El gran triunfo del tenis de Ecuador

Un 10 de junio pero de 1990 Andrés Gómez daba la sorpresa y ganaba el Roland Garros. Recordamos su historia y su camino.

El triunfo de su vida. Un hito histórico para el tenis ecuatoriano.

Por Guido Antonelli (@GAntonelli1996)

El domingo 10 de junio de 1990 no fue un día más para el tenis ecuatoriano. A sus 30 años, Andrés Gómez venció a Andre Agassi por 6-3, 2-6, 6-4 y 6-4 en la Philippe Chatrier para consagrarse campeón de Roland Garros. Anteúltimo título en singles, el Grand Slam fue el broche de oro para la gran carrera del de Guayaquil.

Andrés Gómez fue uno de los jugadores más regulares sobre polvo de ladrillo en la década del 80’. De los veintiún títulos en individuales, dieciséis fueron conquistados en esa superficie. Antes de Roland Garros, los más destacados fueron los Masters Series de Roma en 1982 y 1984. Y, a excepción de 1988, entre 1981 -título en Burdeos- y 1991 siempre ganó al menos un torneo en esta modalidad. Además, disputó el Torneo de Maestros en 1982, 1983, 1985, 1986 y 1990.

Sin embargo, al escribir sobre la carrera de Gogo es imposible omitir sus logros como doblista. Sus treinta y tres títulos, entre los que se destacan el US Open 1986 junto al serbio Slobodan Zivojinovic y Roland Garros 1988 con el español Emilio Sánchez Vicario, lo avalan. En una época en la que los jugadores top jugaban los grandes torneos tanto en singles como en dobles, Gómez y el chileno Hans Gildemeister ganaron dieciséis torneos juntos y fueron premiados como mejor dupla tenística del mundo en 1986. Casualmente, el ecuatoriano fue parte del Torneo de Maestros en esta modalidad en las mismas temporadas que en singles.

El Rolanga en singles no había sido posible previamente porque Ivan Lendl siempre se ponía en su camino. Fueron cuatro las ocasiones en las que el checo lo superó en el polvo de ladrillo parisino, pero 1990 fue distinto. Lendl comunicó que no jugaría el torneo porque su prioridad era llegar en forma a Wimbledon y Gómez lo vio como una gran oportunidad que debía aprovechar. Llegó a París como séptima mejor raqueta del ranking y cuarto preclasificado.

El cuadro de singles masculino de Roland Garros 1990 tuvo sorpresas desde el inicio. En primera ronda, los dos mejores jugadores de ese momento Stefan Edberg y Boris Becker fueron eliminados. La presión pasaba a estar en manos del tercer preclasificado Andre Agassi, quien tenía veinte años y el mundo del tenis esperaba que en Francia se quedara con su primer Major. Gómez hizo su tarea y atravesó la primera semana sin dejar dudas: victorias en sets corridos ante el español Fernando Luna y el uruguayo Marcelo Filippini y una en cuatro sets frente el ruso Aleksandr Volkov lo colocaron en octavos de final. Allí pasó de ronda producto de la no presentación del sueco Magnus Gustafsson. Tres años después, el zurdo estaba nuevamente entre los ocho mejores de París.

Su rival en cuartos de final fue el local Thierry Champion, quien llegaba desde la ronda clasificatoria y había dado el batacazo al eliminar a su compatriota Guy Forget. Gómez no tuvo inconvenientes y lo despachó con un 6-3, 6-3 y 6-4. En semifinales enfrentó al austríaco Thomas Muster. Especialista en arcilla, Muster venía de jugar la final de Montecarlo y de ganar Roma el mes anterior, demostrando lo que sería su década. Muster ganaría Roland Garros en 1995 y alcanzaría la cima del ranking ATP en 1996. En un duelo de zurdos, Gogo -tal como lo había bautizado Jimmy Connors- ganó 7-5, 6-1 y 7-5 y avanzó por primera vez a una final de Grand Slam. Allí lo esperaba Agassi, favorito para gran parte de la prensa. De todos modos, el de Guayaquil no pensaba igual, según contó años más tarde en una entrevista: “Habíamos jugado tres veces y en dos había ganado yo. Era el torneo por el que tanto había luchado y el favorito era yo. Lo único que podía hacer ese día era ganar.”

En su espectacular autobiografía Open, el estadounidense manifestó: «Mi plan de juego era un reflejo de mis nervios, de mi timidez. Como sé que es un partido a cinco sets, mi plan pasa por alargar el partido, por buscar jugadas largas, agotarlo. Nada más empieza el partido, sin embargo, me doy cuenta de que Gómez es muy consciente de la edad que tiene, intenta agilizar las cosas.» Con una derecha demoledora, Gómez salió con todo y se llevó el primer parcial por 6-3. Agassi escribió sobre su inicio de partido: “Es evidente que mi plan de juego ha sido erróneo desde el principio. Patético, en realidad. No se puede jugar una final de un Grand Slam a no perder, esperando que pierda el rival». En ese momento, la mayor preocupación del Kid de Las Vegas era que no se le cayera la peluca. Es que, a lo largo del torneo, no había tenido problemas. Sin embargo, la noche anterior a la final vio que la peluca ya estaba estropeada y debió ingeniársela junto a su hermano Phil para repararla de alguna manera. Ese era el miedo de Agassi, quien contó que rezó antes de jugar no por la victoria, sino para no perder su pelo postizo durante el juego.

El segundo set fue para el norteamericano por 6-2, pero Gómez no perdió la concentración y se llevó los restantes por doble 6-4. Agassi debió esperar hasta Wimbledon 1992 para ganar su primer Grand Slam, mientras que en París ganó en 1999 ya sin ocultar su calvicie. Andrés Gómez fue el primer ecuatoriano en salir campeón en singles de un GS, pero como contó en una entrevista para La Nación en 2018, no volvió a ver el partido completo: «Nunca volví a ver entero el partido, porque nunca quise ver el set que perdí. Pero es inevitable verlo una y otra vez porque cada vez que se juega Roland Garros siempre lo pasan por televisión. La Copa la tengo en mi casa y la conservo con mucho cariño. Tengo la idea de hacer un museo itinerante en los colegios y lucirla, entre otros objetos.» Al regresar a Guayaquil, fue recibido por una multitud paseó por la ciudad en autobomba. Luego llegó a Quito, donde se juntó con el presidente de Ecuador Rodrigo Borja.

Quizás haya sido una carrera poco habitual porque el logro más importante llegó sobre el final. Brasilia 1991 fue la siguiente y última conquista de Gómez, quien se retiró con 33 años en 1993. Parte de una familia de tenistas, su hijo Emilio es un actual jugador del circuito Challenger, donde ganó tres torneos en singles y dos en dobles. Sus sobrinos son Nicolás Lapentti -jugador más destacado de Ecuador después suyo, seis del mundo en 1999 y semifinalista de cuatro Masters 1000-, Giovanni Lapentti y Roberto Quiroz.

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