Maradoneana y feminista: el orden de los factores no altera el producto

 Por Maia Moreira (@maiagranate)

Hay tantos feminismos como feministas, por eso a mí me gusta definir el feminismo que habito desde algunas cuestiones que considero fundamentales. Una de ellas es derribar ese axioma que marca absurdamente la antinomia de ser feminista y maradoneana.

Borré y escribí este párrafo fácil cinco veces, lo compartí para que me hagan críticas, lo dejé un rato, usé mi trabajo de excusa para tomar esa famosa distancia y volver a lo escrito. Lo leí y lo volví a modificar, la cena me sirvió como otra excusa para dejarlo. Cené, volví al teclado, volví a borrar. En mi cuerpo sigue latente ensordeciendo mi silencio una contradicción. Una contradicción nítida: ¿se puede ser feminista y maradoneana a la vez? De eso, y desde lo más visceral, va este texto.

Dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Lo respeto, hasta ahí, pero lo respeto. Lo cierto es que yo no sería yo sin aferrarme a cosas mundanas y populares. Yo no sería yo sin gustar del barro, el error y la revancha, sin pensar en la felicidad de los que menos tienen y sin enamorarme del talento innato de los tocados con la varita. No pienso decir que me conquistó de Maradona, no me importa discutirlo. Para mí, todo está escrito sobre gustos. Pero los gustos son eso, gustos.

Como tantas otras construyo mi vida en torno a mis gustos. Me encanta ser feliz pensando que – como aprendí de El Diego y el feminismo – esa existencia se cruza con los sentires de miles de compañeras que también desean una realidad mejor y más justa: un mundo más igualitario. Para mí, la militancia feminista tiene muchísimo que ver con ese espíritu de equipo que yo veo en Diego siempre latente, aún con el paso del tiempo. Creo que Maradona está siempre presente en esa mezcla que amalgama lo popular y lo académico y que, no casualmente, a muchas nos encontró con la excusa perfecta: el fútbol. Excusa que también usamos como herramienta para hacer que ese mundo, donde tengamos igualdad de derechos, llegue a ser realidad.

Puedo retratar infinidad de situaciones de mi historia dónde el feminismo y el ser maradoneana se unieron, pero nunca puedo determinar el momento exacto de esa unión. Lo que sé es que han mellado en mí una forma de ser, un estado, ¿por qué no?, un horizonte.

No quiero como feminista que nos olvidemos de dónde venimos, quiero que nos sepamos y aceptemos diferentes, que nos duela lo injusto, que juguemos en equipo. Y siento desde lo más genuino que Diego es, aún con sus fallas – como yo lo soy con todas las mías -, un poco eso. Pelusa habla desde su origen de barro, aceptó su nuevo mundo pero nunca jamás dejó de cuestionarlo cuando lo creyó injusto. Y siempre – ojalá eternamente – arma equipo y nos regala alegrías. Diego es encuentro, es la nada y la gloria que nos cantó Patricio Rey, es pueblo.

Diego Armando Maradona es, para mí, sinónimo de fútbol. Es para el mundo entero sinónimo de nuestra procedencia. Quiero detenerme en él, que es como detenernos en cada uno de nosotros. Y digo nosotros porque hasta los catadores de ídolos, predicadores de la moral y los dueños de la verdad podrían describir – o al menos recordar – cómo vivieron, dónde estaban o qué hacían en los momentos más trascendentales de la vida de Maradona.

Me siento muy egoísta en hacer este relato desde mí, porque creo que el feminismo y Diego representan siempre lo colectivo. Pero también siento que – aunque alguien pueda compartir este sentir – es una necesidad personal derribar esa sentencia que marca la imposibilidad de ser feminista y maradoneana. Pienso que son definiciones complementarias pero no excluyentes. Considero que hay muchísimas otras tensiones dialécticas al interior de los feminismos que muchas veces nos cuesta revisar, entonces, caemos en binomios desde los cuales pretendemos medir qué tan feminista es una o lo es el resto.

Prefiero seguir cuestionándome y repensándome, bastante aún le pifio. Prefiero seguir encontrándome con compañeras que me enseñan día a día. No les pido a todas las feministas que sean maradoneanas, les pido que nos respetemos. Tampoco a Diego que sea feminista. ¿Qué le pido? Sin lugar a dudas le pediría una sola cosa: ¡que sea eterno!

Maradoneana y feminista: el orden de los factores no altera el producto comentarios en «4»

  1. Sigo utilizando éste genial texto desde que lo escribiste,Maia…Simplemente genial, y después de releerlo miles de veces llego a una gran conclusión: Diego era contradicción total, cómo no nos vamos a contradecir al hablar y pensarlo a él,no??? abz!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *