Por Esteban Bekerman (@egerbek)
En tiempos en que jóvenes y no tanto hablan de “posesión”, “regates”, “pases claves”, “bloqueos” y otras cuantificaciones similares como quien estuviera dando la fórmula de la pólvora, un joven de 19 años llamado Guido Ramos Cattólico arremete contra esa tendencia y nos permite ver con algo de esperanza el futuro.
Ese es sin dudas el principal mérito de las notas recopiladas en esta obra, que lejos de ofrecer meras estadísticas o datos fríos, sin contexto y totalmente carentes de sentido por sí solos, es una esperanzadora muestra de ese viejo y ya muy olvidado arte de hacer periodismo rescatando testimonios de época, poniéndolos en valor, ubicándolos dentro de un contexto histórico y relacionándolos entre sí para permitir un viaje apasionante en el tiempo, que nos introduce en la misma esencia de aquellos grandes equipos seleccionados por el autor como los más icónicos de la historia del fútbol argentino.
Si bien esa selección siempre será susceptible a discusiones y polémicas, es necesario advertir que aquí no se trata de ponderar a un equipo por encima de otros ni de arrojar sentencias definitivas respecto de cuáles fueron justamente esas formaciones que marcaron a fuego a tantas generaciones de futboleros.
Es decir, no se busca cerrar ningún debate, sino abrir nuevos a partir de un mayor conocimiento respecto de cómo jugaba cada uno de sus equipos, cuáles fueron sus aportes o aspectos más característicos en materia de táctica y estrategia, cuáles fueron sus figuras y en qué medida resultaron un emergente propio de su tiempo o un revulsivo anticíclico, como el que este libro es en el contexto de un periodismo deportivo chato, superficial, poco conocedor del pasado e incapaz de entender y explicar al juego más que con esos números que hoy parecen dominar sobre cualquier análisis.
Conocí a Guido en la edición 2023 del Taller de Investigación Histórica sobre Fútbol que dicto desde 2005, en el que investigamos juntos las características y aportes de varios entrenadores húngaros que dejaron su huella en el fútbol argentino en los años 30 y 40.
En realidad, ya lo conocía por sus excelentes publicaciones en Twitter, red en la que desde muy chico viene haciendo magníficos aportes en su cuenta “@JulioArguelles_”. Rápidamente supe ver en él a un joven apasionado por investigar la historia del fútbol como el que yo mismo fui allá por fines de los años 80, en tiempos en que no era posible siquiera imaginar las herramientas tecnológicas que hoy nos permiten incursionar en estos temas con una profundidad nunca vista.
Por eso, no dudé en invitarlo a participar de mi Taller, convencido de que podía servirle precisamente para desarrollarse en el uso de esos nuevos recursos y aprovecharlos al máximo. De eso se trata, en definitiva: de aplicar los datos y los testimonios que nos permite obtener hoy la tecnología a trabajos de investigación sobre temas nunca, poco o mal investigados hasta el momento, sin caer en ese culto a las estadísticas que afecta hoy especialmente a muchos jóvenes.
Ser inmune a esa moda suele requerir de un conocimiento y una comprensión del juego que normalmente sólo puede lograrse con los años. En el caso de Guido, sin embargo, la juventud no está para nada reñida con esa inmunidad.
Por eso es un gusto y un orgullo para mí también haber servido como puente entre Guido y quienes producen “La Pelota Siempre al 10”, más no sea que por el simple hecho de que coincidiera en una misma edición del Taller con uno de estos locos que hoy se aventuran a publicar estos trabajos compilados en un único volumen.
Porque sépanlo bien: esto es apenas la punta del iceberg. Hay mucho, muchísimo más por hacer sobre el pasado de gloria de nuestro fútbol. Y con jóvenes como Guido y los que hacen La Pelota Siempre Al 10, esa historia sin dudas seguirá teniendo quien la cuente como corresponde.

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