Entre la imagen de Ramón Cabrero levantando el título del Apertura 2007 y la de los jugadores granates celebrando el paso a una histórica final de Copa Libertadores pasaron apenas 10 años. Es la verdadera década ganada de Lanús que, en ese lapso, levantó además la Copa Sudamericana, otro título local y la Supercopa Argentina. Y básicamente consolidó el papel de equipo competitivo, además de ser un modelo de club social.
La Bombonera fue testigo de esa primera gran consagración a fines de 2007 – Lanús ya había salido campeón de la Conmebol en el 96 pero ese fue su primer trofeo local – en ese campeonato que peleó con Tigre. Con Sand y Acosta como dupla ofensiva ya en ese entonces, pero un equipo que tenía a Pelletieri, Valeri o Seba Blanco como estandartes del buen fútbol. Un año antes había amargado a los xeneizes en el sueño del tricampeonato que después se vería definitivamente frustrado en una final con Estudiantes.
En el medio hasta el nuevo festejo en la Sudamericana, Lanús es 3ro en el Clausura 2009, subcampeón en el Clausura 2011 y 3ro en el Final 2013, demostrando que su capacidad de dar batalla ya era una constante. Empieza a jugar copas internacionales más seguido y como yapa – tras sus impactos de 2006 y 2007 en la Bombonera – le gana a River en la primera fase de la Sudamericana 2009 y lo manda a la Promoción a mitad de 2011 en un Monumental anonadado. Ya habría tiempo para más triunfos de impacto ante el Millonario y los demás grandes.
Con los Mellizos Barros Schelotto en el banco, el cierre del 2013 tendría al Grana con su segunda conquista internacional: la Copa Sudamericana. Allí eliminaría a River en los cuartos de final, a Libertad en las semis y en la final al Ponte Preta con un 1-1 en la ida con gol de Goltz – uno de los símbolos de su equipo – y un 2-0 en la vuelta de local con goles de Ismael Blanco y el paraguayo Víctor Ayala.
La etapa Almirón sería la más gloriosa. El DT, humillado en Independiente y sin ningún título en su carrera, se haría cargo en 2016 llevando al Grana a conquistar el 2do título local tras ganar su Zona – en ese formato de transición que tuvo ese torneo – y vapulear 4 a 0 en la final a San Lorenzo en uno de los escenarios que más alegrías le brindó al conjunto del Sur: el Monumental. Vendrían la Copa del Bicentenario ante Racing y la Supercopa Argentina ante River dejando en claro su condición de rival durísimo para cualquiera. Y sobre todo construyendo identidad, ese valor tan preciado y difícil de encontrar en el fútbol argentino.
El sueño granate empezó hace rato. Si en 1981 volvía de su pozo más profundo que fue la C, está a pasos nomás de una gloria inédita que pocos equipos conocen. Si no lo lograse, todo lo conquistado estará ahí para afirmar eso que les encanta a sus hinchas: sentirse parte del club de barrio más grande del mundo.