Por Gabriel Souza
Hoy se cumple una década de la desaparición física de Francisco «Pancho´» Varallo, mítico goleador de Boca Juniors y el ultimo participante de la final entre Argentina y Uruguay en el mundial de 1930 en abandonar esta tierra.
«Todavía me dura la bronca por aquella final. Lo perdimos nosotros, que le vamos a hacer. Pasaron cosas raras esa tarde». Ese fragmento pertenece a una nota que Francisco Varallo le dio a El Grafico cuando se cumplieron 70 años de la final del mundial 1930. Al último jugador vivo todavía le duraba la sangre en el ojo por la polémica definición que tuvo a la Argentina cayendo derrotada por Uruguay por 4-2. «Los uruguayos sabían que los únicos que podían ganarles éramos nosotros, así que empezaron a amenazarnos y muchos jugadores se asustaron en el entre tiempo. Pero yo nunca me achiqué, si hay algo que siempre tuve fue guapeza». De esa manera se definía “Pancho” y explicaba lo que sintió en ese histórico partido. ¿Pero quién fue realmente ese delantero bajito pero potente que jugó en los años 30 y logró que la Bombonera se quedara absolutamente muda, en un clásico con San Lorenzo, cuando por los parlantes del estadio anunciaban su fallecimiento un 30 de agosto del 2010?
Nacido en Los Hornos, tuvo su inicio en el fútbol desde muy pequeño en el club de su localidad Ferrocarril al Sud, para luego pasar al club donde su papá y sus tíos jugaban: 12 de octubre, en donde se desempeñaba como defensor. Fue también el club que le negó la posibilidad de incorporarse a Estudiantes de la Plata, en donde había hecho una prueba marcando 12 goles en tan solo 3 partidos. Ahí cambio su rumbo para siempre, ya que finalmente ficharía para Gimnasia y Esgrima La Plata. Aunque en el club tripero comenzó como defensor fue subiendo hasta convertirse en el delantero estrella del Lobo. La tarde en la que marcó 8 goles en un partido de reserva lo llevaron a ser parte de la Primera División. Ahí conquistaría el único título que ostenta Gimnasia en la primera División en toda su historia, el de 1929. La potencia de su remate y los 30 goles en 64 partidos le valieron el apodo de «Cañoncito del Bosque», inmortalizado por el relator Luis Soja.
Su aparición estelar lo llevo a formar parte del plantel que disputaría el primer mundial organizado por la FIFA, el de Uruguay 1930. «Para mí con 19 años fue experiencia increíble. Estaba rodeado de algunos jugadores increíbles«. Claro, Varallo compartió la delantera albiceleste con nombres como Guillermo Stábile, Juan Evaristo o Roberto Cherro. Todas grandes glorias del futbol argentino que guiaron al joven delantero en su aparición mundialista, donde marcaría un gol en 4 partidos. Aunque también hay que destacar que ya había sido campeón en el Sudamericano del 29 y volvería a serlo en el Sudamericano del 37, el torneo antecesor de la Copa América. Pero sin dudas ese Mundial fue su mayor alegría como jugador de fútbol, aunque socarronamente recordaba como su mayor festejo la «revancha» contra los uruguayos 4 años después, donde les ganó la Copa Newton por 1-0 con un tanto de su autoría.
Lo que es innegable es la categoría de ídolo que Varallo posee en Boca Juniors. 8 años en el club le permitieron convertirse en el máximo artillero del Xeneize en la época Profesional durante casi 80 años. Entre 1931 y 1939 marcó la absurda cantidad de 194 goles en 222 partidos jugados. Solo otro «Optimista del Gol« como Martin Palermo lograría superarlo. En el club de La Ribera consiguió el primer título en la era profesional, el de 1931, donde marcó 27 goles en 24 partidos. También se quedaría con el bicampeonato del 34 y 35. Aunque sin dudas su nivel más alto lo mostró en el campeonato de 1933 donde marcó un gol por partido, 34 gritos en 34 partidos disputados, lo que le valió ser el goleador del torneo. Un récord envidiable que se potencia si se tienen en cuenta los 11 goles que marco en tan solo 6 partidos disputados por la Copa Competencia ese mismo año.
Solo su gran amigo Roberto Cherro y Martín Palermo lo superan en la tabla de goleadores históricos de Boca, aunque es cierto que si se tiene en cuenta tan solo al profesionalismo solo el “Titán” está por encima de su marca goleadora. Aunque el promedio de gol de “Pancho” fue de 0.87 mientras que el de Palermo es de 0.58, claramente el “Loco” necesito más de 400 partidos para superar la marca del “Cañoncito», que lo hizo en tan solo 222 partidos. Era lógico que el día de su partida, la Bombonera enmudeciera en su honor y una lluvia de aplausos cayeran desde las tribunas del mítico estadio cuando por los parlantes dijeran su nombre.
Su retiro llego joven a los 30 años (eran otras épocas) y se dedicó a entrenar las inferiores de Boca y hasta tuvo un paso como entrenador de Gimnasia entre 1957 y 1959, aunque nunca disfrutó realmente el trabajo de director técnico. Así fue que decidió alejarse de todo el ambiente del fútbol y dedicarse a atender una agencia de Quiniela. De todos modos, no faltaron los reconocimientos a su carrera en sus últimos años de su centenaria vida. En 2006 la Conmebol le otorgó el premio A la Orden De Mérito por su aporte invaluable al deporte y dos años después la ciudad de La Plata lo nombro Ciudadano Ilustre.
Tal vez por su sencillez o su perfil bajo el hincha promedio del fútbol argentino lo tuvo por mucho tiempo en el olvido y no fue hasta que Palermo estaba cerca de romper su marca, que su nombre volvió a estar en boca de todos los medios y simpatizantes boquenses y del resto de los clubes. Sin embargo, dejó una huella imborrable tanto en La Boca como en La Plata y en la historia del fútbol argentino.
A la edad de 100 años se fue como un verdadero ídolo del fútbol argentino un 30 de agosto del año 2010. Tanto Boca como Gimnasia decretaron un día de duelo cuando el histórico goleador partió en Villa Elisa por un agudo cuadro de bronquitis, hace ya 10 años.
Aún hoy sigue vive el legado de un delantero pícaro, portador de potente remate y una relación de amor con el gol. Un jugador que rompió redes en las dos eras: la de amateurismo con el Lobo y con la Selección; y en la del profesionalismo como artillero del Xeneize.
Algunos lo recordaran como Pancho, otros como el Cañoncito del bosque, o simplemente como Varallo. Pero los goles no se pueden olvidar y Francisco Varallo fue un goleador de todos los tiempos.