Por Sebastián Pujol (@seba_del83)
En 1974 Menotti, que había sido campeón con Huracán, asume como técnico de una Selección Argentina que venía de mal en peor y presenta un proyecto que contado al día de hoy parece ciencia ficción. Se acercaba la Copa del Mundo y el plan del técnico era trabajar con cuatro selecciones distintas: una juvenil, una metropolitana, una de Santa Fe y otra del interior del país.
Eran ochenta jugadores en total, que decantarían en dos planteles de dieciséis para 1976 y uno definitivo para 1978. Osvaldo Ardiles era un pibe de clase media que jugaba en Instituto de Córdoba y estudiaba abogacía como su papá cuando lo convocaron para la Selección del Interior, formada en parte por jugadores amateurs. Aunque hinchas y periodistas preferían a J.J. López o al Beto Alonso, se ganó el puesto y fue titular en seis de los siete partidos del Mundial que nos dio la primera gran alegría.
Después del ´78 -año conocido en Inglaterra como el de la apertura a jugadores extranjeros- llegaron a Argentina dos representantes del futbol británico: uno del Sheffield United y otro del Tottenham Hotspur. El hombre del Sheffield estaba interesado en contratar a Maradona, y Diego, dolido por haber quedado afuera de la convocatoria, había dicho que quería irse a jugar a Europa. Cyterszpiler le puso un precio más alto a Diego del que el equipo inglés estaba dispuesto a pagar y la operación no se realizó.
El Tottenham, que acababa de volver a la primera división, se llevó al “Pitón” Ardiles y a Ricardo Villa, volante ofensivo que jugaba en Racing, mientras Alejandro Sabella se fue al Sheffield y Alberto Tarantini al Birmingham. Villa y “Ossie”, como apodaron a Ardiles, fueron recibidos en el White Hart Lane (estadio del Tottenham) con papel picado, como se acostumbra en Argentina.
Durante las dos primeras temporadas el equipo no encontró regularidad, pero en su segundo año le tocó definir la cuarta ronda de la FA Cup frente al Manchester United. Habían empatado de local y fueron a definir en Old Trafford; allí el cordobés clavó un derechazo en el ángulo que le dio la victoria por 1 a 0 y el pase de ronda. Desde ese día se ganó la fama de verdugo del United y comenzó el idilio de amor incondicional con el público de los Spurs.
Entre el ´80 y el ´82 la dupla argentina ganó jugando para el equipo londinense dos FA Cup, fue finalista en la League Cup, semifinalista en la Recopa de Europa y salió cuarto en la liga inglesa, que todavía no era conocida como Premier League.
Ardiles se convirtió en una estrella. En esos años cantó una canción con una de las bandas inglesas más conocida de la época -El tema se llama Ossie´s dream, Spurs are on their way to Wembley– y participó en una película protagonizada por Stallone junto con Pelé y Bobby Moore en la que juega un partido contra los nazis.
Todo era demasiado fácil. Parecía casi perfecto, hasta el viernes 2 de abril de 1982, cuando tropas argentinas desembarcaron en el sitio que los británicos llamaban Port Stanley, y lo rebautizan como Puerto Argentino en un intento de recuperar por la fuerza las Islas Malvinas. El 3 de abril, el Tottenham le ganó al Leicester la semifinal de la FA Cup.
“A Ricardo y a mí nunca nos habían abucheado”, cuenta Ardiles. Ese día, los hinchas del Leicester los chiflaron. La hinchada de los Spurs, que respondía a los silbidos con aplausos, colgó una bandera que decía: “Argentina puede quedarse con las Falklands, nosotros nos quedamos con Ossie”.

Villa decidió no jugar la final, mientras que Ardiles había sido convocado por Menotti para jugar la Copa del Mundo de 1982, en España. Durante los setenta y cuatro días que duró la guerra, estuvo concentrado en Argentina y luego en España preparándose para el Mundial.
En el libro El partido, Andrés Burgo rescata un fragmento de una entrevista a Ardiles en 2011 para el diario El País: “Una mañana convencí a Maradona de hacer una escapada turística y visitar una iglesia cerca de Villajoyosa, en Alicante. Cuando los guardias de la concentración se dieron cuenta de que faltábamos, se activaron las alarmas. Había rumores sobre una posible acción armada o un secuestro por parte de las SAS -fuerzas especiales del ejército británico- contra la selección. Diego estaba en misa, conmigo, viendo un montón de niños hacer la primera comunión, cuando de repente entraron tipos vestidos de traje y anteojos oscuros suspirando porque nos habían encontrado”.
Esa era la temperatura del ambiente durante el Mundial de España. El Pitón no supo hasta que terminó su participación en el Mundial que José Leónidas Ardiles, primo suyo integrante de la Fuerza Aérea Argentina, había sido el primer piloto fallecido durante la Guerra.
Decidió no volver a Reino Unido. Creía que las condiciones no estaban dadas para su regreso y fue cedido a préstamo al Paris Saint-Germain. “No puedo jugar en un país que está en guerra con el mío”, dijo, “en este momento estamos en guerra y yo no lo puedo creer”.
Después de haber jugado, según sus propias palabras, el peor futbol de su vida, regresó seis meses más tarde a los Spurs con la excusa de que no se había podido adaptar al fútbol francés. En el ´84 ganó la Copa UEFA y cinco años después, dejó el fútbol para ser técnico de varios equipos, entre ellos Huracán, Racing y el Tottenham.
En 2011 el dúo de pioneros argentinos entró en el Museo de la Fama del Tottenham. El volante cordobés casi nunca dejó de vivir en Londres, es actualmente embajador del club y todavía le quedan algunas materias para recibirse de abogado.
Fueron muchos los momentos destacados de la rivalidad entre argentinos e ingleses. Desde la fundación de muchos de nuestros clubes y la emigración de jugadores argentinos a sus tierras, hasta el gol de Grillo en 1953, pasando por la expulsión de Rattín en el Mundial del ´66, los dos goles de Diego en México y los silbidos a Verón después de la eliminación en Corea-Japón, entre muchos otros.
Quizás sea la historia de Ardiles la que condense en si misma todas las dimensiones de un vínculo tan virtuoso como problemático, atravesado por el futbol, la política, la historia y la cultura.
