Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
Los cuartos de final del Apertura 2025 contrariaron todas las expectativas y pronósticos que se barajaban en el mundo futbolero. Las victorias estuvieron en manos de los visitantes y tendremos un ganador que, hace más de una década, no levanta trofeo de un torneo argentino. Quizás el triunfo menos impredecible fue el de Independiente en La Bombonera, dado el gran desempeño de sus figuras (Rey, Angulo y un Lomónaco que está en nivel Selección).
Los Diablos Rojos se enfrentarán a Huracán, que viene de vencer a Rosario Central, puntero de la zona B y, hasta ese momento, de los máximos candidatos a pasar de ronda. La frase “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros” también puede aplicarse -en cierto modo- al caso de Argentinos Juniors, cabeza de la zona A y de los mejores equipos de la fase regular, que cayó ante San Lorenzo.
El Ciclón hace rato se encuentra en el ojo de la tormenta; a la situación de acefalía institucional tras la licencia del presidente Marcelo Moretti (acusado de recibir coimas para fichar a juveniles), se suman cinco inhibiciones de FIFA, cuentas embargadas y sueldos impagos. Esto último desencadenó que el plantel no se presentara a uno de los entrenamientos y diera a conocer la situación desde sus redes sociales porque, ante todo, son laburantes.
Sin embargo, en la cancha y por más de una hora, todos aquellos problemas desaparecieron. Si uno revisa las estadísticas, es cierto que “El Semillero del Mundo” tuvo mayor porcentaje de remates, posesión de la pelota y precisión en los pases.
Pero el corazón, la valentía y la comunión entre jugadores, hinchada y cuerpo técnico (al mando del enorme Miguel Ángel Russo), motivó al capitán Iker Muniain a pedir, pasar, organizar y asistir a su compañero Andrés Vombergar, como así al arquero Orlando Gill, que no se dejó caer tras la contra casi al final del partido y se calzó los guantes de héroe en una larga tanda de penales. En palabras de Albert Einstein, “no todo lo que se puede medir cuenta y no todo lo que cuenta puede medirse”.

Su próximo rival será Platense, el menos pensado y más subestimado, que tras 22 años en el ascenso volvió en 2021 a Primera División. Con un puesto número 13 en la Tabla Anual, menos recursos y presupuesto en comparación a otros clubes, será “rico en sueños y pobre en oro” (como cantaba Floricienta), pero le bastó con sacrificio, humildad y entrega para eliminar primero al Racing campeón de la Recopa Sudamericana en el Cilindro de Avellaneda, y luego a River Plate en el Monumental.
El planteo táctico de la dupla Orsi/Gómez dio sus frutos, neutralizando a Franco Mastantuono -la nueva joya del fútbol argentino-, aprovechando las falencias de la defensa millonaria, sobrellevando los abucheos a Vicente Taborda (por su vínculo con Boca Juniors) y el nefasto arbitraje de Yael Falcón Pérez (que inclinó constantemente la balanza a favor del local), hasta alcanzar la “justicia divina” en la definición desde los doce pasos.
Una enorme alegría para los calamares y para su principal dirigente Sebastián Ordoñez, que en diálogo con DSports dijo haber visto el partido en un bar (por contar con derecho de admisión) y terminó enterándose del triunfo gracias a un vendedor de choripanes.
El próximo domingo se definirá cuál avanzará a la final. Suceda lo que suceda, el trayecto de ambos es más que meritorio y debe ser fuente de orgullo para sus hinchas pues, lejos de “jugar como equipos chicos” -definición que utilizó el técnico Nicolás Diez para justificar el desempeño del Bicho-, lo dieron todo, transpiraron la camiseta, contra viento y marea, demostrando que cumple sus sueños quien resiste y no está muerto quien pelea.
