Por Giacomo Cobianchi (@G_Cobianchi)
4 de noviembre de 2001. Corría el minuto 92 cuando Pippo Inzaghi patea un penal por encima del travesaño y certifica la derrota del Milan de local contra el Torino. Al día siguiente es despedido su entrenador, el turco Fatih Terim, y en su reemplazo llega una gloria del club como Carlo Ancelotti.
Solo 6 meses antes a “Carletto” le habían rescindido el contrato en la Juventus por malos resultados, pero su primer semestre en el Rossonero (donde ya había tenido una gran etapa como jugador) fue muy positivo. Logran llegar a semifinales de Copa Italia y Copa UEFA, además de entrar a los playoffs de clasificación de la siguiente Champions League luego de un cuarto puesto de liga. Su rival sería el Slovan Liberec de República Checa.
Así, la temporada del Diavolo empieza en agosto. El playoff se define en ida y vuelta: en San Siro un gol de Inzaghi le da la victoria al Milan por 1-0, mientras que en Liberec a pesar de ser derrotado por 2 a 1 clasifican por la regla del gol de visitante.
El sorteo de la primera fase de grupos pone al Milan en el Grupo G junto con Bayern Munich, Deportivo La Coruña y Lens. La actuación de los Rossoneri es casi perfecta: logran 4 victorias seguidas y terminan punteros por diferencia de goles. ¿La figura del equipo? Inzaghi, sin duda, con la increíble cifra de 8 goles solo en esa fase.
Aquella edición fue la última en la cual no se jugaron octavos de final sino una segunda fase de grupos: Milan fue sorteado en el Grupo C con Real Madrid, Borussia Dortmund y Lokomotiv Moscú. Otra vez una racha de 4 victorias seguidas terminó siendo decisiva para liderar también este grupo, que dejó un partido memorable en San Siro contra el Real Madrid: fue 1-0 con gol de Shevchenko y asistencia genial de Rui Costa.
En los cuartos de final el Diavolo se mide contra el Ajax de Ibrahimovic, Sneijder y Litmanen. La ida en Amsterdam termina sin goles, así que por suerte el buen fútbol apareció en la vuelta en San Siro con un partidazo: Inzaghi y Shevchenko ponen dos veces en ventaja a los locales, pero Litmanen y Pienaar responden golpe por golpe y empatan 2-2. En el asedio final, un pelotazo de Maldini encuentra la cabeza de Ambrosini y le queda a Inzaghi. El mítico goleador define por arriba del arquero Lobont, y a pesar que oficialmente el gol sea de Tomasson (que la empuja en la línea), todos se lo cuentan a Superpippo. No hubo tiempo para más, por lo que el Milan estaba en semifinales.
Fue un cruce histórico: por primera vez los dos clubes de Milán se enfrentaban en Copa de Europa/Champions League. La ida es un empate sin goles dominado por el miedo a perder, mientras que en la vuelta Milan tiene que jugar sin el arquero Dida (lesionado) pero el suplente Abbiati termina siendo héroe, junto con Shevchenko que marca un gol clave. El empate de Martins no alcanza para los Nerazzurri a causa del gol de visitante.
La final en Old Trafford contra la Juventus fue otro capítulo que quedará en la historia del Calcio: por primera vez dos equipos italianos se medían en el último acto de la competencia. Un partido con sabor de revancha para Ancelotti, echado por los Bianconeri y puteado por los hinchas solo un año y medio antes.
El primer tiempo fue todo del Milan: al 9’ Shevchenko marcó el tanto del 1-0, pero el árbitro Merk lo anuló porque Rui Costa estaba en offside. Minutos después Buffon salvó a la Juventus sacando un cabezazo de Inzaghi que parecía gol.
En la segunda parte Lippi supo arreglar las falencias de su equipo y la Juventus jugó mejor, incomodando a Dida con un cabezazo de Conte que terminó pegando en el travesaño. Sin embargo, el partido tenía destino sellado, y así fue como llegó el alargue.
En esa media hora que nuevamente tuvo al miedo como protagonista el Milan aguantó como pudo un 0-0 al que la final parecía condenada, incluso jugando con 10 por la lesión del brasileño Roque Junior. Así fue como el partido se definió por penales.
Los tiros desde los 12 pasos tuvieron a dos arqueros brillantes como protagonistas: Buffon atajó dos (a Seedorf y Kaladze), pero Dida fue un monstruo y le dijo que no primero a Trezeguet, luego a Zalayeta y por último al recordado Paolo Montero.
El remate final le tocó a Shevchenko, quien no dudó y ejecutó el penal de manera impecable. Fue la sexta Orejona Rossonera, con ese aliciente especial que le da haber eliminado al Inter y la Juventus en un mismo torneo.
La postal de aquel partido fue sin duda un momento que cualquier milanista recordará: la mirada del “7” antes de patear el penal. Tanto así que hace algunos días, cuando Milan y Genoa (entrenado por Shevchenko) se cruzaron por los octavos de Copa Italia, la hinchada del Milan le dedicó esta bandera al ucraniano: “Una gran historia de amor. La mirada de Manchester grabada en el corazón. Sheva leyenda eterna”.