Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
Llegamos al final del primer semestre del año y, como de costumbre, comienzan a sonar los dimes y diretes acerca de qué jugadores llegarán o se irán. Iker Muniain dejaría San Lorenzo, River Plate intentaría gestionar los retornos de Lucas Beltrán y Juanfer Quintero, Estudiantes de La Plata sondearía a Nicolás Tagliafico e incluso saltó el rumor de que Edinson Cavani llamó a ¡Cristiano Ronaldo! -su otrora compañero en su paso por el Manchester United- para que se sume a Boca Juniors.
Sin embargo, el gran fichaje fue anunciado por Rosario Central, con un video en redes sociales: “Armamos una fiesta hermosa y cuando hacés una fiesta así, no se la quiere perder nadie. Pero esto recién empieza, vamos a seguir creciendo, a volar cada vez más alto…y para volar, vamos a necesitar tus alas”. Esas alas son nada más y nada menos que las de Ángel Di María que, tras casi dos décadas en Europa, cerrará su carrera futbolística en el club de sus amores.
A principios de 2024, su regreso se vió truncado por una serie de macabras amenazas que recibieron sus padres, su hermana y hasta una de sus hijas. Recién hace unas semanas, el periodista Diego Yudcovsky deslizó la posibilidad de volver a la ciudad, como puntapié para decidir sobre su futuro.
Una historia de Jorgelina Cardoso, su esposa, dónde incluía corazones amarillos y azules, despertó algunas hipótesis. Más recientemente, Gastón Edul y César Luis Merlo contaron que las negociaciones con el Canalla estaban encaminadas y llevarían semanas. Todo ello hizo que la noticia fuera completamente inesperada; ni siquiera medios internacionales contaron con semejante primicia.
El equipo del “profe» Ariel Holan lo espera con los brazos abiertos y en un muy buen momento. A pesar de haber caído ante Huracán en los cuartos de final del Apertura, se encuentra primero en la Tabla Anual y se perfila como uno de los mejores de la liga local, contando con la solidez de Ignacio Malcorra, Santiago López, Carlos Quintana, Jáminton Campaz y del arquero Jorge “Fatura” Broun, el cual fue su compañero de banco cuando debutó en Primera, en diciembre de 2005.
Los hinchas de todos los colores (a excepción, seguramente, de la mayoría de los leprosos) celebran y se emocionan ante su vuelta al fútbol argentino; mi padre, identificado con Independiente, es uno de ellos.
Muchos la colocan a la altura de los casos de Maradona, Riquelme, Verón, Diego Milito, Maxi Rodríguez y Tévez. No sólo por el acto de amor y el salto de calidad que representa, sino por la carga simbólica que conlleva: una leyenda de rodaje internacional, histórica de la Selección, de una enorme resiliencia, que no se rindió hasta “romper la pared”. Además se torna un llamado de atención a otros integrantes de la Albiceleste (Paredes, Otamendi, ¿Messi?).
Di María jugará el Mundial de Clubes con Benfica. Luego, podría haber elegido ganar millones en Arabia o retirarse en el Inter Miami. Escogió, en cambio, reencontrarse con sus raíces y con el sueño de aquel niño cuya madre lo llevaba en bicicleta a cada entrenamiento, a pesar de la lluvia, el frío y largas distancias en contra.
Lo dijo Pablo Sandoval -el personaje de Guillermo Francella en la película “El Secreto de sus Ojos”-: “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín…no puede cambiar de pasión”. Si bien a sus 19 años partió al Viejo Mundo, no hay lugar como el hogar. Más allá de los triunfos y fracasos, de las alegrías y tristezas, para él y su familia “Rosario siempre estuvo (y estará) cerca”.
