Una vuelta más

Por «Corcho» Zimerman (@SerchusZ)

Así podría llamarse si pensáramos en castellano el título del reciente documental de Netflix “The Last Dance” que nos relatará en 10 episodios los sucesos alrededor de la última temporada exitosa de los Bulls de Michael Jordan. Luego de ese 6to título en tan solo 8 años, el equipo se desarmaría casi por completo, quedando únicamente como jugadores relevantes Ron Harper y Tony Kukoc, pero ya sin Jordan, Pippen, Rodman, Kerr ni siquiera el pivot Longley, y sin además la conducción del maestro zen Phil Jackson. Lo intrigante de este documental no es entonces mostrar que lograron ganar ese torneo, sino los sucesos que llevaron a dar una vuelta más a uno de los equipos más importantes de la historia del deporte mundial. 

Entre fines de los 70 y principios de los 80 Chicago era un equipo de fondo de tabla, una organización que tan sólo había llegado una vez a playoffs en 7 años, y cuya suerte no parecía cambiar pese a la justicia del sistema del draft, que posibilita a los peores equipos de una temporada hacerse con los mejores talentos jóvenes para reforzar sus fila en la siguiente campaña. 

En el año 1979, Chicago contaba con iguales chances que Los Angeles Lakers para hacerse con el primer lugar del draft, esa disputa terminó resolviéndose con el lanzamiento de una moneda que favoreció al equipo angelino. En esa primera selección del draft los Lakers se quedaron con un tal Erving “Magic” Johnson, quién luego no sólo los conduciría al campeonato de ese mismo año sino que se quedaría con el título de MVP de esas finales. 

La suerte hizo que 5 años después, el mismo equipo poco competitivo pueda hacerse con el talento de Michael Jordan, quien desde pequeño destacó por su disciplina y amor por el juego. 

La NBA de los años 80 no era ajena a una sociedad consumista. Jóvenes, atletas y adinerados incurrían muchas veces en abusos de sustancias, sin embargo, no sería atribuible a Jordan el haber sacado a la liga de ese contexto, pese a su verosímil alejamiento, sino que quizás es un mérito que corresponda mucho más a David Stern, Comisionado de la liga entre 1984 y 2014. 

Finales feroces y batallas épicas entre Lakers y Celtics de esos años, así como la dureza de los Bad Boys de Detroit a fin de la década son muestras cabales de que aquellos años 80 fueron años dorados del básquet norteamericano. 

Duro como una roca 

En los primeros capítulos también podemos apreciar los niveles de exigencia y disciplina que tenia Jordan para consigo y para su entorno, gran parte de exigencia provenía de su padre a quien se desvivía por complacer, al punto de migrar al béisbol tras su tercer título con los Bulls, sólo para cumplir el sueño que James tenia con el pequeño Mike. 

Una de las principales virtudes que llevaron a Jordan a ser el Número 1 o GOAT como se dice en inglés (Greatest Of All Time) fue su intensidad, su fortaleza mental y su enorme competitividad. Por supuesto que se trataba de un jugador extremadamente atlético, con una capacidad anotadora única y una defensa de excelencia, pero grandes talentos ha habido varios y equipos con innumerable cantidad de finales también. 

Tal es el caso de Magic Johnson y sus 8 finales en 10 años durante la década del 80, con 5 títulos. O el actual LeBron James quien disputó 8 finales consecutivas quedándose solamente con 3 títulos.

Pero la contundencia de 6 de 6 en títulos, logrados casi en temporadas consecutivas -cortadas únicamente por un retiro espiritual al béisbol-habla de una contundencia y de un dominio mental tanto sobre sus rivales como sobre sus compañeros a quienes potenciaba al infinito y más allá. 

Una virtud pocas veces valorada, capacidad de brindar el 110% de su potencial en cada entrenamiento y en cada partido. 

Individuos vs Organizaciones 

Toda historia tiene un archi enemigo, y en este caso es Jerry Krause, el General Manager de los Bulls, quien fue en gran medida el responsable de armar las piezas correctas alrededor de Jordan entre los fines de los 80 y principios de los 90, pero también fue el motor que impulsó a este equipo multicampeón a demostrarle que aún tenía gas suficiente para dar una vuelta más. 

Jerry estaba pensando en cambiar piezas y preparar el equipo para los próximos años, antes que en ganar el siguiente campeonato. 

El debate entre si los individuos o las organizaciones ganan campeonatos se ponen en juicio durante el capítulo uno, pero oponiendo falsamente a un GM contra un jugador estrella, cuando la historia nos muestra que Jordan no pudo competir verdaderamente hasta no tener un Pippen como compañero. 

Es decir un jugador con talento, atletismo, defensa, capacidad anotadora y disciplina abismal, sólo opacada por su humildad y perfil bajo que persisten hasta el día de hoy. Un coach como Phil Jackson, el más ganador de la era moderna que impuso un sistema de juego (ofensiva triangular o flex) para potenciar las habilidades de Michael y un reparto integrado por Dennis Rodman, máximo rebotero de la liga, Steve Kerr uno de los mejores tiradores de todos los tiempos, Tony Kukoc un 6to hombre versátil y agresivo, y finalmente Ron Harper uno de los mejores defensores perimetrales de esos años. 

En suma Michael necesitó de todo este equipo, y todo este equipo necesitó de Michael para mostrar una vez más, ante el resto de la liga y ante sus propios dirigentes que los veían ya viejos, cansados y descartables, que ese fuego sagrado de campeón seguía ardiendo y todavía tenía hambre de seguir haciendo historia.


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