Escuchemos a Rivelino

Reflexionamos sobre la veracidad de la existencia de críticas desmedidas hacia el juego de posición.

Por Felipe Lemos (@comentaristabur)

Traducido y editado por Emiliano Rossenblum (@emirossen)

En los últimos tiempos se está viendo un cambio de narrativa por parte de quienes defienden que el juego de posición es totalmente practicable en cualquier contexto. Según ellos, hay una “demonización” de esta cultura por parte de sus detractores.

Para empezar, este estilo de juego sí se ha vuelto hegemónico en el ámbito del debate futbolístico. Tras el éxito de Pep Guardiola en el Barcelona, ​​la figura del entrenador y la táctica cobraron un nuevo protagonismo en la percepción masiva del juego. Negar esto es ignorar la última década. El llamado “Tiki taka” fue tratado (y vendido) como la siguiente etapa de la evolución del fútbol, ​​el surgimiento de algo nuevo y transformador, que condensaba todas las características positivas del juego en la imaginación del consumidor de fútbol. Disciplina, goles, posesión y ciencia en un solo modelo.

Paralelamente a este ascenso a lo más alto del orden del discurso en el ámbito del fútbol, ​​la producción académica sobre esta filosofía de juego se ha expandido de una forma nunca antes vista. La curiosidad y el interés del público por comprender al equipo de Guardiola se casaron con el auge de la nueva literatura. La consecuencia inevitable: en los últimos años, el juego posicional fue probablemente el primer tema táctico consumido por la mayoría que decidió ir un poco más allá en un intento de entender el juego. Del mismo modo, surgen las redes sociales y una nueva y electrizante dimensión social para el debate.

Tal como se dijo en este hilo, cuando la burbuja estalló y llegó a los grandes medios, exjugadores y periodistas tuvieron voz para opinar sobre el tema que estaba y está en boga. Y aquí viene el otro punto al que quería llegar. Las “estupideces” (parece un metegol, robotización de jugadores, reducción de la libertad, etc.) de las que hablaba gente como Rivelino, Pedrinho, Muricy Ramalho y otros exjugadores con años de experiencia en el fútbol brasileño, ¿son realmente un «gran desastre»?

No hace falta decir que todos sabemos que el jugador no se quedará quieto en la definición de la palabra. Ninguna de estas críticas es literal. Sin embargo, salen de boca de individuos inmersos en una tradición futbolística que se traduce en esta percepción del juego de posición. Rivelino y Pedrinho estaban acostumbrados a un juego que prioriza la intuición y los movimientos ajenos a los espacios predeterminados (ataque funcional). Por tanto, al tener contacto con la teoría de la racionalización de espacios y los intercambios de posición, la reacción es esa.

¿Será que yo, usted, el analista y el autor somos más conscientes de lo que es la libertad para un deportista que los ex profesionales?

Las acciones de un individuo están compuestas por capas de deseos y subjetividades influenciadas por un contexto, por una estructura. Los jugadores brasileños están históricamente acostumbrados a un orden más flexible, con énfasis en la subjetividad de cada jugador. El juego de posición, por su parte, nace del estudio profundo de momentos y jugadas futbolísticas frecuentes y exitosas, con el fin de desarrollar mecanismos y dinámicas que produzcan estas situaciones con mayor volumen y eficiencia. Es decir, un orden de mayor predeterminación de acciones y de carácter objetivo.

La evolución de este modelo no es más que el descubrimiento y mejora de mecanismos. Se suele nombrar correctamente al City como la «evolución» del plan de Pep. El conjunto inglés es la cúspide del funcionamiento de la máquina, con jugadores especializados en ponerla a funcionar. No es de extrañar que los mejores ejemplos de “centro de juego denso” y “espacio de habilidades” sean del Barcelona de hace 12 años. Aquel juego de posición se desvaneció a medida que se perfeccionó el método.

Y luego llegamos a lo que József Bozsik llama “fast-food posicional”. Si la filosofía de Pep se ha hecho hegemónica en el discurso de la “burbuja táctica” fuera del fútbol, ​​imagínense por dentro. El número de entrenadores embebidos en la fuente guardiolista ha crecido exponencialmente.

La cuestión es: muchos pueden inspirarse, estudiar y poner en práctica los métodos del catalán, pero nadie es él. Es obvio que de esta escuela han salido grandes técnicos, pero no todos lo son. Entre ellos está Vítor Pereira, actual director técnico del Flamengo. El portugués, según el hilo anteriormente citado, optó por una forma del juego de posición incompatible con las características del plantel. Es decir, no entendió realmente lo que está poniendo en práctica, o en otras palabras, carece de sensibilidad y percepción.

La “villanización” del juego posicional pasa exactamente por esto. Las críticas no van dirigidas directamente al modelo, sino a la aplicación a escala industrial, que prescinde del contexto, las subjetividades y la cultura. Hay un pisoteo de la pluralidad. Y lo peor es que es vendido como expansión de la modernidad.

Este texto fue originalmente publicado en portugués: https://medium.com/@comentaristaburro/ouvidos-a-rivellino-24d9ce783b31 y fue cedido por el autor para su traducción y difusión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *