La Raulito: lucha, superación y conquista

Por Camila Nasello (@kleta__)
“Nadie me hizo de Boca, yo sabía que esos colores me iban a dar muchísimas alegrías”. Esas palabras las pronunció María Esther Duffau, emblema histórico de Boca Juniors. Y así comienza una historia en la que al igual que muchas otras mujeres a lo largo de los años, tuvo que ganarse su lugar a base de lucha, superación y conquista.

Todos sabemos quién fue “La Raulito” pero, ¿cuánto sabemos de María Esther, de la mujer que se ganó el corazón no solo de los hinchas de Boca sino de todos los que entendemos y compartimos el amor incondicional por un club? En ese amor que te acompaña durante toda la vida, que te regala los momentos más hermosos y trascendentales y que marca tu existencia para siempre, ella fue una de las más conocidas exponentes dentro de nuestro fútbol.

Nacida en el año 1933 en Villa Urquiza, Duffau era una niña de la calle que tuvo que sobreponerse a grandes golpes que le dio la vida. Primero fue abandonada por su padre, y a los 6 años de edad perdió a su madre como consecuencia de una grave enfermedad. Así empezó a desfilar por reformatorios, cárceles y neuropsiquiátricos durante toda su adolescencia. Al poder escapar, comenzó a ganarse la vida como “canillita” en la estación del Ferrocarril, además de desempeñarse como lustrabotas. Y ahí es donde comienza a gestarse este símbolo del Xeneize, cuando decide cambiar por completo su aspecto físico; se rapó, se vistió de varón y hasta se presentó a una prueba para jugar en Boca. 

Todo esto tenía un claro objetivo: abandonar y dejar atrás todo aquello que la asemejara con el género femenino, para poder moverse libremente en un ambiente mayormente copado por hombres, quienes ella aseguraba que “tenían mejor trato en la calle”.  Así fue como, de a poco, Boca empezó a llenar ese vacío que la había acompañado durante tantos años, y que seguramente anhelaba: tener una familia. 

Boca le había abierto las puertas que tantas veces le habían cerrado. Era su casa, su lugar en el mundo, ese lugar donde se sentía querida y protegida. Tal es así que había generado un vínculo casi maternal con los empleados y jugadores del club, quienes fueron a visitarla al geriátrico donde pasó sus últimos años de vida. Falleció en el año 2008, a los 74 años, y sus restos fueron velados en el hall central de La Bombonera.

Podríamos pasar horas y horas contando anécdotas y locuras de este personaje, pero vamos a repasar el que, quizás, fue el más emblemático y recordado: su gol a Estudiantes, con ovación incluida. En el año 1980 Boca le ganaba 2 a 0 al Pincha cuando “La Raulito” ingresaba al campo de juego y metía un derechazo impresionante que terminó en el fondo del arco. Con toda La Bombonera coreando su nombre, se escapó y se escondió en el vestuario visitante, donde fue encontrada. 

Su encuentro con Diego Armando Maradona, los miles de asados junto al plantel, los regalos que recibió durante tantos años -entre ellos camisetas o una silla de ruedas- y hasta una escritura de donación de un sector de terreno en el cementerio temático de Boca Juniors, que fue entregada por nada más y nada menos que Guillermo Barros Schelotto y Rodrigo Palacio. La niña mimada del club pasó gran parte de su vida viviendo lo que cualquier hincha de Boca sueña, pero lo más importante es el logro que todo eso significó para futuras generaciones: finalmente se terminaron los estereotipos y ser mujer y pobre ya no era un impedimento para poder disfrutar de una pasión y un amor tan grande que no entiende de géneros. 

Si bien nos falta mucho por recorrer y por aprender en este ambiente que a día de hoy sigue siendo en gran parte machista, no podemos olvidarnos de todas aquellas mujeres que se encargaron de luchar y de exigir una sociedad más justa para todas. Y “La Raulito” no solo es un personaje icónico del fútbol argentino, sino también una de esas mujeres que peleó, que lo logró, y que será recordada por siempre.

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