Por Rocío Gorozo (@RGorozo)
“Algo ocurrirá, tengo la sensación, una carta guardada, un buen signo del sol” recitó alguna vez Fabiana Cantilo; pareciera que tales versos describen el aire que impregnó al pueblo bostero en la previa al Superclásico, corroborado cuando el árbitro Nicolás Ramírez pitó el final, a los 53 minutos y medio del segundo tiempo.
En una Bombonera festiva y representativa del folclore futbolero argentino (imaginate vivir en Suiza y perderte algo así), con invitados de lujo que incluyeron a la cantante británica Dua Lipa, el equipo de La Ribera enfrentó a su eterno rival en un encuentro que fue muy parejo en la primera mitad, hasta el cierre de la misma.
Luego quedaron en evidencia sus fortalezas (las imprecisiones de Milton Giménez impidieron una goleada) y la crisis en la que están inmersos los dirigidos por Marcelo Gallardo, ya imposible de maquillar; ni siquiera el ingreso de Juanfer Quintero, uno de sus jugadores más diferenciales, cambió la ecuación.
Ayrton Costa demostró ser un animal defensivo y competitivo, justificando con creces el supuesto interés de las selecciones paraguaya y caboverdiana en sumarlo a sus nóminas mundialistas. Juan Barinaga, con paciencia y garra, le ganó la pulseada a Advíncula y Blondel.
Leandro Paredes, aunque no haya brillado, asumió el liderazgo positivo requerido por la situación. Ander Herrera tiene dificultades para jugar los 90’ pero tiene calidad de sobra; no le es indiferente vestir la camiseta azul y oro, además de comprender el enojo de la hinchada ante los traspiés (contrario al otrora capitán, Marcos Rojo, que expresó que “no estaban en deuda”). Miguel Merentiel, a pesar de sus irregularidades, es la pesadilla de los millonarios.
Mención aparte para los pibes salidos de inferiores, que se impusieron por sí solos en el XI titular: Lautaro Di Lollo es, sin dudas, el “2” de Boca y no sería descabellada la idea de verlo, junto a Lautaro Rivero, en una futura zaga central Albiceleste. Milton Delgado es un mediocampista diferencial -ratificado tras su desempeño en el Mundial Sub20- y Exequiel Zeballos, con su desequilibrio, ímpetu y velocidad, fue la figura de la tarde, en un acto de redención y consagración ante los suyos.
Ahora bien, todo ello no implica dormirse en los laureles, teniendo en cuenta que se avecinan los playoffs del Clausura y hasta un probable cruce con River en tal contienda. El esquema del “doble 9” no es 100% efectivo y el estado físico (como así el futuro) de Edinson Cavani se mantiene como una incógnita. Lautaro Blanco no tiene recambio de confianza. Por otro lado, mientras Agustín Marchesín y Carlos Palacios siguen despertando reticencias, el “renacer” de Zeballos pide ser extensivo a los casos de Kevin Zenón y Alan Velasco.
El banco de suplentes necesita oxígeno; la reestructuración y depuración del plantel debería ser inminente. La danza de nombres abarca desde promesas de la Reserva (Iker Zufiaurre, Mateo Mendía, Camilo Rey Domenech, Santiago Zampieri, Dylan Gorosito, Valentino Simoni, Santiago Dalmasso), pasando por posibles repescas (Renzo Giampaoli, Jabes Saralegui) y la ilusión de fichar a Paulo Dybala. Otra duda se referirá, claro está, a la continuidad de Claudio Úbeda en la dirección técnica.
Los días pasan, Boca debe concentrarse en mejorar y salir campeón del torneo local, sin dejar de lado que lo ocurrido el domingo puede marcar un nuevo comienzo. Porque el grito de gol del “Changuito” fue el alivio de un chico que sufrió la rotura de su tibia y ligamentos, con la confianza destruida y que hasta dudó en seguir en el club. Asimismo fue el desahogo de millones de hinchas que venían tragándose el dolor y mordiendo el polvo del amor, por ver un equipo incapaz de transpirar la camiseta, alejándose del sueño de “la séptima”.
Se redimió un equipo que no demostraba estar a la altura en situaciones decisivas y para colmo, había perdido a su entrenador. También un presidente inserto en el ojo de la tormenta por sus errores pero también por su humanidad e intransigencia, que lo coloca en la vereda de enfrente de los “dirigentes de traje y corbata”.
Luego de dos años, el Club Atlético Boca Juniors disputará la próxima Copa Libertadores. Y se festejó casi al igual que un campeonato, porque cuando la pelota entra en el arco, le alegra la vida a un niño que se escapó de su comunión, a un padre que llevó a su hijo por primera vez a la cancha, a un grupo de amigos que viajó 9 horas o más, a una señora recientemente viuda y hasta a una mujer que en la semana tuvo un brote alérgico por estrés. El fútbol a veces da revancha y los xeneizes lo sienten: “es hora de volver a mí, a contar las cosas que me hacían bien de verdad”.
