Thomas Müller, el hombre que vive en el espacio

Por Roberto Brambilla (@bobbybrambo) Diez títulos alemanes, más de 600 partidos oficiales con el Bayern Munich, 70 goles con la Selección alemana, dos Liga de Campeones y una Copa del Mundo ganadas. Definir Thomas Müller solo a través de sus logros y triunfos sería reduccionista. El delantero del Bayern y de la Mannschaft es un jugador diferente. 

Por Roberto Brambilla (@bobbybrambo)

Diez títulos alemanes, más de 600 partidos oficiales con el Bayern Munich, 70 goles con la Selección alemana, dos Liga de Campeones y una Copa del Mundo ganadas. Definir Thomas Müller solo a través de sus logros y triunfos sería reduccionista. El delantero del Bayern y de la Mannschaft es un jugador diferente. 

Cómo su homónimo y ex entrenador Gerd, Thomas nació en la provincia bavára en Weilhelm en Oberbayern y creció en Pähl, un pueblo de 3mil habitantes a unos 40 kilómetros de Múnich. Sin embargo Müller no es un hijo de una familia humilde, sino de un ingeniero que trabajaba en BMW, nunca ha jugado por la calle, nunca ha declarado tener ídolos deportivos a pesar de ser hincha del Bayern y de inspirarse en jugadores como Juan Román Riquelme. Que Thomas no era como todos los demás se notaba cuando pisaba una cancha, como la del TSV Pähl su primer equipo. Los entrenadores se dieron cuenta que no sobresalía en nada pero al mismo tiempo no tenía debilidades evidentes y sobre todo marcaba muchísimo. En una temporada de E-Jugend (con chicos hasta los 11 años) sus tantos fueron 120. Durante un torneo juvenil en el sur de Alemania, en Murnau, lo observó Jan Pienta, scout del Bayern, el mismo que ya había descubierto a Bastian Schweinsteiger y a Philipp Lahm. “No era tan técnico y tenia piernas de cigüeña” comentó.

A pesar de su estilo no convencional y de su físico peculiar, el Bayern hizo una oferta para ficharlo. En una primera instancia Thomas la rechazó, pero después se llegó a un acuerdo: Müller seguiría estando en su equipo e iría solo una vez por semana a Múnich para entrenarse. El delantero bávaro jugó en todas las inferiores del club de Säbener Strasse hasta la máxima categoría, la A-Jugend. Uno de sus entrenadores juveniles, el malayo Lim Teong Kim, que Thomas agradeció en varias entrevistas por haberle enseñado mucho bajo el perfil táctico, explicó como no consideraba a Müller el mejor jugador que ha entrenado sino el más decisivo incluso para sus compañeros. Lo que todos notaban eran su voluntad y su instinto. 

Gracias a estas calidades se convirtió en una de las piezas clave del once de A-Jugend del Bayern Munich que perdió la final de la liga alemana en 2007. El cerebro de aquel equipo era Toni Kroos. En la misma categoría, el año siguiente Thomas fue el segundo máximo goleador del grupo Sur/Suroeste con 18 goles, debutando también en el equipo de reservas de los bávaros en la tercera división. En el principio de la temporada 2008/2009 el DT de Primera Jürgen Klinsmann lo llamó, más precisamente el 15 de agosto de 2008, para el debut de los bávaros en Bundesliga contra Hamburgo. Para el delantero fue solo una muestra en una temporada de transición en la que apareció en la Liga de Campeones y marcó 15 tantos en Tercera División. 

El momento clave de su trayectoria fue la llegada de Louis Van Gaal a Baviera. El entrenador holandés se enamoró del joven delantero de Weilhelm en Oberbayern. Se enamoró de su estilo de juego, de sus movimientos, de su anarquismo futbolístico. “En mi equipo Müller juega siempre” afirmó. “En la posición que quiere él” añadió con ironía. Un delantero impredecible, sin posición fija, que se reveló a la Bundesliga por primera vez el 12 de septiembre de 2009 cuando fue protagonista con un doblete en la victoria como visitante en el Klassiker contra Borussia Dortmund. 

