Por Miguel Méndez (@miguelo_mk)
En Uruguay la Copa América comenzó a jugarse mucho antes de que comience el partido ante Panamá. La sorpresiva (para algunos) renuncia de Edinson Cavani se plegó a la inclusión, que parecía estar en duda, de Luis Suárez, así como también la banalidad de la presentación de la camiseta, vestida por una marca diferente por primera vez en casi 20 años.
Además, la expectativa por ver el primer torneo íntegro con Marcelo Bielsa al frente provocó que esta no fuera una Copa América más para la selección uruguaya de fútbol. El entrenador argentino armó una lista de 26 nombres que dejó en claro cuál es el estilo de futbolista que necesita para su equipo: seis atacantes por afuera, apenas dos centrodelanteros y defensas que tengan la capacidad de jugar tanto de centrales como de marcadores de punta.
El grupo, a priori, parecía ayudar más allá de la amenazante presencia de Estados Unidos, el local: Bolivia es desde hace varios años el rival más débil del continente y Panamá apenas se entrevera a nivel de CONCACAF. De hecho, Bielsa definió a los centroamericanos como “un rival claramente inferior”. Por eso, a Uruguay se le iba a exigir mucho en los primeros encuentros. Debía ganar, debía imponer condiciones y debía mostrar las armas suficientes para abrazar su condición de favorito para pelear esta Copa.
Y Uruguay lo hizo, al menos por varios momentos de los dos primeros partidos. Ante Panamá se vivió uno de los partidos más raros que se recuerden en el último tiempo. En la primera mitad, especialmente a partir de los 15 minutos, se vio todo lo que se espera en una selección de Bielsa: intensidad para recuperar la pelota cerca del arco contrario y rapidez para elaborar chances de gol. La famosa verticalidad. La intensidad al servicio de alcanzar los tres puntos.
En ese sentido, la presentación uruguaya en la Copa América parecía perfecta pero pecó de falta de puntería para liquidar el encuentro y el 1-0 a favor evidenció lo mínimo de la ventaja cuando, en el segundo tiempo, Panamá interiorizó su juego y complicó a la pareja formada por Manuel Ugarte y Federico Valverde, de despliegue imponente, pero que se vieron desbordados ante la presencia de cuatro futbolistas rivales en su zona.
Entonces, Uruguay sufrió. Sufrió mucho más de lo que se podía imaginar en la previa, pero, sobre todo, en el desarrollo del primer tiempo, donde el rival desnudó errores forzados aunque a todas luces evitables. Y a la selección le pudieron haber empatado el partido, posiblemente de manera inmerecida, pero las posibilidades estuvieron.
La jerarquía, o lo más cercano a ella, terminaron definiendo el encuentro. También la mano de Bielsa: mandó a Rodrigo Bentancur a la cancha y, en su primera participación, elaboró una gran jugada para liquidar el encuentro.
“The Bielsa Full Experience” se vivió en Miami. Un equipo que hizo todo para golear, lo pudo haber perdido y lo terminó ganando con luz. Y sin liga: los dos defensores centrales debieron abandonar temprano el partido por distintas molestias físicas.
Ante Bolivia la mano fue distinta: Uruguay lo sentenció en el primer tiempo y, más allá de que sea cierto de que los primeros 20 o 25 minutos del complemento fueron insulsos, la goleada final marcó la enorme diferencia que hay entre estas selecciones. No hay que bajarle el precio al marcador: la celeste no ganaba por 5 a 0 en la Copa América desde 1959.
La victoria previa de Panamá ante Estados Unidos permitió a Uruguay llegar holgado al encuentro final, en el que mostró su versión más pálida. No pudo ejercer una presión alta, no logró generar ataques cortos y la defensa quedó algunas veces expuesta ante la rapidez de algún rival. Nada demasiado grave aunque sí dejó alguna alarma encendida.
En la parte final, y ante un Estados Unidos bastante nervioso, logró jugar bastante con la pelota al pie, sin demasiado apuro, y el gol llegó en una de nuestras acciones históricamente predilectas: pelota quieta y segunda jugada.
La primera fase charrúa dejó varias confirmaciones: Marcelo Bielsa ha logrado sacarle el jugo como nadie a Maxi Araujo y Facundo Pellistri, piezas claves para su funcionamiento. Ugarte y Valverde son una dupla que, me imagino, envidian varias selecciones del mundo mientras que, hasta ahora, Nicolás de la Cruz le sacó un poco de ventaja a su compañero de Flamengo, Giorgian De Arrascaeta, en la consideración de Bielsa.
El futbolista con pasado reciente en River Plate ha demostrado más capacidad para profundizar el juego celeste, ha tardado menos en poner la pelota en una situación de peligro para el rival y eso, se sabe, es algo que Bielsa valora mucho.
En tanto, la línea de cuatro formada por Nahitan Nández, Ronald Araújo, Mathías Olivera (reconvertido en zaguero central por Bielsa) y Matías Viña parece permanecer intacta, así como el titularísimo arquero Sergio Rochet.
Darwin Núñez le sacó ventaja a Luis Suárez y eso está bien. Aunque a todos nos hubiera gustado ver más del histórico número 9, el atacante del Liverpool está en un momento demoledor. No mete todas pero siempre mete alguna y eso no es poca cosa.
El equipo uruguayo tiene a su gente expectante. A partir de los cuartos de final el camino se pone espeso y la aventura podría cortarse en cualquier momento, es verdad, pero los de Bielsa, y lo han demostrado en las Eliminatorias, pueden cargarse a cualquiera, como dicen en España.
Una de las incógnitas más grandes que genera este Uruguay es saber si será capaz de sostener el ritmo futbolístico durante toda la competencia. Ya ha pasado que otros equipos de Bielsa se funden físicamente en momentos clave y ese miedo estará instalado hasta el final. Solamente el tiempo sabe qué pasará.
Los argumentos futbolísticos quedaron a la vista: hay valores ya asentados en la selección, jugadores con una actualidad maravillosa y actores de los que el DT logra sacar su mejor versión. Es una combinación que ilusiona, es una combinación que nos carga una responsabilidad que no nos gusta, esa de ser favoritos, pero de la que hay que hacerse cargo de una vez por todas. En Estados Unidos, dicen los que fueron, venden mochilas baratas. Compremos una. Hay espalda.
Este artículo forma parte de nuestra cobertura de #CopaAméricaEnLaPelota. ¡Seguinos en todas nuestras redes para enterarte las últimas novedades!