a muchos jugadores NBA o ex NBA compitiendo en primer nivel y él necesitaba un club que le permitiera jugar y eso lo podía conseguir en el país que había sido sede de aquel mundial juvenil y que recibiría el próximo mundial.
Llegó al mundial de China 2019 con 39 años, con un plantel totalmente renovado y con la responsabilidad de retirarse lo más alto posible pudiendo pasar la posta y que la Argentina siguiera manteniéndose en los primeros planos internacionales. Algunos hasta se animaron a decir que Scola iba a ese mundial más como dirigente que como jugador.
El sorpresivo subcampeonato y su participación junto con Campazzo del quinteto ideal volvió a demostrar que la carrera de Luis es interminable y él mismo decidió en ese momento darse un año más para alcanzar su quinto Juego Olímpico. Increíblemente (o ya no tanto) con 39 años recibió ofertas de todo el mundo. Terminó cayendo en Milano pero la pandemia no le dio mucho roce.
El confinamiento y la suspensión de los Juegos de Tokio vuelven a poner en duda su participación. Aunque él mismo reconoce que hoy hay otras prioridades no podemos dejar de soñarlo y mucho menos el día que cumple 40 y que suponemos sea él quien termine con la maldición de los 40 años olímpicos. El apellido Scola estará siempre ligado al básquet argentino, es un hecho. Será recordado como el gran capitán. Sin embargo preferimos dejar los homenajes para más adelante y hoy solamente pensar en volver a verlo jugar. Feliz cumpleaños Luis!