Desde aquel momento en Alemania pocos dudaron de sus calidades. Joachim Löw lo llamó por primera vez a la selección alemana absoluta. Fue el 3 de marzo de 2010 y cuatro meses después Thomas sería el titular de la Mannschaft en el Mundial de Sudáfrica. Fue una revelación. Siete partidos, cinco tantos y unos partidos de altísimo nivel, por ejemplo contra Inglaterra y Argentina en la fase de eliminación directa. Nadie, incluso el DT de la selección argentina Diego Armando Maradona que había admitido no conocerlo, podía ignorarlo. Van Gaal y Löw fueron solo dos de los muchos DT que se enamoraron de Thomas Müller. En la década siguiente todos los entrenadores que se sentaron en el banquillo del conjunto bávaro, excepto uno, han considerado al delantero como un elemento imprescindible del equipo. Nadie ha encajado su anarquismo, nadie ha intentado darle una posición fija. Incluso el mismo  Müller no sabía definir que era, para él lo importante era jugar. 

Un futbolista que confía sobre todo en su instinto, conoce poco la táctica y que en 2011 en una entrevista se autodefinió en alemán “Raumdeuter”, el que interpreta los espacios. De hecho Müller tiene la capacidad de ocuparlos de la mejor manera posible y de estar siempre en el lugar correcto en el momento adecuado, fuera o dentro del área. El resultado son goles y asistencias con el Bayern y con la selección alemana, con las que entre 2013 y 2014 ganó una Liga de Campeones y una Copa del Mundo en Brasil, derrotando a Argentina. En el gol decisivo de Mario Götze  en la final, fundamental fue un movimiento del mismo Müller.

Su momento mejor fue bajo el mando de Pep Guardiola entre 2013 y 2016. El actual DT de Manchester City construyó un sistema de juego donde Müller era una “especie” de enganche, que podía hacer en concreto lo que quería, porque como comentó Pep para el número 25 del Bayern es difícil hacer algo impuesto. Su momento peor fue cuando en el banquillo de los campeones de Alemania se sentó Niko Kovač. Con el croata “Der Raumdeuter” tuvo una mala relación futbolística con la intervención a traves de las redes redes sociales de Lisa, la mujer deportista del jugador. El DT nacido en Berlín renunció en varias ocasiones al conjunto bávaro y se habló incluso de la posibilidad de que Thomas Müller dejara el conjunto más titulado de Alemania. En los primeros años de su trayectoria algunos clubes extranjeros ya lo habían buscado y siempre Thomas había rechazado. Porque el número 25 es diferente también en esto. A pesar de ser una estrella internacional ni siquiera ha considerado las ofertas, a veces muy lucrativas, de varios conjuntos. La razón es simple: no le interesaban. Considera al Bayern y a Baviera su casa y ha declarado más de una vez que no le interesa cambiar. 

Un hombre orgullosamente bávaro que la mayoría de los hinchas alemanes aman porque es una figura. Fuera y dentro de la cancha. Cuando termina el partido Thomas es un tío normal: irónico, directo y espontáneo. Cría caballos con su pareja, utiliza de manera inteligente las redes sociales, se expresa con las palabras y con un lenguaje del cuerpo muy poco “alemán” y es raro que diga cosas banales. Dentro del campo y del vestuario Müller es un líder. Da indicaciones, habla con el árbitro, pelea con los adversarios. Por su locuacidad lo han apodado “Radio Müller”. 

Además el número 25 es también un ejemplo y un punto de referencia en su club y en la Selección. Se entrena mucho, nunca quiere perder, ayuda a integrar a los recién llegados y sobre todo muestra diariamente a sus compañeros que quiere decir jugar para el Bayern y para Alemania. Por ejemplo, durante la Copa del Mundo del 2014 su papel fue fundamental en la integración de los grupos “rivales” de Bayern y de Borussia Dortmund. Un jugador total sin ser un fenómeno que a los 33 años sigue siendo imprescindible en Bayern y en la Mannschaft. 

A pesar de ser el jugador más titulado de la historia del fútbol alemán, aún “Der Raumdeuter” tiene hambre. Julian Nagelsmann lo pone siempre en su once, Hans Flick su ex entrenador en Baviera y que lo conoce bien desde muchos años, lo incorpora regularmente en la Selección después de su regreso con Löw en la Eurocopa 2021. El camino para convertirse en una leyenda puede seguir. Y Thomas ya lo sabía cuando a los 15 años encontró a un ídolo como Gerd Müller. “Habrá otro Müller famoso en la historia de Bayern. Seré yo”, le dijo. Tenía razón.

 

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