Por Gabriel Guimaraes (@Conceptosdejue1)
Lo más similar a patear una pelota por primera vez en la humanidad ocurrió en China, durante la dinastía Zhou (siglo V a. C.). El cuju (o tsu chu) es el precursor más antiguo del fútbol reconocido por la FIFA. Era un juego de pelota que se practicaba en la corte, entre soldados y civiles, con fines recreativos y de entrenamiento militar. Se usaba una pelota de cuero rellena de plumas o pelo, de unos 20-30 cm de diámetro.
El objetivo era patear la pelota para introducirla en una red o un aro pequeño colgado a unos 9 metros de altura sin usar las manos. Se jugaba en un campo rectangular, a menudo con arcos en los extremos o en el centro, y en partidos competitivos cada equipo podía tener entre 2 y 12 jugadores (comúnmente 8 por equipo).
Desde tiempos inmemorables, ya se asociaban a estas prácticas valores como la disciplina, el respeto, el entrenamiento físico y colectivo, la competitividad y la cooperación. CONMEBOL reconoce también a un deporte similar al fútbol en el siglo XVII: el Mangai, juego con balón de los guaraníes.
El fútbol tal como lo conocemos surgió como una alternativa al rugby, de la mano de universitarios que deseaban expresarse en un espacio, aunque con los pies. Fue fundado en las universidades inglesas, hasta su expansión por el resto del mundo. Tuvo múltiples modificaciones respecto a su primer reglamento —base que rige el juego—. El primer tratado constó de trece reglas; actualmente, la International Football Association Board pactó diecisiete.

«El fútbol no es ofensivo ni defensivo. El reglamento solo dice que hay que marcar más goles para ganar.»
Juan Manuel Lillo
Cuerpo y alma, juego y deporte
En sus orígenes, fue un «juego puro» de equipo, hasta que empezó a profesionalizarse. En primer lugar, con paga para los jugadores; luego, al ser deporte olímpico, requirió de preparación desde lo técnico, táctico, físico y mental. Fue así su metamorfosis a deporte.
En esta instancia aparecieron los entrenadores para «dictar» órdenes. Aunque no solo en la élite: también se puede encontrar este tipo de farsante disfrazado de padre, madre, tío o hincha en un campito con nenes, o en alguna división amateur.
En la actualidad, debido a su evolución, el fútbol es un juego-deporte, deporte-juego colectivo de acción individual. Es de acción individual porque se juega solo con una pelota, entonces cada jugador decide y ejecuta condicionado por su entorno y contexto.
Nada tendría sentido sin aquella dama redonda que todos desean poseer —aunque jamás nadie la tendrá, porque solo se la puede portar temporalmente—. Esa por la que todos comienzan a jugar con el afán de algún día poder hacerlo dentro de un estadio colmado de almas; ilusión intrínseca de cada aspirante a jugador.
«El fútbol empieza por la cabeza, baja por el corazón y termina en los pies.»
Horst Wein
El precio del capitalismo
Debido a su enorme popularidad, se convirtió en el evento sociocultural más grande del planeta. Los negocios e intereses han hecho que su esencia primitiva sufra un desvanecimiento por el paso del tiempo. Un juego de ricos y fuertes, apropiado por pobres.
Cuenta con millones de adeptos, aficionados y fanáticos. La globalización del mismo permitió la creación de clubes y ligas con diferentes categorías a lo largo y ancho del mundo. Ha sido, y es, refugio y perdición. Una oportunidad para salir de la marginalidad. Un espacio de desarrollo, formación, crecimiento y diversión sin precedentes que comenzó a ser jugado en potreros y todavía se sigue practicando en espacios verdes o marrones, de piso lleno de obstáculos, aunque con menor frecuencia y cantidad de presentes que antes.
La academización del fútbol se instaló para robotizar almas —sabemos que es imposible— y arrasar con la picardía que lograron expresar gigantes como Di Stéfano, Pelé, Maradona, Cruyff y cuantos genios más que han practicado este fenómeno, deslumbrando a cada espectador con su magia y malabares dentro de algún templo.
Y por supuesto, no puede faltar tampoco el gol. Lo que logra desatar el alivio más grande que puede experimentar el ambiente del juego, el sonido de la pelota golpeando la red. Emociona a todos, desde los protagonistas hasta a los menos interesados. El gol. Grito sagrado, si los habrá. Ese que decide si alguien es bueno o malo —parafraseando a Eduardo Galeano—.
Principios y valores
«El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes.»
Arrigo Sacchi
El fútbol está instalado en la cultura universal, guste o no. Seguirá instalado —espero— por toda la eternidad. Los seres humanos, con su afán de salir de la rutina, encontraron el paraíso… que, dependiendo del resultado final, tras noventa minutos de juego, tiene la misma potencialidad de convertirse en el mismísimo infierno.
La única verdad del fútbol es que no existe esa máxima. Sin embargo, podría acercarse a lo absoluto que no hay origen de fútbol sin contexto. Que investigamos, estudiamos y formulamos una lógica de un juego potencialmente sin lógica. Porque así como hay empates con sabor a derrota, también están esas derrotas con sabor a victoria. Porque hay partidos en dónde lo que aparenta es fácil, termina resultando más difícil, y viceversa. Parafraseando a Bielsa: un deporte en dónde los débiles encuentran una vía para superar a los poderosos.
«Todos estamos en el contexto y el contexto está en nosotros.»
Juan Manuel Lillo
Por el momento, toca parar la pelota. No quiero ensuciar este fenómeno como defensor desparramado en el barro luego de una gambeta. Tampoco quiero rescatarlo como atajada en la línea sobre la hora. Porque, sepan, es infinito, y al ponerlo en palabras estoy cometiendo un pecado. Estaría definiéndolo, y no son mis intenciones limitar lo inabarcable. Estoy convencido de que el fútbol es inefable.
Tras cada pitazo del juez, esta gracia divina se disfruta y se sufre. Se ama y se odia. Se vive y se muere. Se juega. Se experimenta. Se siente. Y es todo lo que quieran imaginar…
