Por Fabio Martín Olivé (@fmartinolive)
“No a las multipropiedades” expresaron los en una bandera los hinchas del Racing de Estrasburgo mientras el líder de la barra, megáfono en mano, realizaba una diatriba en contra de Todd Boehly, dueño del club, porque sienten que la desidia y la mala situación futbolística (el equipo marcha 13° en la Ligue 1) se debe a que este le da más importancia su otro club, Chelsea.
No es el único caso en Francia. El año pasado hinchas del Lorient, actualmente en penúltimo lugar, marcharon contra Bill Foley, empresario estadounidense que compró al club francés cómo al Bournemouth de la Premier League. Colgaron una bandera que decía “Bill, el futuro de nuestros jugadores no te pertenece” por el miedo de que su club sólo sea otra filial del “hermano mayor inglés”.
Los temores de los hinchas de Estrasburgo y Lorient no son infundados. Troyes, que pertenece al City Group, descendió a segunda división presentando en su balance 22/23 un déficit de más de 20 millones de euros.
En 2022 se dio la transferencia más cara de la historia de la institución, cuando por 6.5 millones de euros compraron al brasileño Savio al Atlético Mineiro. A pesar de la cifra el futbolista no disputó ni un sólo minuto con la camiseta del club francés y fue cedido por el City Group primero al PSV y luego al Girona de España, que pertenece al mismo holding. Hoy Savio es figura del conjunto catalán que clasificó a UEFA Champions League por primera vez, mientras Troyes pelea por no descender a tercera división.
Hace unas semanas la federación neerlandesa de fútbol sancionó al Vitesse con la perdida de 18 puntos, condenándolo así al descenso a segunda división tras 35 años. La sanción se debe a que el club se negó, en reiteradas ocasiones, a entregar información acerca de su vínculo con Roman Abramovich.
En 2023 el diario The Guardian reveló que el ruso inyectó 117M€ en el Vitesse mientras era dueño del Chelsea. Abramovich siempre habló de “acuerdos de cooperación” entre Chelsea y Vitesse. De hecho, muchos futbolistas del club ingleses jugaron a préstamos en la institución de Arnhem. Mason Mount, Lucas Piazon, Nemanja Matic, Gael Kakuta, entre otros.
En 2014, Merab Jordania, ex dueño del Vitesse, denunció que Chelsea boicoteaba la participación del club en Champions League, ya que no pueden participar dos clubes del mismo dueño. Jordania declaró que: “Vitesse no puede jugarla porque cualquier rival puede pedir que se investigue su propiedad real y cuando se probase la relación con Abramovich la sanción para los dos clubes sería un hecho”. El año pasado la UEFA cambió la reglamentación para permitir que clubes del mismo dueño puedan participar de la misma competencia y llegar a enfrentarse.
Jordania, amigo de Abramovich, había comprado el club en 2010. En 2013 se lo vendió a Alexander Chigrinsky, otro empresario ruso “muy amigo” de Abramovich. En 2017 le transfirió las acciones a Valeriy Oyf, quien fue director de petroleras cómo Rosneft y Gazprom además de estar a cargo de Millhouse Capital, empresa que manejaba los capitales de Roman Abramovich. Al igual que su amigo, Oyf fue obligado a vender sus acciones debido a las presiones generada por la guerra en Ucrania y hoy el club no encuentra comprador.
Una investigación de la fundación Play the Game estima que hay 13000 jugadores vinculados a los 134 grupos que controlan o tienen inversión en 366 clubes alrededor del mundo. Para Roy Vermeer, del sindicato de jugadores FIFPRO: “Uno de los riesgos es que se presiona a los jugadores para que se trasladen a clubes del mismo propietario. Dudamos que las estructuras actuales sean siempre las mejores para los jugadores y hay muy poca regulación”.
El futbolista argentino Claudio Echeverri, de 16 años, fue comprado a River por el City Group. Si bien se hizo oficial por Manchester City, aún no se sabe que equipo del grupo jugará. Puede ser cómo Julián Álvarez, cómo Savio o cómo Kluiverth Aguilar. El peruano fue comprado a los 16 años cuando jugaba en Alianza Lima por el City Group por 2.5 millones de euros para derivar a una de sus “filiales”: El Lommel SK, de la segunda división de Bélgica.
La búsqueda de adolescentes talentosos para desarrollar es la principal inversión de estos grandes grupos. Sudamérica y África son las regiones dónde se aprovechan para conseguir estos diamantes en bruto. Según la ONG Foot Solidaire cada año más de 6000 jóvenes africanos abandonan sus países con el sueño de triunfar en el fútbol europeo.
La FIFA marca tres excepciones para la venta al extranjero de futbolistas menores de edad: La primera es cuando los padres del futbolista se han trasladado a vivir a otro país por motivos ajenos al fútbol; La segunda es que el jugador y el club están en dos países diferentes, pero la distancia entre su casa y la base del club no supera los 100 km; la tercera es que el haya vivido al menos durante los últimos 5 años en el respectivo país, y la cuarta es que el club se haga cargo de la educación del chico.
Dichas condiciones muchas veces no se cumplen. En 2024 la FIFA inició una investigación por violar estas normas contra el Botev Plovdiv de la primera división de Bulgaria y su dueño, el oligarca ruso Anton Zingarevych (ex dueño del Reading de Inglaterra).
La misma se debe a las transferencias de los futbolistas Okoronkwo, Nduko y Olusegun. El club búlgaro trianguló los pases de los futbolistas (cómo solía hacer Deportivo Maldonado en Uruguay) que terminaron en el Krasnodar de la Premier League de Rusia. Krasnodar es propiedad de Sergei Galitsky, otro multimillonario ruso que está en tratativas para comprar acciones y unirse al directorio del Botev Plovdiv.
Mantener identidades, cultura y pasiones es cada vez más difícil en un fútbol dónde el capitalismo es cada vez más salvaje.
