Por Julián Rodríguez Clingo (@pelotacontraelpiso)
Viernes 12 de Agosto de 2011. River había descendido dos meses antes por primera vez en 102 años. Gimnasia y Huracán, dos históricos de primera, lo acompañaban. La B Nacional causaba una gran expectativa y a la espera del debut de River contra Chacarita, que sería tres días después, el Globo visitaba al Instituto de Darío Franco. Huracán tenía un equipazo, por lo menos en los nombres: Javier Cámpora, Sánchez Prette o Machín eran solo algunos de ellos. Pero ese día en La Gloria había un pibe de 17 años que representaba a la perfección la fecha (Día Internacional de la Juventud). Rapadito, botines dorados, la nueve en la espalda y una zurda interesantísima.
La primera vuelta
Darío Franco lo había elegido en la pretemporada: “Después de una semana de entrenamiento ya lo habíamos anotado. Lo seguimos viendo cuando venían a entrenar con el grupo selectivo y ya a la segunda semana lo incorporamos. Veíamos una inteligencia en la visión del juego y una velocidad de resolución a la altura o superior a la de los profesionales. La técnica ya era muy visible. Con el correr de los días fuimos conociendo su personalidad, que iba de la mano con su capacidad futbolística”, decía Hernán Franco, miembro del cuerpo técnico de aquel plantel de Instituto en una nota para El Gráfico.
En la delantera lo acompañaban dos jugadores quienes también habían salido de la cantera cordobesa como López Macri y Burzio. Instituto daría la sorpresa ganando 2 a 0 y marcando que esa B Nacional sería dificilísima para los recién llegados de la A. Una de las figuras de ese partido sería ese nene nacido en Laguna Larga, quien tuvo la chance de hacer un gol pero no estuvo fino, quizás traicionado por los entendibles nervios de un debut.
“Mira como lo aplauden al pibe, qué debut, pibe”, decía Julián Bricco, la voz moderna del ascenso, cuando a los 25 minutos Dybala salía del campo reemplazado por Bergese.
El debut en las redes no tardaría en llegar. Fue en la fecha siguiente frente a Aldosivi y de visitante cuando la joya ponía el empate transitorio 1 a 1 con un gol de palomita, con un olfato que le hacía merecer el número utilizado.
En la fecha siguiente marcó su segundo gol, de caño al arquero de Tucumán. Con defensores experimentados como Damiani o Barsottini más las apariciones de Ezequiel Videla y el trajín de primera de Encina, Fileppi y Lagos, La Gloria empezaba a perfilarse como un equipo candidato al ascenso.
El 24 de setiembre, en la séptima fecha, hacía un golazo en el empate contra Agropecuario. La siguiente, otro golazo contra Defensa y Justicia, pinchándosela al arquero.
La Gloria se afianzaba y ganaba 4 a 0 con un triplete de Dybala, que cuando terminaba el match decía: “Estoy disfrutando, hacer tres goles es algo que uno sueña, pero lo tomo con calma, tengo los pies sobre la tierra, ahora viene River que es un partido duro y vamos a hacer todo para ganar”.
Justamente contra el River de Cavenaghi y el Chori Domínguez en el Mario Alberto Kempes, Dybala pudo convertir pero el palo le dijo que no tras un disparo al palo izquierdo de Chichizola. “Hoy estuvo muy nervioso, más allá de eso tuvo una muy clara”, decía Darío Franco.
En la fecha 12 metió su primer gol de penal contra Gimnasia de Jujuy, que sirvió para que Instituto siga en la punta. Ya en la anteúltima fecha de la primera vuelta contra Deportivo Merlo y después de 6 fechas con la pólvora mojada ponía el empate con un misil a la carrera. La Gloria terminaría ganando 2 a 1 y cerraba la primera vuelta puntera e invicta.
La segunda vuelta
Todo mantuvo la misma tesitura durante la segunda parte del torneo. El número 9 visitaba a Atlético Tucumán y se despachaba con un golazo a lo Messi: le quedó la pelota en la medialuna del área, amagó, orientó la pelota con un control y la puso en el ángulo inferior izquierdo. El partido terminó 4 a 0.
La fecha siguiente otra vez Dybalita hacía un gol para el baile de Instituto a Central por 3 a 0. Contra Patronato llegaba la primera derrota del campeonato y el primer gol suyo que no significó puntos, pero la fecha siguiente se tomó revancha y contra Chacarita hizo su primer gol de tiro libre. Un poema romántico que cayó como bomba al arco funebrero. Instituto ganaba 3 a 1 y volvía a retomar su confianza.
En la fecha siguiente jugó su partido más espectacular contra Desamparados. Al minuto de juego tras un bochazo largo paró la pelota de pecho entrando al área y la puso a un costado. Siete minutos después, tras un exquisito pase de Lagos, entró nuevamente al área y la punteó. A los 25 minutos puso el 3 a 0 definiendo como nueve, tras otro pase de Lagos. Dybala mostraba su mayor expresión de fútbol y se llevaba la pelota, regalándonos una de sus mejores fotos en el fútbol argentino.
La Gloria perdería la punta en las últimas tres fechas del torneo, donde perdió de local contra Quilmes y Ferro, y terminó siendo tercero jugando la Promoción contra el San Lorenzo de Caruso Lombardi. Dybala usó la diez y perdieron dos a cero con dos goles de Carlos Bueno. En la vuelta empataron 1 a 1 y lo cierto es que el campañón de ese equipo terminó con el grito del ascenso atragantado.
Después de ese torneo fue vendido por 12 millones al Palermo de Italia donde mostraría su calidad para luego reemplazar a Tévez en la Juventus. Dybala, una de las apariciones más poderosas del fútbol argentino moderno, y una demostración de lo rápido que vuelan los que son cracks de verdad en este país cada vez más salvajemente exportador.